A la zaga de la
reciente elección estadounidense, mientras personalidades próximas y lejanas (y
muy lejanas) peregrinaban a la Torre Trump con la esperanza de averiguar cuál
sería el aspecto de la muy inopinada presidencia, de pronto se formó una de las
parejas más insólitas. El presidente electo –alto, bronceado y meticulosamente
peinado- apareció junto a un hombre pequeño y con aspecto de duende: nada menos
que el CEO de la compañía más famosa de China, un país que el candidato Donald
Trump vilipendió repetidas veces durante su campaña, calificándolo de villano
comercial.
En la vida
extraordinaria de Ma Yun –conocido por los occidentales como Jack Ma-, aquel
encuentro y el consabido saludo con esteroides no fueron más que otro de muchos
momentos extraordinarios. Ma, fundador y presidente ejecutivo de Alibaba Group,
había ido a Manhattan para decirle a Trump que quería ayudar a los empresarios
de Estados Unidos a vender sus bienes directamente en China; por supuesto, usando
su sitio de comercio electrónico para conectar compradores con vendedores.
Mientras Ma se dirigía a la prensa, hubo un momento en que Trump se inclinó
hacia el micrófono y, para no variar, lo interrumpió, diciendo: “Ama a este
país”.
Segundos
después, Trump se dio cuenta de que había metido la pata. Proclamar al mundo
que el empresario más visible del planeta “amaba” a Estados Unidos, a sabiendas
de que opera en un país dirigido por un régimen autoritario que (en el mejor de
los casos) es un rival estratégico de Washington, dejaba a Ma muy mal parado en
China. Así que Trump, quien sobrepasaba en altura a su diminuto acompañante,
volvió a inclinarse para interrumpir, con tono nervioso: “También ama a China”,
mientras Ma sonreía sin decir palabra.
No sorprende que
ese par congeniara aquel día (y según amigos, así fue). Igual que Trump, Ma es
brusco y directo, en particular, para el estándar de los empresarios chinos,
que en su mayoría evita llamar la atención de la misma manera como Trump evita
las corrientes fuertes. Pero Ma no es así. “Es un alienígena”, afirmó cierta
vez su amigo y colega multimillonario, Guo Guangchang, fundador del
conglomerado de Shanghái, Fosun Group. “Es muy poco convencional”. Por ejemplo,
cada año, Ma ofrece una reunión para los “Aliren” (gente de Alibaba) de todo el
mundo en la sede de la compañía en Hangzhou, a unos 180 kilómetros de Shanghái.
Empleados y clientes lo escuchan evangelizar su marca. Y eso hace, evangelizar.
Porque se lanza en discursos apasionados sobre los logros de la empresa, y
también sobre lo que no ha podido hacer. Invita a celebridades, políticos y
empresarios. Arnold Schwarzenegger asistió cuando era gobernador de California.
Vi a Ma traducir con gran destreza una sesión de preguntas y respuestas para
Jon Huntsman, el entonces embajador estadounidense en China; y también lo vi
compartir el escenario con el CEO de eBay, una compañía que expulsó de China,
con enorme satisfacción, cuando Meg Whitman (quien hoy dirige Hewlett-Packard)
se encontraba a cargo.
Conocí a Ma
cuando estaba ganándole la partida a Whitman, a principios de los años 2000. Lo
hallé sentado en su oficina y, con profundo orgullo, relató varias anécdotas
sobre los numerosos errores que había cometido eBay (por entonces, su principal
competidor en China). Me dijo que Whitman visitaba en secreto el país y pasaba
semanas con su equipo chino, tratando de corregir su estrategia. Incluso me
reveló dónde se hospedaba Whitman durante sus viajes (en el ala residencial
privada del J.W. Marriott, en Shanghái). Rio durante nuestra conversación,
burlándose de su rival y su compañía. Se mostró tan abierto que me costó creer
que estuviera entrevistando a un CEO chino. Cuando salí de la oficina, llamé al
Marriott donde Ma dijo que Whitman estaba alojada. Tenía razón.
Ma no es
jactancioso como suele serlo Trump, pero tiene tremendas ambiciones personales
y para su compañía; tan extremas, que algunos analistas las consideran
riesgosas para Alibaba. El próximo mes, con el pretexto de (en sus palabras)
“equilibrar el campo de juego” para el comercio entre Estados Unidos y China,
Ma intentará expandir la presencia de Alibaba en Estados Unidos. Visitará
Detroit en el marco de Gateway 17, un evento de dos días patrocinado por
Alibaba, cuyo propósito es demostrar que los negocios estadounidenses pueden
utilizar el centro comercial virtual de Alibaba para vender en China. A tal
fin, presentará a unos cuantos emprendedores estadounidenses que ya están
operando en Alibaba. Ma habla con entusiasmo de un productor de cerezas de tercera
generación, radicado en Washington, quien ha vendido “toneladas” de cerezas en
China a través de la plataforma de Alibaba; y de Lucky Vitamin, una farmacia
familiar de Filadelfia que está vendiendo miles de productos en ese país.
La propuesta de
Ma es muy directa: China está abierta a los negocios, y su plataforma te
permite tratar directamente con los consumidores; nada de intermediarios ni
dependencias gubernamentales que obstruyan tu capacidad para competir. Y si
bien la economía china se ralentiza, la venta detallista está floreciendo. Ma
señala que, el año pasado, China superó a Estados Unidos como mercado
detallista, con desembolsos por casi 5 billones de dólares. En Detroit, el
mensaje de Ma a los estadounidenses propietarios de pequeños negocios será,
esencialmente, el mismo: China tiene 1,300 millones de clientes potenciales,
así que usen Alibaba para localizarlos.
¿Acaso Ma cree
que su plataforma puede dejar huella en el enorme déficit comercial bilateral?
No, “pero sin duda podemos ser una fuerza positiva en ese sentido”. Tal es el
mensaje que sedujo a Trump, quien ha dejado de vilipendiar a China; aunque es
posible que la ayuda de Beijing para lidiar con Corea del Norte haya influido
más en eso que el encanto de Ma.
LLUVIA DE ORO:
Ma y Trump congeniaron en enero, quizás porque Ma ofreció un medio para que las
empresas estadounidenses aumenten sus utilidades accediendo al extenso mercado
detallista chino. FOTO: DREW ANGERER/GETTY
EL EXPLOSIVO
CÓCTEL DE CAMARONES
No es
exageración afirmar que Ma es el principal responsable del pasmoso crecimiento
del comercio electrónico en su país. Igual que la leyenda del finado Steve Jobs
en su cochera, creando la primera computadora Apple (es con Jobs con quien
comparan a Ma con más frecuencia, y con razón), la historia empresarial de Ma
es la más famosa de la China moderna. Inició con dos compañías fallidas, y
luego pasó dos años muy difíciles trabajando como burócrata en uno de los
ministerios económicos de Beijing, para después regresar a su ciudad natal de
Hangzhou. Allí, en febrero de 1999, reunió a varios amigos en su apartamento
para contarles de su visión para un nuevo negocio, Alibaba. Duncan Clark, amigo
personal y consultor de Alibaba durante años (también escribió el libro de
reciente publicación, “The House That Jack Built”) dice que, pese a sus dos
fracasos, Ma tenía absoluta confianza en su idea de una plataforma de comercio
electrónico; tanta, de hecho, que hizo filmar la reunión para la posteridad.
En aquellos
días, la película favorita de Ma era “Forrest Gump”, y a menudo cita la escena
en que Gump hace una fortuna acarreando camarones después de una tormenta. Dijo
a sus amigos reunidos que, en los primeros días del comercio electrónico en
Estados Unidos, casi todas las grandes compañías eran sitios “B2B” (business to
business, o negocio a negocio). “Los sitios B2B estadounidenses son ballenas”,
sentenció Ma, “pero 85 por ciento de los peces del mar son como camarones. No
conozco a alguien que gane dinero con las ballenas, pero he visto a muchos
ganando dinero [acarreando] camarones”. Y con esas palabras, en una época en
que China solo tenía 2 millones de usuarios Internet (hoy tiene 730 millones),
nació la idea de individuos y pequeños negocios haciendo transacciones
comerciales entre sí.
SIEMPRE CERRANDO: Ma es un showman y un
vendedor entusiasta que gusta de compartir el escenario con celebridades (como
Scarlett Johansson) en los eventos de la compañía. FOTO: FEATURE
CHINA/BARCROFT/GETTY
ADVERTENCIA AL
USUARIO
Pese a lo
seductor que pueda resultar el mensaje que Ma dirija el próximo mes a los
empresarios estadounidenses, los negocios en la plataforma Alibaba pueden
suponer problemas. Desde hace años, las empresas estadounidenses se han quejado
del desenfrenado robo de propiedad intelectual en China, y este problema agobia
a Ma y a Alibaba. Las imitaciones son tan comunes en China –un bolso que parece
un Louis Vuitton original, una copia de una pañoleta de Hermès-, que la
plataforma principal de Alibaba (Taobao) en ese país se ha visto inundada de
falsificaciones. Hasta el gobierno central ha lanzado mordaces críticas contra
la empresa porque no consigue acabar con las falsificaciones vendidas en su
sitio.
Algunos
empresarios estadounidenses han detectado problemas en Alibaba. Después del
encuentro de Ma y Trump en enero, Michel Keck, una artista de Indiana, instó a
otros propietarios de pequeños negocios a que estuvieran alertas. Aunque nunca
ha intentado vender algo en Alibaba, asegura que el sitio ha ofrecido copias de
sus populares collages a solo 3 por ciento del precio que ella publica. “¿Por
qué alguien querría ofrecer sus creaciones originales, su subsistencia misma,
en un medio donde los falsificadores están listos para robar un concepto o una
idea original?”, cuestiona.
Ejecutivos de
Alibaba insisten en que la compañía es “mucho más eficaz y avanzada” (palabras
de un portavoz) para detectar imitaciones de lo que fuera hace unos pocos años.
En 2016, la empresa retiró 380 millones de listados de productos por considerar
que violaban derechos de propiedad intelectual, y clausuró 180,000 tiendas en
Taobao (individuos o compañías crean “tiendas virtuales” para ofrecer sus
artículos).
En diciembre
pasado, el gobierno estadounidense la emprendió contra Alibaba volviendo a
incluir a la compañía en una lista de “mercados notorios” para productos
falsos. Un ejecutivo de Alibaba, quien declinó ser citado por su nombre, me
dijo: “Mira, hemos tenido logros en cuanto a las imitaciones, pero ¿todavía hay
problemas? Sí”. De modo que, en este caso, compradores y vendedores: cuidado.
FALSIFICACIÓN GARANTIZADA: La andanada de
imitaciones en China y en Alibaba sofocan el entusiasmo de los empresarios
estadounidenses que contemplan hacer negocios electrónicos allá. FOTO: IMAGINE
CHINA/AP
EL SR. ENTERADO
La imagen
pública de Ma y la astucia con que la promueve –por ejemplo, fotografiándose
con Trump y después, el evento Gateway 17- lo han convertido en el rostro
global de los negocios chinos; un rostro no del todo repelente. Sin embargo, su
surgimiento en China –un sistema económico mucho más estrechamente regulado que
el estadounidense- ha demostrado que sabe manipular el sistema de manera sutil
y para su beneficio; y también, que puede ser despiadado. Prueba de ello es una
de sus medidas más audaces, y controvertidas.
Cuando Yahoo y
Softbank eran propietarios de una parte de Alibaba, Ma –sigilosamente- sacó de
Alibaba el sistema de pago Alipay y lo migró a Alibaba E-Commerce Co. Ltd., una
compañía donde tenía una participación de 80 por ciento. Al principio, Alipay
se usaba para pagos en la plataforma Taobao y fue indispensable para el éxito
de la compañía procesando, en aquellos tiempos, hasta 700 millones de dólares
diarios (diversos analistas valuaron en 1000 millones de dólares el segmento
Alipay del negocio). En 2011, el gobierno se dispuso a emitir las primeras
licencias chinas para pagos electrónicos en el nivel detallista (algo así como
Apple Pay), y cuando el Banco Popular de China (PBOC, por sus siglas en inglés)
generó la licencia número 001, la entregó a Alipay y Ma.
Ma justificó el
turbio manejo, que muchos inversionistas denunciaron, explicando que PBOC había
emitido un reglamento ordenando que las compañías no financieras que ingresaran
en el negocio de servicios de pago tenían que ser, enteramente, de propiedad
nacional. Por ello, tuvo que mover el activo de Alibaba, pues había intereses
extranjeros en la empresa.
Cualquiera que
haya sido la causa –o la justificación egoísta- para tomar todo el control de
Alipay, el resultado fue una bonanza financiera para Ma; y otra prueba de
cuánta influencia tiene en China. Clark recuerda que, cuando el rabioso
fundador de Yahoo, Jerry Yang, fue a PBOC para una reunión en la que intentaba
averiguar qué había ocurrido, el funcionario bancario le dijo que el asunto
estaba “fuera de nuestras manos”. Resultó que PBOC requería de un proceso de
solicitud más prolongado y complejo para que las compañías con participación
extranjera entraran en el negocio de servicios de pago, mas no las excluía por
completo. Eso ya no importaba. Ma actuó de manera rápida y solapada, y obtuvo
una licencia que valía miles de millones de dólares.
Hoy, Alipay es
el servicio de pagos electrónicos más importante del país. ¿Cómo se dice
descaro en chino?
CAZADORES DEL ARCA PERDIDA: Ma ha hecho
que Alibaba invierta millones de dólares en Hollywood, e incluso compró una
participación en Amblin, la compañía de producción de Steven Spielberg. FOTO: VCG/GETTY
NO CONOCES A
JACK
Hasta ahora,
Alibaba ha desafiado las expectativas de la mayoría de los analistas en cuanto
a que su negocio principal, el comercio electrónico, empezaría a ralentizarse.
En enero, anunció que sus ventas de comercio electrónico aumentarían 57 por
ciento durante 2017, un incremento respecto del pronóstico de 48 por ciento.
Las utilidades más recientes de la compañía superaron las proyecciones de Wall
Street, creciendo 38 por ciento al total de 2,570 millones de dólares. Y el
precio de las acciones escala más de 40 por ciento año con año.
Todo esto
plantea una pregunta obvia: ¿Por qué Ma ha metido a Alibaba Group en tantos
negocios distintos y en tantos lugares diferentes? Tuvo sentido estratégico
que, el año pasado, comprara Lazada, un sitio de comercio electrónico del
sureste asiático; pero ¿qué hay de la compra de Youku Tudou, la versión china
de YouTube? Esa empresa pierde dinero, y los analistas no perciben un cambio a
corto plazo. A Ma no le interesan esas aves de mal agüero, y responde que le
encanta el negocio, que ha visto la manera de vincularlo con su comercio
electrónico, y que cree que será rentable “pronto”.
Ma también ha
invertido mucho en computación en la nube, compitiendo contra potencias del
sector como Microsoft y Amazon. Un amigo opina que Amazon es fundamental para
que Alibaba entre en ese espacio, porque “Jack quiere igualar a Bezos. Quiere
demostrar no solo que puede igualarlo, sino que puede ser mejor que él”. (Ma
compró un diario, el South China Morning Post de Hong Kong, después que el CEO
de Amazon, Jeff Bezos, comprara The Washington Post). No obstante, varios
analistas de Wall Street no están entusiasmados con esa inversión en la nube
porque, hace poco, Alibaba redujo los precios en un esfuerzo para aumentar su
participación de mercado, lo que resultó en un recorte de las utilidades.
Renombrada Ant
Financial, Alipay está enfrascada ahora en una guerra de pujas por MoneyGram
International, compañía de Dallas y después de Western Union, la segunda más
grande del mundo para transferencia de fondos. Ma también ha expandido la
participación de Alibaba en una de las compañías de comercio electrónico más
grandes de India, cuyo control, de hecho, ya tiene. Eso significa que Ma
competirá contra Bezos y Amazon en el segundo país más poblado del planeta.
Jack también ha
incursionado en Hollywood. Después de invertir en algunas películas –por
ejemplo, “Star Trek: sin límites”, de Paramount-, su unidad de entretenimiento,
Alibaba Pictures Group, compró una participación desconocida en Amblin, la
compañía de producción propiedad del director Steven Spielberg. Ma explica que
el objetivo de la sociedad es hacer películas que resulten populares en China y
en el extranjero. Yu Yongfu, el individuo de 40 años que Ma designó como
director de Alibaba Digital Media and Entertainment Group –división que incluye
a Alibaba Pictures- ha comprometido una inversión de 7,200 millones de dólares
a la producción cinematográfica durante los próximos tres años.
¿Semejante
inversión tiene sentido o es que Ma se ha dejado deslumbrar por el cine? Jack
rechaza la idea. “Tiene mucho sentido ayudar a producir películas para nuestro
mercado y para el mundo”, asegura, aunque no queda claro cuál es la experiencia
o el conocimiento que Alibaba aporta a la industria cinematográfica.
Los analistas
señalan que las interrogantes sobre la pérdida de enfoque corporativo de Ma son
legítimas. “No hay duda de que tienen muchos proyectos en el aire”, comenta
Clark, el consultor. Por su parte, Ma dice que fija prioridades estratégicas
muy amplias y luego, deja que sus ejecutivos administren los negocios como
crean conveniente. “¿Cómo diferimos de General Electric o Microsoft?”, cuestionó,
el año pasado. “No estamos perdiendo el enfoque, en absoluto. Somos una
compañía global con montones de inversiones en montones de lugares. Eso no nos
hace únicos”.
La idea original
que Ma presentó a sus amigos en su apartamento, en 1999, le ha convertido en el
hombre más rico de China, en un personaje con un poder tremendo en su país, y
en un individuo que hoy es capaz de codearse con la realeza de Hollywood
–Spielberg y Tom Cruise- o al menos, con dos presidentes, Trump y Barack Obama.
Ma ha llegado a este punto porque conquistó su mercado nacional, donde su rival
global, Amazon, es un apenas un jugador pequeño. En sus discursos, Ma se
complace en decir que “China ha cambiado en los últimos 15 años, gracias a
nosotros”.
Y ahora, su
visión trasciende las fronteras chinas. “Esperamos que, en los próximos 15
años, el mundo cambie gracias a nosotros”, dice. La siguiente audacia de Ma
será enfrentar a la elite de Silicon Valley. Ya en 1999, dijo a sus
coconspiradores (varios de ellos invirtieron en la compañía original):
“Nuestros competidores no estarán en China, sino en Silicon Valley”.
Tenía toda la
razón. Ma y Alibaba crearon la industria del comercio electrónico en China con
poco más que polvo y un sueño, y él se aferró a la enorme ventaja de ser –como
dicen los consultores empresariales- el “primer actor” en su país nativo, a la
cual no ha renunciado. Ahora enfrenta un panorama distinto. Al volver la mirada
hacia el exterior, todos saben –en el comercio electrónico, en la nube, en los
pagos automáticos y en Hollywood- que Ma se aproxima. Lo que ha creado es
extraordinario, pero su segundo acto promete ser mucho más difícil que el
primero.
—
Publicado en
cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek