La coalición encabezada por Estados Unidos que combate al grupo militarista Estado Islámico (EI) ha matado a más civiles durante los primeros siete meses del gobierno del presidente estadounidense Donald Trump que en los tres años que existió bajo su predecesor, de acuerdo con el más reciente cálculo realizado por un grupo de monitoreo con sede en el Reino Unido.
Airwars, que se describe a sí mismo como “un proyecto de transparencia dirigido por periodistas” publicó este martes sus datos más recientes sobre los ataques aéreos realizados, según informes, por Estados Unidos y sus aliados que combaten al Estado Islámico y otros grupos jihadistas en Irak y Siria. De acuerdo con datos recopilados desde el inicio de la coalición en octubre de 2014, las fuerzas multinacionales comandadas por Estados Unidos han sido responsables de un mínimo de 5,117 muertes de civiles, y alrededor de 55 por ciento de las mismas han ocurrido durante el gobierno de Trump. Aunque en la etapa del conflicto heredada por el líder republicano se han atacado en gran medida los bastiones urbanos del Estado Islámico tras las victorias aliadas en otras partes, logradas durante el régimen del presidente Barack Obama, Trump ha enfrentado reacciones adversas en su país y en el extranjero debido a los informes sobre daños colaterales cada vez mayores.
“Durante los 29 meses de @BarackObama a la cabeza de la guerra contra el Estado Islámico, dimos seguimiento a 855 hechos que provocaron la muerte de civiles, en los que murieron probablemente entre 2298 y 3398 civiles”, informó Airwars en la cuenta oficial de Twitter del grupo.
“En los primeros siete meses de @realDonaldTrump como presidente, dimos seguimiento a 1,196 supuestos hechos, en los que calculamos que murieron al menos entre 2,819 y 4,529 civiles”, añadió el organismo.
Estados Unidos comenzó a realizar ataques aéreos contra Irak y Siria en octubre de 2014, como parte de lo que llegaría a conocerse como Coalición Internacional contra el Estado Islámico de Irak y el Levante. La campaña fue creada como respuesta ante las rápidas victorias obtenidas en todo Irak y Siria por el Estado Islámico, una rama notoriamente brutal y poderosa de Al-Qaeda en Irak. El grupo musulmán suní ultraconservador logró superar a las fuerzas locales y expandió su autoproclamado califato en casi la mitad de ambos países.
Las líneas de defensa del grupo comenzaron a caer en Irak cuando fue atacado por las Fuerzas Armadas del país, milicias kurdas, milicias musulmanas de mayoría chiíta apoyadas por Irán y ataques aéreos realizados por Estados Unidos. En Siria, los ataques aéreos estadounidenses ayudaron a las fuerzas kurdas locales y a algunos grupos árabes insurgentes a triunfar contra los jihadistas, mientras que una intervención rusa realizada en 2015 permitió que el asediado ejército sirio y sus aliados, entre los que se encuentran milicias apoyadas por Irán, recuperaran amplias zonas del país que estaban en manos del Estado Islámico y otros grupos antigubernamentales como consecuencia del levantamiento, ocurrido en 2011, contra el presidente sirio Bashar al-Assad. El presidente ruso Vladimir Putin y Assad también han sido criticados por informes por el elevado número de víctimas civiles provocadas por sus campañas aéreas conjuntas.
Cuando Trump asumió la presidencia de Estados Unidos en enero, las fuerzas estadounidenses ya habían iniciado importantes ofensivas para ayudar a los aliados locales a expulsar al Estado Islámico de dos de sus ciudades más importantes. Desde entonces, el gobierno iraquí ha declarado que el Estado Islámico ha sido derrotado en Mosul, que es, por mucho, la ciudad más grande que ha caído en manos de los jihadistas, y las Fuerzas Democráticas Sirias, que es una alianza principalmente kurda de árabes y minorías étnicas, ha derrotado al Estado Islámico en casi la mitad de su capital de facto, ubicada en Raqqa. Conforme a las campañas se volvieron cada vez más urbanas, el número de muertes de civiles aumentó en forma importante. En su informe del mes pasado, Airwars señaló que alrededor de 80 civiles murieron cada mes durante el régimen de Obama, y que esa cifra se ha elevado hasta 360 en julio, durante el gobierno de Trump.
Otros organismos de monitoreo también han criticado las consecuencias cada vez más mortíferas de la intervención encabezada por Estados Unidos contra el Estado Islámico. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, un grupo con sede en el Reino Unido que tiene lazos con la oposición siria en el exilio, declaró el lunes que los ataques aéreos de la coalición aumentaron durante la semana pasada, matando a 167 personas, con al menos 42 muertes ocurridas durante un solo ataque aéreo efectuado ese día.
“Tales masacres solo complican la ya de por sí deteriorada situación humanitaria en las áreas controladas por el Estado Islámico en la ciudad de Raqqa, donde la muerte espera inevitablemente incluso a aquellas personas que tratan de huir con sus familias hacia áreas lejanas de la ciudad, que está condenada a morir”, escribió el grupo.
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