”VEMOS QUE VA A SALIR una bola de fuego que alcanzará al menos seis millas desde el Capitolio y que desaparecerá todo. Vamos a tener una guerra mundial pronto, pero la palabra de Dios nos dice que él va a sacar a su Iglesia si estamos en peligro”, predica el pastor evangélico de una iglesia ubicada a unos seis kilómetros al norte del edificio que alberga el Congreso de Estados Unidos.
Cerca de medio centenar de hispanos asiste los sábados por las noches a sus servicios religiosos, en el cuadrante noroeste de Washington, D. C. El pastor de la Asamblea de Dios (AG, por sus siglas en inglés), el mayor grupo evangélico pentecostés en Estados Unidos, también aborda temas ligados a la política. Sobre el presidente Donald J. Trump, el reverendo afirma: “El odio que presentó contra los migrantes no debe preocuparnos, son palabras que se las lleva el viento”. De los demócratas Hillary Clinton y Barack Obama opina el pastor, de cerca de sesenta años, que “los envió el diablo para confundir a la gente”.
Que los clérigos traten temas políticos desde el púlpito no es inusual. El 38 por ciento de quienes asistieron a servicios religiosos en los meses anteriores a las últimas elecciones presidenciales escucharon a sus clérigos hablar de temas políticos de forma asidua. La mitad, el 20 por ciento, los escuchó expresar apoyo o rechazo explícito por uno u otro candidato, según cifras en una reciente encuesta del Fact Tank, Pew Research Center.
Sin embargo, desde el 4 de mayo pasado las Iglesias pueden abordar temas políticos desde el púlpito, sin temer ser sancionados por el fisco estadounidense. Ese día el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva de libertad religiosa que dicta a la Secretaría del Tesoro “no tomar acciones en contra de ningún individuo, lugar de culto o cualquier otra organización religiosa por hablar temas morales y políticos desde una perspectiva religiosa”.
La orden, titulada “Promoviendo libre expresión y libertad religiosa”, busca relajar la Enmienda Johnson, una disposición del código tributario vigente desde 1954 que prohíbe a las Iglesias “participar o intervenir, directamente o indirectamente, a favor o en contra de cualquier campaña política o candidato a elección popular”.
El republicano firmó la orden de libertad religiosa, la número 33 desde el comienzo de su administración, el Día Nacional de Oración. Entre los asistentes a la ceremonia celebrada en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca se encontraba Samuel Rodríguez, presidente de la National Hispanic Christian Leadership Conference o Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano (NHCLC, por sus siglas en inglés). El pastor ha sido el primer evangélico de origen hispano en participar en una ceremonia de investidura presidencial en la historia del país: la de Donald Trump.
El reverendo Rodríguez de la Asamblea de Dios y pastor titular en el Season Christian Workship Center en Sacramento, California, forma parte de la minoría de líderes religiosos que expresó su complacencia con la orden de Libertad Religiosa: “El nuevo decreto no solo refleja el compromiso del presidente Trump y del vicepresidente Pence con la defensa y representación de la comunidad evangélica, sino también la lucha más amplia por la libertad religiosa”, dijo.
La NHCLC, fundada por Samuel Rodríguez, presume estar entre las mayores organizaciones hispanoevangélicas de Estados Unidos. Esta reúne poco más de 40,000 congregaciones según datos publicados en su página web.
TRUMP emitió una orden ejecutiva que facilita que las iglesias
y grupos religiosos participen en la política sin riesgo de perder su estatus
de exención de impuestos. FOTO: MANDEL NGAN/AFP
“Muchos de los que están detrás de la aprobación de la orden ejecutiva de libertad religiosa, líderes cristianos conservadores como Tony Perkins, Jerry Falwell Jr. y Sam Rodríguez, actúan más como operadores políticos que como líderes religiosos”, dice en entrevista Robert P.Jones, CEO del Public Religion Research Institute (PRRI).
El 71 por ciento de los estadounidenses se manifiesta contrario a que las Iglesias apoyen o se opongan a candidatos políticos desde el púlpito, mientras mantengan su actual estatus fiscal, señala una encuesta del PRRI de febrero pasado. Las organizaciones religiosas en Estados Unidos gozan de una política tributaria que, en la práctica, las exenta de pagar impuestos sobre la renta. Por otra parte, las donaciones a Iglesias y organizaciones sin fines de lucro son deducibles de impuestos, además de que las primeras no están obligadas a registrar e informar la identidad de sus donantes.
“Creemos que, con la orden de Libertad Religiosa, Donald Trump está dándole luz verde a las Iglesias para que realicen maniobras políticas”, dice en entrevista Annie Laurie Gaylor, directora ejecutiva de la organización agnóstico y ateísta Freedom From Religion Foundation (FFRF). “Nos preocupa el impacto que tendrá en las elecciones de medio término en 2018”, concluye.
BENDITO VOTO
“El rol de la Iglesia es ayudar a los creyentes a interpretar su fe desde el presente. No debemos decirles qué pensar, sino motivarlos a estudiar, rezar y actuar. A los miembros de mi congregación les recomiendo hacerlo con la Biblia en una mano y el periódico en la otra”, afirma Annie Washam, pastora titular de la First Baptist Church in America, fundada en el estado de Rhode Island: la primera colonia inglesa en Norteamérica en proteger la libertad de conciencia y garantizar la separación entre Iglesia y Estado, en 1663.
Donald Trump repitió en distintas ocasiones, como candidato y presidente, que derogaría la Enmienda Johnson; sin embargo, al tratarse de una disposición del Código Tributario, sería materia exclusiva del Congreso anularla. “Durante demasiado tiempo el gobierno federal ha utilizado el Estado como un arma contra la fe de la gente”, decía Donald Trump como candidato. “Las personas de fe no volverán nunca más a ser blanco de acoso o silenciadas”, repitió como presidente.
La Enmienda I a la Constitución de los Estados Unidos garantiza la libertad de expresión tanto como la religiosa. En ese sentido, la pastora bautista Annie Washam opina que la orden ejecutiva sobre libertad religiosa de Trump era innecesaria, mientras que, relajar la Enmienda Johnson, terminará incentivando a los líderes religiosos a hacer mal uso de su poder: “Como buscar influenciar la preferencia de voto de su congregación o recolectar fondos para candidatos y campañas”.
“No estoy apoyando ni a Clinton ni a Trump, estoy abogando por el pueblo latinoamericano y los valores cristianos”, dijo el líder evangélico de 47 años de la Asamblea de Dios Samuel Rodríguez, en una entrevista a la cadena televisiva Univisión, el 3 de julio pasado. El ahora miembro del Comité en materia de fe del presidente Donald Trump, afirmó entonces que se encontró con el republicano en dos ocasiones cuando era candidato. Samuel Rodríguez dijo que en una de ellas le habló de su compromiso de ayudar a los hispanos con trabajos, mejor educación y más oportunidades: “Trump repitió tres veces, el pueblo hispano me va a amar, el pueblo hispano me va a amar, el pueblo hispano me va a amar”, afirmó Rodríguez.
Entre los hispanos solo 22 por ciento aprueba la administración de Donald Trump, según una encuesta Gallup de marzo pasado, es decir, siete puntos porcentuales por debajo del 29 por ciento que aseguró haberlo votado el pasado noviembre, según los exit polls. Sin embargo, Trump no está tan solo, el presidente estadounidense ha encontrado un aliado natural entre los hispanos cristianoevangélicos, en especial con el grupo pentecostés Asamblea de Dios, representado en esta alianza por el religioso de origen puertorriqueño Samuel Rodríguez.
“Los hispanoamericanos tienden a ser más religiosos y conservadores que el público general estadounidense”, señala en entrevista Jessica Martínez, investigadora del Pew Research Center. Diferencia aún más pronunciada si se compara a los hispanos evangélicos con los católicos. Entre los primeros, el 71 por ciento asiste semanalmente a la iglesia y el 85 por ciento considera que la religión es algo muy importante en su vida. Estos porcentajes caen 30 y 20 puntos, respectivamente, en el caso de los católicos. Además, uno de cada diez evangélicos protestantes es hispano, proporción que se triplica en el caso específico de los evangélicos protestantes del mayor grupo pentecostés del país: Asamblea de Dios, según cifras del Fact Tank estadounidense.
Los registros de la representación en Estados Unidos del grupo pentecostés reportan que sus miembros se incrementaron en más de 20 por ciento entre 2001 y 2015. Por grupo racial, los blancos decrecieron 1.6 por ciento, mientras que el conjunto de miembros de otros grupos raciales se incrementó en cerca de un 80 por ciento.
La Asamblea de Dios también es más religiosa que la media de las comunidades evangélico-cristianas en el país. Según datos del Pew Research Center, el 74 por ciento de los miembros de la Asamblea identifican la religión como su principal fuente para distinguir entre el bien y el mal; entre los demás evangelistas el porcentaje es del 60 por ciento.
Los servicios religiosos del pastor de la Asamblea de Dios, celebrados los sábados al noroeste de Washington, D. C., empiezan a las 7:00 horas y terminan a las 21:30. Cerca de una hora y media se dedica a cantos alternados con alabanzas a Cristo y frases cortas lanzadas desde el púlpito por los asistentes del pastor —a veces en voz baja, otras entre gritos y llantos—. En el espacio donde se reúnen, de unos 200 metros cuadrados con muros azul claro y alfombras color vino tinto, los creyentes encuentran todo lo que necesitan para participar: biblias, panderos y Kleenex.
La asistente del pastor, de cerca de treinta años con falda por debajo de las rodillas y camisa de manga larga, se dirigía a los creyentes desde el púlpito hace unos sábados. El servicio había comenzado hacia poco menos de veinte minutos y, acompañada de teclado, batería y guitarra en vivo, decía: “Recordemos felices las palabras del Señor en el libro de San Juan 3:16 y de cuál manera fue Dios al mundo. Que dio su único hijo para salvarlo, para pagar el precio de aquellos borrachos, criminales, prostitutas, homosexuales y lesbianas, de todos lo que se han alejado de su presencia. Espíritu Santo: toma todo mi ser, tú que me sacaste de las tinieblas. Cierren los ojos y alaben su gloria”. Algunos presentes se giraron y de espaldas al púlpito se arrodillaron y empezaron a rezar con los codos apoyados en las sillas plegables dispuestas en el lugar.
AMÉRICA: CADA VEZ MÁS HISPANO… EVANGÉLICA
“Cuando el presidente Trump construya el muro también debe construir puentes con la comunidad latina, y hacerlo con el mismo entusiasmo”, decía Samuel Rodríguez, pastor de la Asamblea de Dios el 26 de enero pasado, en respuesta a los decretos del mandatario sobre migración.
El presidente de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés) afirmó: “Estoy de acuerdo con el presidente Trump en que asegurar nuestras fronteras es de vital importancia para garantizar la seguridad de todos los estadounidenses […] nuestro objetivo y nuestro enfoque continuo en la NHCLC será garantizar que estas políticas siempre sean equilibradas por el respeto a la santidad de la vida y el bienestar de los inmigrantes”.
TRUMP NO ESTÁ SOLO: ha encontrado un aliado natural en el
grupo pentecostés Asamblea de Dios, representado por el religioso de origen
puertorriqueño Samuel Rodríguez. FOTO: SPENCER PLATT/AFP
Los inmigrantes representan cerca del 9 por ciento de los evangélicos en Estados Unidos, en la Asamblea de Dios el 20 por ciento de sus miembros lo son, según cifras del Pew Research Center.
Si las políticas en materia de migración del presidente Donald Trump fueron criticadas por distintos sectores de la sociedad estadounidense, las últimas en materia religiosa son impopulares entre el público en general. “La gran mayoría de los americanos y de las Iglesias en el país apoyan la Enmienda Johnson. No quieren que el debate político irrumpa en sus congregaciones. Los únicos empeñados en revertir la Enmienda es una pequeña base de evangélicos, en su mayoría blancos”, afirma en entrevista Annie L. Gaylor, fundadora y codirectora de la Freedom From Religion Foundation (FFRF).
La organización sin fines de lucro FFRF demandó al presidente Trump el pasado 4 de mayo ante la corte federal de Madison, Wisconsin, argumentando que la orden ejecutiva sobre libertad religiosa, firmada ese día, privilegia a la Iglesia por encima de otras organizaciones sin fines de lucro.
“Las Iglesias y organizaciones sin fines de lucro gozamos del gran privilegio de ser subsidiadas por el público, a través de donaciones que son deducibles de impuestos. Los donadores pueden hacer uso de este maravilloso beneficio fiscal por ser dinero destinado únicamente a dos rubros: caridad y educación”, explica Annie L. Gaylor.
Con la orden ejecutiva sobre libertad religiosa, dice la codirectora de la FFRF, Trump abre la posibilidad a los partidos políticos de hacer donaciones a las Iglesias buscando atraer beneficios con fines políticos y electorales.
“Todas las identidades fiscales debemos hacer declaraciones de impuestos, excepto las organizaciones religiosas. Si permiten la entrada de donaciones de políticos, estas se pueden convertir en máquinas lavadoras de dinero electorales. Es difícil predecir los efectos concretos, pero nuestras elecciones serán corrompidas […] se generará todo tipo de ramificaciones que incluirán a la comunidad hispana y a todas las demás”, dice Annie L. Gaylor.
Barack Obama consiguió el 67 por ciento y el 71 por ciento del voto latino en las elecciones de 2008 y 2014, respectivamente; Donald Trump solo el 29 por ciento. La base electoral de Trump fue de 80 por ciento de blancos evangélicos que lo eligieron por encima de Hillary Clinton.
No obstante, la campaña de Donald Trump se dirigiera principalmente a la población base del país (la de blancos conservadores y evangélicos), el candidato intentó acercarse a la comunidad hispana. El republicano atrajo simpatías de grupos evangélicos, en específico del presidente de la NHCLC. Esta organización, fundada por Samuel Rodríguez en 2001, se autodenomina “la mayor organización cristiana hispana del mundo [con más de] 100 millones de evangélicos hispanos”.
Según datos del Pew Research Center, los hispanos más afines a los republicanos son los evangélicos, el 30 por ciento se identifica con dicho partido. Entre los católicos y los no afiliados a ninguna religión, solo el 21 y el 16 por ciento dicen ser afines al partido republicano.
“Estados Unidos está atravesando un gran cambio en términos religiosos y demográficos. Hasta hace diez años el corazón estadounidense, en términos culturales y de presencia demográfica, era de blancos –anglosajón y protestante–”, afirma en entrevista Robert P. Jones, autor del libro The End of White Christian America. En el texto el autor concluye que el cambio más drástico sucedió entre la primera elección de Barack Obama y la elección de Donald J. Trump.
Según afirma Robert P. Jones, con base en cifras de la General Social Survey y el American Values Atlas, los “blancos no hispanos” (es decir, todos blancos que no tienen orígenes hispanos o latinoamericanos) afiliados a Iglesias cristianas (católicas y protestantes) pasaron de representar el 54 por ciento a ser el 43 por ciento de la población. Los motivos, según Jones, se encuentran en el incremento de la población hispana del país con tasas de nacimiento más altas y el alejamiento de la gente de la religión.
La población estadounidense es cada vez menos religiosa; mientras los demás grupos raciales tienden a abandonar las filas de todas las Iglesias, el porcentaje de hispanos incrementa entre los católicos y los cristiano-evangelistas.
LOS HISPANOS más afines a los republicanos son los
evangélicos, el 30 por ciento. Entre los católicos y los no afiliados a ninguna
religión, solo el 21 y el 16 por ciento dicen simpatizar con el Partido
Republicano. FOTO: JIM WATSON/AFP
El Fact Tank Pew Research Center concluyó que entre 2007 y 2014 únicamente dos grupos incrementaron sus filas: los no afiliados a ninguna religión (que incrementaron 13.6 puntos porcentuales) y los evangélico-protestantes que se estabilizaron con un ligero incremento de 1.5 puntos. Por otra parte, un análisis comparativo entre blancos e hispanos del Public Religion Research Institute señala que, entre 1993 y 2014, los protestantes blancos decrecieron 13 por ciento, mientras que los hispanos afiliados incrementaron 4 por ciento.
“Dentro del panorama religioso estadounidenses solo dos grupos están creciendo: los que no pertenecen a ninguna religión y los cristianos hispanos. En una década la Iglesia católica estadounidense podría ser en su mayoría latinoamericana, y si las tendencias continuaran en el futuro, podrían suceder cambios relevantes también entre los evangélico-protestantes”, dice el CEO del PRRI.
IGLESIA: PEDACITO DE CIELO
“Creo que nuestras iglesias y espacios de oración deben ser una probadita del Cielo, un pequeño bocado del premio que recibiremos”, dice la reverenda Annie Washam, pastora titular de la First Baptist Church in America. “Nosotros ya estamos practicando lo que vendrá, elegimos reunirnos con personas con las que nos sentimos relacionadas, de diferentes edades, visiones políticas e ideológicas. Esto no sucede comúnmente en nuestra vida colectiva como sociedades y menos durante el actual momento político que atraviesa el país”, afirma Washam.
La opinión pública estadounidense está polarizada sobre temas raciales y de política social, económica y exterior. Cuestiones a las que se añaden las de orden moral como el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo. La aceptación moral del aborto permaneció casi invariable entre la primera administración Obama y el comienzo de la administración Trump, al pasar de 40 a 43 por ciento, según la encuestadora Gallup. En el caso del matrimonio homosexual, la balanza se invirtió: en 2008 cuatro de cada diez personas aprobaban el matrimonio homosexual, y en febrero pasado eran mayoría: seis de cada diez, según el American Values Data.
“Creo que toda lectura seria y sabia de las Escrituras reconoce que se trata de un documento moral y que el evangelio es político. Cualquiera que tome la religión en serio ya está metiendo las narices en los temas de actualidad. Lo que no significa que debamos ir tan lejos como apoyar algún candidato político. La Iglesia ya tiene suficiente autoridad moral y política, sería el colmo que nos convirtiéramos en otro grupo político en activo”, dice Washam en referencia a la reciente orden de libertad ejecutiva firmada por Donald Trump.
Había transcurrido poco menos de dos horas desde el comienzo del servicio religioso del pastor de la Asamblea de Dios en Washington, D. C. Alrededor de cuarenta hispanos acudieron, varios de ellos con sus hijos. Eran las nueve de la noche y, en el lugar, cerca de una decena de niños de entre tres y quince años, lucían cansados luego de dos horas rezando, cantando, bostezando o sentados con la mirada en el vacío. Algunos ya dormían, otros lloraban, los mayores aprovechaban para adelantar la tarea.
El ambiente en la iglesia era cálido: son comunidad, todos hispanos, todos creyentes y todos afligidos por problemas cotidianos. Esas horas compartidas con otras familias semanalmente crean lazos por fuera de la iglesia que se traducen en apoyo mutuo. En el espacio de oración se abstraen del mundo exterior, nada de afuera puede incomodarlos mientras se dedican a su dios, ni los agentes de la Deportation Force de Donald Trump.
La reverenda Annie Washam concluye: “Creo que cualquier acción que fracture más las frágiles comunidades que acogemos en nuestros lugares de culto no solo irá en detrimento de las Iglesias en general, sino de toda la nación porque lo que nosotros creamos son pequeños espacios de amor entre unos y otros, entre personas que eligen estar ahí y compartir su fe. Las ideologías políticas y la fe suceden antes de reunirnos como comunidad”. N
—∞—
El reverendo Samuel Rodríguez, presidente de la NHCLC, rechazó la entrevista solicitada por Newsweek en Español.
—∞—
Reportaje de archivo, publicado originalmente el 23 de junio de 2017.