En un bar que queda a cinco minutos de la garita internacional San Ysidro, cada jueves se reúne un grupo de hombres jóvenes que hacen comedia a partir de la autocrítica.
Desde el escenario del Bar 82 hablan desde la incomodidad de convivir con extraños en la calle, la incansable lucha con el cuerpo y la vanidad, hasta las diferencias de género y la tragedia en las relaciones de pareja.
Y sobre el sexo. Mucho sexo.
“Yo tengo una técnica. Cada que me deprimo por mi sobre peso, siempre pienso que hay una persona con obesidad mórbida que quiere este cuerpazo, güey”, dice Carlos Calderón en el escenario.
Tijuana está haciendo stand-up atrevido porque tiene una audiencia preparada para reírse de sí misma. Una audiencia con menos prejuicios y con referencias de la cultura estadounidense que permiten reírse de cosas que no serían cómicas en otros lugares de México.
La comedia que aquí se hace llama la atención de los “standuperos” estrella.
“Te das cuenta que tienen un bagaje más amplio de la cultura popular internacional que te permite utilizar referencias, cosa que no sucede en muchas otras partes del país”, dice Ricardo O’Farril.
El stand-up es un estilo de comedia que nació a finales de los 50 en Estados Unidos donde una persona se dirige a un público en vivo y relata sucesos de su vida cotidiana con humor.
Esta comedia implica mucho más que hacer reír. La principal diferencia, dicen los “standuperos”, es que exige al propio comediante escribir, dirigir y actuar.
No se trata solo de contar chistes como una fórmula probada, sino crear una rutina a partir de experiencias reales.
O’ Farrill, que viaja por todo México haciendo comedia, dice que el reto no es hacer comedia nacional sino internacional. “Que la pueda consumir la gente en Latinoamérica y el público chicano en Estados Unidos”.
Y parece que Tijuana va por ese camino.
Víctor Tuxpan, fundador de Tijuana Stand Up Comedy, dice que para hacer stand-up necesitas conocer lo que sucede en el entorno.
“Tienes que estar viendo cómo dirigirte con la gente y qué son las cosas que pasan en el mundo para hacer reír”.
Las redes sociales han servido de apoyo para impulsar a los standuperos mexicanos. Algunos incluso han llegado a plataformas de streaming como Netflix. FOTO: FACEBOOK
Tuxpan y otros comediantes de Tijuana formaron en 2013 el grupo para, entre otras cosas, mejorar como gremio, capacitarse y en el camino, hacer negocio.
Seguidor del trabajo de Jerry Seinfeld, Víctor se reunió con otros interesados en hacer comedia y en vez de irse a San Diego donde hay tradición de stand-up, consideró que lo mejor era aprender de colegas en el centro de su país.
Si ya tenían referentes y apropiación de la cultura norteamericana, ¿por qué no mejor voltear al sur? Así que Tuxpan y otros comenzaron a viajar a la Ciudad de México a colaborar con otros y conocer del humor que se hacía allá.
“Yo creo que Tijuana se cuece aparte. Noto una libertad en cuanto al lenguaje y al uso de los temas. Tiene mucho que ver con ser una ciudad tan internacional y cosmopolita, llena de gente de muchos países”, dice el comediante de Ciudad de México, Nicho Peña Vera.
Lo que considera una “cultura agringada”, también forma una audiencia mucho más atractiva para la comedia a pesar de que tocan temas pesados y son “muy políticamente incorrectos”.
“En Tijuana el público es muy particular, es muy libre de prejuicios con una cultura muy vasta y rica en cuanto a dejarse llevar y no tener tanto prejuicio y tabú. Es una excelente ciudad para desarrollar el stand-up en México”, dice Nicho.
Para el especialista en retórica de la frontera México-Estados Unidos, Arturo Zárate Ruiz, para lograr el buen humor, más que ideas ridículas, se requiere entendimiento.
“El buen humor no tiene que explicarse si no insinuarse”, dice el investigador de El Colegio de la Frontera Norte.
Mucho de lo que nos hace reír es la realidad.
“Con el humor fronterizo hay que vertir la burla que tenemos de ranchero y gringo, y en lugar de enojarnos, reírnos y elevarlo al cubo. El que acaba burlado es el que se burla de nosotros”, explica el estudioso de la retórica de frontera.
Para la Dra. Ana Gabriela Hernández, investigadora del departamento de Estudios Culturales de El Colef, se puede hablar de humor fronterizo al entenderlo como algo que se construye en sociedad.
Dice que el humor mexicano es una manera de afrontar situaciones difíciles que las personas viven en su día a día. “Reírse de las tragedias le permite a las personas no sentir y evadir una realidad que no te gusta”.
Así que si somos un rancho y aspiramos a ser norteamericanos, que venga la burla.
Por lo pronto, a las filas del Tijuana Stand Up Comedy se llega por una vía: el evento Open Mic o micrófono abierto, organizado por el propio Tuxpan.
Todos los jueves, comediantes novatos y más experimentados suben al escenario durante cinco minutos a probar chistes nuevos frente a ellos mismos. Si hacen reír, se quedan en su rutina, Si no, se hacen comentarios para mejorar.
Si los boxeadores deben hacer sparring, los comediantes deben practicar su rutina.
“Como los deportistas tienen sus juegos, el Open Mic es no perder la práctica de estar frente al público y la oportunidad de probar nuevo material y no arriesgarte a un show”, dice Leo Gallegos, youtuber de música norteña en Tijuana que también practica el stand-up.
Leo vive de las ganancias que obtiene de su canal de Youtube. No aspiran al menos por el mediano plazo a vivir del stand-up.
Pero es un reto que muchos desean alcanzar y otros tantos, han perdido en el intento.
Víctor Tuxpan es uno de los 10 standuperos tijuanenses que luchan por abrirse paso en el mundo de la comedia. Para él, hacer stand-up es un estilo de vida. FOTO: NEWSWEEK EN ESPAÑOL BAJA CALIFORNIA
Perla Loera, mercadóloga de Tijuana era una comediante que tenía su rutina en los escenarios, pero lo dejó porque es un ejercicio demandante.
“Lo dejé, porque el stand-up no es un hobby. Al tomar un trabajo con compromisos y horarios, descuidé mucho la escritura”. Dice que volverá.
Para Ricardo O’ Farril, el secreto reside en dar un valor agregado más allá del escenario. “Todos escriben, aparecen en series y en películas, todos producen cosas”.
En México también se consolida el estilo de comedia como negocio. Un ejemplo es Franco Escamilla, quien ha llenado en dos ocasiones el Auditorio Nacional. O Sofía Niño de Rivera, quien en una hora de show dice reunir más dinero que un mes de trabajo de oficina.
“Es mucho esfuerzo, trabajo y sacrificio, pero por supuesto que se puede vivir de esto”, dice O’ Farrill.
En Tijuana pese a todo, esta realidad aún es lejana. Por evento, obtienen de 2 mil a 4 mil pesos. Y ese dinero debe ser repartido entre quienes suben al escenario.
Los integrantes del Tijuana Stand Up Comedy, son docentes, empleados de servicios como papelería, call centers, e incluso creadores de contenidos web. Y aún no van a dejar sus trabajos.
Por lo pronto algunos ya hicieron casting para el programa #StandUpEnComedy en el canal Comedy Central y están en espera del resultado.
Pasar del hobby a la profesión. Ese es el chiste.