LIMA, PERÚ.— Las lluvias comenzaron a principios de 2017. Por dos meses el agua cayó sin cesar en la zona norte de Perú, sobre ciudades como Piura, Chiclayo y Trujillo. Se trató del fenómeno meteorológico conocido como El Niño Costero, el cual fue mucho más devastador de lo que todos imaginaban. Para cuando dieron la orden de evacuación ya era demasiado tarde y muchas familias perdieron sus casas. El gobierno llevó carpas, las cuales montaban en zonas donde no llegaba el agua y bajo las que dormían hasta tres familias. El río Piura se desbordó y la situación se volvió más difícil, pues, aunque se intentó reforzar diques y algunas zonas de las riberas con sacos de arena, estos no resistieron. El agua, sin embargo, era solo uno de sus problemas. Aquel contexto desataría una de las epidemias más graves de la historia de Perú en forma de un diminuto mosquito.
“¡Más agresivo que nunca!”, se leía en el encabezado del diario La Hora, de Piura, donde se contabilizaban hasta ese momento siete muertos por dengue y más de 812 casos confirmados. Una de las reporteras que trabajaba en la zona no supo que lo tenía, hasta que unas erupciones rojas brotaron en su piel con picazón. Entonces relacionó el dolor de espalda, articulaciones y cabeza con la enfermedad. Su caso no fue tan grave como el de su hermana y sobrina, quienes, a diferencia de ella que podía trabajar, sufrieron estos males en cama, sin apetito. Paracetamol, suero y mucha agua fue lo que les recetaron, en espera de no sumarse a los números más peligrosos. Las muertes iban en aumento, se declaró la región en emergencia sanitaria y los hospitales colapsaron por la cantidad de personas que llegaban a ellos. Brigadas de médicos arribaron a la zona, pues ya no se daban abasto con tantos enfermos.
“¿Por qué se produce este fenómeno? Una razón es el cambio climático y eso es evidente, esto no lo controla el hombre, la naturaleza es muy difícil de controlar. En Perú dijeron que El Niño que iba a venir era suave, resulta que era un ‘adolescente’ terrible”, explica el Dr. Ciro Maguiña, médico infectólogo tropicalista de la Universidad Cayetano Heredia. Según el Boletín Epidemiológico, en Perú van 71,133 casos de dengue, tres veces más que en 2016, un hecho insólito. “Perú está viviendo el peor brote en su historia con una tasa de incidencia que oscila entre los 200 casos por 100,000 habitantes, eso nunca se había visto anteriormente. Hoy los ojos de los comités científicos, de las políticas de otros países, están mirando muy de cerca a Perú, porque es muy probable que un brote como estos sea focal, pero se empiece a diseminar y el próximo puede ser un año epidémico para toda Latinoamérica”, advierte, por su parte, el Dr. Carlos Molina, gerente médico regional para el Dengue de Sanofi Pasteur.
EL MOSQUITO QUE REGRESA
El dengue es la enfermedad transmitida por vector con mayor incidencia mundial. Dicho vector es el mosquito Aedes aegypti, que vive cómodo y a sus anchas en la humedad calurosa de las zonas tropicales del mundo, picando al ser vivo que se encuentre y dejándole de paso el regalo de una enfermedad que, quienes la han padecido, describen como gripe, pero sin congestión nasal. El problema es cuando los casos son demasiado graves. En los últimos 50 años, esta enfermedad se ha multiplicado por 30 a escala mundial, según explica el Dr. César Mascareñas, especialista en Enfermedades Infecciosas Pediátricas y director médico global para Dengue en Sanofi Pasteur.
Un peligro miniatura, que pudiera aplastarse con la palma de la mano, pero a la vez tan incontrolable y hasta mortal. “Para el control de mosquito, que es investigación pura, no hay trata en el mundo”, señala el médico. De cinco a 15 días después de la picadura, se pueden presentar síntomas como fiebre mayor a los 38 grados, dolor de músculos y huesos, erupción en la piel y, en algunos casos, náuseas, vómitos y diarrea. El Aedes aegypti sobrevive en todos los lugares donde se acumula el agua, llantas, tinas y charcos y alrededor de 3.9 billones de personas en el mundo viven en países endémicos, es decir, lugares de donde esta creatura es nativa.
Para colmo, el dengue es una enfermedad que va y viene, pero que nunca desaparece. “Cuando hablamos de dengue, tenemos que entender que es una enfermedad cíclica. Vamos a tener aumentos y disminución. Debido a que en un año no hay el mismo número de casos que hubo el año pasado, uno no puede soltar las campanas al aire y decir: ‘Ah, bueno, ya controlamos la enfermedad’”, advierte el Dr. Mascareñas. Hoy, asegura, hay cerca de 400 millones de infecciones al año.
El dengue tiene impacto en casi toda Latinoamérica, siempre está ahí. “Si nos vamos en el número total de casos a escala mundial, este va en aumento y en aumento y en aumento. Aunque en cada país va a haber esta variabilidad”, explica el médico. En Perú se triplicaron los casos en este año, mientras que en México disminuyeron en un 80 por ciento, parecido a Brasil, que en 2016 tuvo más de un millón de casos y este año presentó solo cerca de 200,000. “¿El dengue se controló o están funcionando las medidas de prevención? Pues sí, en parte funcionan, pero en parte sabemos que es una enfermedad cíclica, que el hecho de que hoy no tengamos un número importante de casos no quiere decir que hemos ganado la batalla, sino que podemos esperar que en uno o dos años más vamos a tener un nuevo brote”, recalca el médico.
LA PRIMERA VACUNA
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda varias precauciones para evitar el contagio. Vestir prendas largas para cubrir la piel y evitar las picaduras, utilizar mosquiteros o mallas en ventanas, utilizar repelentes efectivos y la bastante conocida de evitar la acumulación de agua en viviendas. Casi todos conocemos estas medidas, de vez en cuando se ven comerciales y folletos para este tipo de prevención, que son similares a las medidas contra otras enfermedades transmitidas por mosquitos como el chikungunya o el zika. Pero con todo, el dengue prevalece como una enfermedad imposible de erradicar. ¿Qué otras medidas se pueden tomar en su contra? Sanofi Pasteur, la división de vacunas de la farmacéutica Sanofi, decidió que se tenía que desarrollar una vacuna.
Luego de años de investigación, la consiguieron. El doctor Mascareñas explica que se trata de la primera vacuna que se registra a escala mundial para prevenir los cuatro serotipos del dengue, es decir, las cuatro diferentes formas del virus que pueden atacar a una persona. “Es una vacuna que protege contra los cuatro serotipos para prevenir no solamente la enfermedad sintomática, sino también ha demostrado una eficacia para prevenir la hospitalización hasta en un 80 por ciento y para prevenir la enfermedad severa en un 93 por ciento”, explica. “Con la vacuna, independientemente de quién seas tú, si vas o no a desarrollar una enfermedad severa, si vives o no en un área donde vaya a haber brote epidémico, si vives donde entrará o no un nuevo virus, tú cuentas con una herramienta que te puede proteger contra ese sinfín de posibilidades a las que estás expuesto”.
México fue el primer país donde se registró la vacuna, en diciembre de 2015, y a la fecha está licenciada en 18 países, 11 de los cuales son de Latinoamérica, incluyendo Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Venezuela, Bolivia, Perú, Argentina, Brasil y Paraguay. “Hoy solamente se está aplicando en México a través del sector privado, aquel que la quiera recibir la tendría que pagar”, explica el Dr. Mascareñas. La dosis cuesta entre 1,500 y 2,000 pesos y se necesita receta médica. El gobierno mexicano todavía no la incluye en sus programas de vacunación gratuita, tan solo Filipinas y Brasil la ofrecen en el sector público. “Actualmente se está vacunando, en el programa público de vacunación, en Filipinas, con más de 500,000 dosis administradas, en diferentes sitios (en personas de) entre los nueve y los 13 años. Y en el programa de Paraná, que es un estado al sur de Brasil, con más de 200,000 dosis aplicadas”, agrega.
¿Qué sucede con México y el resto de los países? “Hay un proceso para dar de alta un producto en el sistema para la licitación, que se llama el sistema del cuadro básico. Para que un producto pueda estar dentro del cuadro básico, necesita recibir lo que se conoce como una clave, su número específicamente que viene con las características del producto. Es entonces cuando se puede licitar por las instituciones públicas. Este es un proceso que es continuo y está en este momento llevándose a cabo y todavía no hay una finalización”, asegura Mascareñas. Perú, a pesar de la situación, se encuentra en un proceso similar, ya que se han aplicado 6,500 dosis, pero en el sector privado. Los médicos aseguran que se encuentra en pláticas con el Ministerio de Salud, las cuales, según dicen, van por buen camino, pero aún no obtienen respuesta.
La de Sanofi Pasteur es la primera vacuna que se registra a escala mundial para prevenir los cuatro serotipos del dengue, es decir, las cuatro diferentes formas del virus que pueden atacar a una persona. FOTO: CUARTOSCURO.
CONTRA LOS MITOS
Fumigación, educación y técnicas de prevención individual son insuficientes. “Es aquí donde entra la vacuna como una nueva herramienta, un nuevo elemento para prevenir la enfermedad, o para tratar de disminuir la cantidad de enfermos y, sobre todo, de casos graves y de muertes”, dice Mascareñas. “La OMS se posicionó el año pasado al respecto de la vacuna y recomendó que, en aquellos lugares endémicos, donde hay una alta incidencia de la enfermedad, la vacuna se debe utilizar como una herramienta dentro del programa integral”.
Según los estudios realizados en mayores de nueve años, la vacuna reduce la hospitalización en 80.8 por ciento y los casos graves de dengue en 93.2 por ciento. Pero hacer una vacuna y distribuirla no es nada fácil. Uno de los principales problemas que encuentran, además de la burocracia del gobierno, son los mitos en torno a este tipo de tratamientos.
¿Acaso las vacunas hacen daño? Existen personas que así lo piensan, como ocurrió en Carmen de Bolívar, Colombia, con la vacuna del virus del papiloma humano en 2014. Un grupo de personas aseguraban que el medicamento provocaba taquicardia, problemas para respirar y desmayos en varias niñas. Se decía, incluso, que la vacuna podía llegar a provocar autismo. Los rumores corrieron y entonces es cuando se vuelve preocupante, pues, a decir de los médicos, se afecta considerablemente la aplicación de estas medidas de prevención. “Aparecen los famosos grupos antivacunas que dicen: ‘Ya ven, la vacuna ocasiona este problema’. Entonces nosotros en Perú teníamos problemas para reiniciar la vacunación. Nuestra cobertura de vacuna, por ejemplo, del virus del papiloma humano, no llega al 30 por ciento del grupo que queremos vacunar”, señala el doctor Abel Salinas, presidente de la Sociedad Peruana de Pediatría.
“El gobierno montó un estudio en el que empezaron a ver cómo se asociaban (los desmayos) y por qué solamente estaba ocurriendo en Carmen de Bolívar y por qué no pasaba en el otro 99 por ciento de las poblaciones donde se estaba vacunando en Colombia. Finalmente se demostró que los casos de histeria colectiva eran mucho más frecuentes los lunes, los martes y los miércoles, pero los viernes y sábados no llegaba nadie. Cuando había fiesta patronal no se aparecía nadie en el hospital”, dice el Dr. Molina con cierto humor. Pero el miedo que genera en las personas es real y los especialistas están convencidos de la eficacia de la vacunación y su importancia.
“No existe intervención preventiva sanitaria más eficaz que las vacunas, y esto es la historia del mundo en general. Ninguna vacuna puede estar exenta de algún efecto adverso, que puede ser transitorio, que puede ser mínimo, pero está previsto. En toda la cadena de formulación de una inmunización existen muchos años de investigación, siempre los médicos somos muy rigurosos en eso. Primero hay que estar seguros de que no causa daño”, sentencia Salinas.
PREVENCIÓN, ANTE TODO
Para algunos la situación podría no parecer tan grave. Según el Dr. Maguiña, en el mundo 500,000 pacientes desarrollan dengue severo con necesidad de hospitalización y un 2.5 por ciento de ellos fallecen. “El costo es muy alto y no se puede medir, aquí no están representados, pero la vida de una persona, por ejemplo: ¿cuánto vale una vida? ¿Qué estamos dispuestos nosotros a hacer para que ninguna vida se pierda?”, cuestiona el Dr. Molina. “Una cosa es que alguien se enferme y que signifique, por decir algo, el 5 por ciento de la población, y otra cosa es que le toque a alguno de nosotros. Si le toca a alguno de nosotros o a alguno de nuestros familiares cercanos, alguno de nuestros hijos, representa el 100 por ciento. ¿A nosotros qué nos importan las estadísticas, si nuestra familia es primero?”, secunda Salinas.
Todos coinciden en que el dengue va en aumento y que no sería de sorprender que dentro de un año o dos siga así, pues su manifestación no es inmediata y, sobre todo, es casi imposible de prever. “La epidemiología es impredecible. Tú no sabes exactamente cuándo va a aumentar, cuándo va a disminuir, cuándo se va a presentar un nuevo brote, eso no lo sabe nadie. No existe una forma de saber qué persona va a desarrollar la enfermedad sintomática, quién asintomática o, peor aún, quién se va a complicar o quién se puede morir”, asegura el Dr. Mascareñas.
El Niño Costero llegó de forma implacable a Perú. En consecuencia, cerca de 41 personas perdieron la vida por el dengue en Piura. Las casas se vuelven a construir, los objetos que la corriente del río desbordado se llevó son remplazables. Pero quienes estuvieron en el hospital, tomando paracetamol y mucha agua, no imaginaban que un simple piquete de mosquito los iba a llevar a la muerte. ¿Qué le espera a Latinoamérica y al mundo dentro de los próximos años? Nadie lo sabe, pero el pronóstico no parece alentador. Lo mejor que se puede hacer es evitar caer enfermo a toda costa. Remata el Dr. Salinas: “Estoy convencido de que, para muchas enfermedades, un gramo de prevención vale mucho más que una tonelada de curación”.