Cuando el teniente general H.R. McMaster asuma el control del Consejo Nacional de Seguridad (NSC, por sus siglas en inglés) del régimen del presidente estadounidense Donald Trump, realizando una revisión completa y desarrollando una política con respecto a Rusia en el NSC, el Pentágono y el Departamento de Estado deberán ser una de las principales prioridades para el gobierno.
Rusia ha retomado una postura casi idéntica a la de la Guerra Fría. En las últimas semanas, ese país incrementó los combates en la región ocupada de Donbas, en el este de Ucrania, desplegó un nuevo misil crucero de largo alcance en violación del Tratado de Fuerzas Nucleares Intermedias de 1987, envió un avión para seguir a un buque de guerra estadounidense en el Mar Negro y mandó un barco de reconocimiento para espiar blancos navales de Estados Unidos desde Connecticut hasta Virginia.
Tras algunas esperanzas para una rápida distensión con Washington, las cosas siguen siendo como en la Guerra Fría para el Kremlin.
Además, los canales de televisión rusos, controlados por el Estado, recibieron instrucciones para disminuir drásticamente las menciones de Trump, y de no mostrarse demasiado elogiosos hacia él. La luna de miel entre Putin y Trump parece haber terminado.
Esta impresión se ve reforzada por la retórica de los líderes estadounidenses en la Conferencia de Seguridad de Múnich, realizada en Alemania del 17 al 19 de febrero, en la que los aliados estadounidenses respiraron tranquilos, mientras que Rusia se puso nerviosa. El vicepresidente Mike Pence prometió pedir cuentas a Rusia por el uso de la fuerza en Ucrania, y dijo que el acuerdo de cese al fuego Minsk II debía ser respetado por Moscú.
El 14 de febrero, el vocero de la Casa Blanca Sean Spicer dijo que espera que el gobierno ruso devuelva a Ucrania la zona de Crimea, que ocupó y se anexó en 2014.
De forma igualmente importante, Pence se reunió en Múnich con los líderes de los tres estados bálticos, además de Ucrania y Turquía. Su mensaje sobre la importancia de la alianza de la OTAN fue fuerte y claro.
El Secretario de Defensa, el General John Mattis, también estuvo en Múnich impulsando la alianza del Atlántico Norte. “El enlace trasatlántico sigue siendo nuestro baluarte más fuerte contra la inestabilidad y la violencia”, declaró. También llamó a los europeos a compartir plenamente la carga de la defensa común, algo sobre lo que Trump se muestra categórico, y con sobrada razón.
El Secretario de Estado Rex Tillerson se reunió con su homólogo ruso Sergey Lavrov el 16 y 17 de febrero en la reunión ministerial del G-20 en Bonn, Alemania. “Donde no veamos cara a cara, Estados Unidos defenderá los intereses y valores de Estados Unidos y de sus aliados”, declaró.
El senador John McCain, el influyente presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, pronunció un discurso estratégico en Múnich. Instó a Occidente a no renunciar a sí mismo y a tener la voluntad para defender los valores de la libertad y de la democracia. “No se trata solo de una lucha material… es una lucha moral”. McCain destacó que este es el mensaje que compartieron Pence, Mattis, y el general John Kelly, quienes estuvieron en Múnich.
¿Qué hará Moscú? Lo más probable es que retome la postura antiestadounidense que se convirtió en su rasgo característico cuando el reinicio propuesto por el presidente Barack Obama se vino abajo. Podría expandir la guerra en Ucrania y provocar una respuesta estadounidense que podría dar como resultado un aumento en la militarización de Europa del Este y la exacerbación de la carrera nuclear.
También podría intentar volver a sus bases navales en Vietnam y Cuba, retomando su postura de la Guerra Fría.
Asimismo, es posible que ejerza mayores medidas represivas contra la disidencia local, como lo hizo al evitar que el político de la oposición Alexei Navalny se postulara para presidente en 2018 al aplicarle una sentencia suspendida de cinco años por cargos falsos.
También es probable que Moscú refuerce sus lazos con Irán, cuyo espacio aéreo ya utiliza para bombardear Siria. A Rusia le interesa que haya más recortes en la producción de petróleo por parte de la OPEP para hacer que los precios aumenten, de manera que sus amigos en Teherán y Caracas puedan hacer lo que ella quiera. Irán y Venezuela son miembros fundadores de la OPEP, halcones de los precios del petróleo debido a un pésimo manejo económico en sus respectivos países, y poseen profundos lazos con Moscú, al tiempo que comparten el objetivo de Rusia de hacer que los precios del petróleo aumenten tanto como sea posible.
También es probable que el Kremlin apoye a China, que es el principal adversario de Trump, esperando reciprocidad por parte de Beijing. (Esto presupone un alto nivel de cooperación política y militar entre Moscú y Beijing en el centro de Asia). Sin embargo, es posible que China desee negociar con Estados Unidos, ya que Beijing está dejando de importar carbón norcoreano, indicando así a Washington que quizás le interese llegar a un acuerdo. Aún está por verse si Rusia desea cooperar.
El mejor acuerdo será favorable para los intereses de Estados Unidos y Rusia. Trump ha mencionado que el combate al terrorismo y el control de armas, así como la cooperación para combatir a ISIS, son algo en lo que Moscú está interesado.
Sin embargo, por encima de todo, Rusia desea ser tratada como un igual, a pesar de su Producto Interno Bruto de 1.33 billones de dólares, que es 14 veces menor que el de Estados Unidos, por lo que este último país no necesita comprar la buena voluntad de Moscú. Los recortes en el arsenal nuclear favorecen los intereses de Rusia, especialmente si tenemos en cuenta su situación económica. Por ello, el gobierno de Trump no necesita eliminar las sanciones contra Rusia por el tema de Ucrania sin un quid pro quo muy significativo.
Dado lo anterior, aún si la luna de miel entre Trump y Putin terminó antes de comenzar, no es demasiado tarde para que el Kremlin pueda tender una mano a la Casa Blanca. Sin embargo, debe hacerlo reconociendo plenamente que los intereses nacionales de Rusia necesitan esto, incluso más que Estados Unidos y Occidente.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek