Los arqueólogos siempre han tenido conocimiento de nuestro pasado caníbal, mas nunca habían esclarecido del todo por qué los humanos que vivieron hace miles de años se comían unos a otros. Pero ahora, un hueso humano tallado hace 15,000 años se suma a una imagen incompleta sobre esta antigua práctica al proporcionar pruebas fehacientes de que algunos humanos paleolíticos recurrían al canibalismo con fines rituales.
Después de filetear y consumir cadáveres, aquellos grupos se detuvieron a inscribir un diseño en los huesos antes de succionar la médula, y luego usaron los cráneos como vasijas. En otras palabras, según el nuevo estudio, es casi seguro que la práctica de consumir seres humanos no se limitara a cubrir las necesidades nutricionales.
La primera evidencia de este ritual macabro emergió en la cueva de Gough, en Somerset (suroeste de Inglaterra), en 2015, cuando un equipo de antropólogos y arqueólogos encontró huesos humanos marcados con cortes y raspaduras de dientes, revelando que habían sido despojados de la carne y roídos. Así mismo, los investigadores hallaron cráneos que habían sido modificados para beber o comer, lo que sugiere que la práctica del canibalismo probablemente tenía fines rituales.
Ahora, ese mismo equipo, dirigido por Silvia Bello, antropóloga y paleobióloga del Museo de Historia Natural, Reino Unido, ha hecho otro descubrimiento relacionado con el canibalismo ritual. En una colección de huesos antiguos obtenida en la misma zona, hace 30 años, encontraron un hueso del brazo derecho que los cavernícolas tallaron con un patrón de zigzag.
La talla en zigzag se hizo antes de romper el hueso para extraer la médula. BELLO ET AL / PLOS ONE.
Las técnicas de imagen actuales brindan a los arqueólogos la capacidad de escudriñar esos artefactos de una manera que resultaba imposible hace 30 años. Para su nuevo estudio, publicado en PLOS One, el equipo examinó detenidamente el hueso tallado.
Su imagen minuciosa de los grabados muestra, con toda claridad, cómo fue procesado el hueso. Las tallas se hicieron después de retirar la carne, pero antes de romper el hueso para extraer la médula. Esta secuencia de acontecimientos significa que el grupo de humanos interrumpió el consumo de manera intencional, dejando de comer para hacer los grabados antes de continuar con su banquete.
Entrevistada por Newsweek, Bello explicó: “Demoraron algún tiempo, e hicieron una pausa. El grabado parece formar parte del ritual que estaban realizando”.
Lo interesante, agrega, es que no guardaron el hueso grabado como un objeto, como se ha observado en otros sitios del Paleolítico. Por el contrario, este grupo siguió comiendo y desechó el hueso. Los autores no han podido explicar por qué hicieron esto ni el propósito general del ritual canibalístico.
Es posible que la persona consumida fuera reverenciada de alguna manera, prosigue Bello. La alternativa es que cortar la carne y el hueso fuera una forma de almacenar recuerdos según la tradición, como se ha visto en otros sitios arqueológicos en que se han encontrado indicios de rituales. “Pudo ser una manera de transferir conocimientos”, sugiere Bello. “Una forma de tratar de transferir los conocimientos del difunto”.
Cueva de Gough en Somerset, donde hallaron los huesos. KIM BENSON / FLICKR
El estudio tiene limitaciones. Con solo una talla en zigzag entre más de 100 fragmentos óseos descubiertos en la cueva, los investigadores no pueden comprobar su teoría. De modo que los cortes pudieron ser obra de una persona en un momento de ocio.
Con todo, Bello dice que, con base en otras evidencias, como las vasijas de cráneo halladas con anterioridad, eso es altamente improbable. “Puede haber más y no los hemos encontrado”, afirma. “Todos estos huesos fueron hallados a la entrada de la cueva. Han transcurrido 15,000 años desde entonces, así que cabe la posibilidad de que hubiera más huesos en el límite de la cueva, pero hayan sido destruidos”.
En total, han identificado los huesos de seis individuos, pero solo han recuperado tres vasijas de cráneos. De modo que los otros tres cráneos y demás huesos tallados pudieron haber sido retirados del sitio.
Bello y su equipo esperan que el análisis de ADN determine si los seis individuos estaban emparentados, y si el antebrazo tallado perteneció a alguno de ellos. “Queremos saber más sobre qué era este grupo”, dice Bello. “¿Acaso consumieron a un individuo externo o a un miembro del grupo? ¿Es un mismo individuo quien recibió este tratamiento especial?”.
También quieren comparar las tallas de los huesos hallados en otros sitios paleolíticos de Europa, donde han encontrado evidencias de rituales canibalísticos. Para ello, será crucial encontrar artefactos similares, señala James Cole, arqueólogo de la Universidad de Brighton, Reino Unido, quien estudia el canibalismo humano primitivo y hace poco publicó una investigación en la que demostró que no somos tan nutritivos como parece.
Al comentar sobre el estudio, dijo: “Necesitamos regresar a otros sitios y ver qué está pasando. Al analizar otros casos de canibalismo, tenemos que considerar todo el contexto para ver si solo fue carnicería y consumo, o si hubo algún componente adicional”.
“Este nuevo estudio demuestra que el acto de consumo, por sí solo, pudo haber sido de naturaleza ritual. Eso es algo que no se ha demostrado claramente antes del Paleolítico”.
La tecnología avanzada de imágenes ayudará a los investigadores a entender mejor esta práctica. “Cuando damos un vistazo a otros sitios de Francia, del mismo periodo, notamos que este patrón en zigzag es en extremo común”, señala Bello. “Lo que queremos hacer ahora es analizar otras colecciones para estudiar el canibalismo ritual en otras partes”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek