DONALD TRUMP podría ser lo mejor que le haya podido pasar a la inminente oferta pública inicial de Snap.
No es solo que Snapchat, la aplicación de Snap, vaya a adquirir millones de usuarios ahora que las personas huyen de la perniciosa nube política que ha envuelto a Facebook como la contaminación en un día de alerta roja en Pekín. Hay una forma aún más importante en la que el nuevo presidente ayudará a la empresa: está alimentando el temor a un estado vigilante al estilo orwelliano, y Snap es una de las pocas empresas de redes sociales que no basa su modelo de negocios en saber todo lo que pueda acerca de ti. Entonces, según este razonamiento, dentro de unos cuantos años quizá puedas disfrutar de los medios de comunicación convencionales a través de Snapchat sin tener que preocuparte de que alguien llegue a tocar tu puerta a medianoche.
Este podría ser el año en el que el costo de renunciar a nuestra privacidad se vuelva demasiado alto. Hasta hace poco, a la mayoría de nosotros no nos preocupaba mucho nuestra privacidad digital. Hemos estado bastante dispuestos a exponernos a nosotros mismos con el fin de obtener fantásticos servicios gratuitos por parte de Facebook, Google y muchas otras empresas. Pero las nuevas tecnologías comienzan a devorar nuestra privacidad en formas que nunca habíamos experimentado. Y ahora, el gobierno de Trump desea vigilar tus datos como un gato podría ofrecerse a vigilar un comedero de aves. Aparentemente, Trump planea permitir que organizaciones de seguridad como la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) e, incluso, entidades más tenebrosas como Comcast, tomen tus datos y los usen prácticamente como se les antoje.
Hemos comenzado a dar marcha atrás. En una encuesta realizada en enero por Pew Research se encontró que la mitad de los estadounidenses piensan que su información personal es menos segura de lo que era hace cinco años, mientras que alrededor de un tercio no confía en que el gobierno federal mantenga segura su información personal. Normalmente, las personas no actúan según esos temores, pero esto parece estar cambiando. AnchorFree, que fabrica software de protección a la privacidad para consumidores, ha experimentado un enorme aumento en sus contrataciones en Estados Unidos desde que Trump fue electo. Este aumento es similar al que experimentó AnchorFree entre los ciudadanos de Egipto y Túnez durante la Primavera Árabe.
Varios miembros clave del equipo de seguridad de Trump (Mike Pompeo de la CIA, el asesor de seguridad nacional Mike Flynn, el procurador general Jeff Sessions) han indicado que desean ampliar la vigilancia en el país. Trump ha considerado la idea de rastrear a los musulmanes utilizando una base de datos. En enero, la NSA obtuvo el permiso, por parte del saliente gobierno de Obama, de compartir correos electrónicos, mensajes de texto y llamadas telefónicas interceptadas con otros organismos de inteligencia de Estados Unidos, y varios grupos defensores de la privacidad temen que este cambio sea aprovechado por este gobierno. Las nuevas políticas de la NSA “están abriendo la puerta para que se presenten abusos, así como estos últimos se vuelven más probables”, dice Nate Cardozo, abogado de la Fundación Electronic Frontier. Al mismo tiempo, la Comisión Federal de Comunicaciones de Trump desea lograr que resulte más fácil para los proveedores de internet (es decir, para empresas como Comcast y AT&T) dar seguimiento a cada una de tus acciones digitales y utilizarlas con fines publicitarios.
Es posible que el gobierno sea la última de tus preocupaciones. Casi todo lo que construye la industria de la tecnología actualmente promete crear sorprendentes productos y servicios nuevos mediante el aprendizaje máquina, es decir, máquinas que lo averiguan todo acerca de ti. Es probable que ya hayas utilizado los anuncios dirigidos de Facebook con base en tus “me gusta” y en tus publicaciones, o que hayas visto cómo Google hace lo mismo con base en lo que has escrito en su motor de búsquedas o en Gmail y Google Docs. Pero esto comienza a lucir como un emparedado de cátsup comparado con el intrincado platillo de aprendizaje máquina que la industria está preparando.
El software se ha vuelto tan bueno como los seres humanos para comprender el lenguaje hablado. Estamos instalando todos esos dispositivos de escucha de Amazon Echo y Google Home en nuestros hogares. Es como participar voluntariamente en una operación de autoespionaje. Supuestamente, estas cosas solo escuchan una vez que hemos dicho una palabra clave, como “Alexa”, pero pueden escuchar y analizar todo lo que se dice a su alrededor. La policía y los abogados están encantados. En un caso que ahora es famoso, James Andrew Bates fue acusado de asesinar a su amigo, que fue encontrado muerto en una bañera en la casa de Bates, ubicada en Bentonville, Arkansas. La policía observó que había un dispositivo Echo en la casa de Bates y le pidió a Amazon la bitácora de todo lo que el dispositivo había registrado. Amazon rehusó, e insistió en que el dispositivo solo había almacenado unos cuantos segundos de lenguaje hablado después de escuchar la palabra clave. Sin embargo, no hay duda de que esta será la primera de muchas solicitudes legales similares.
Vizio, el fabricante de televisores, acaba de recibir una multa por rastrear secretamente los hábitos de consumo televisivo de sus espectadores. Las aplicaciones móviles pueden rastrear más de lo que crees. En un estudio coescrito por Norman Sadeh, catedrático de ciencias computacionales de la Universidad Carnegie Mellon, se descubrió que aplicaciones móviles como Groupon y Weather Channel registraban la ubicación del usuario cada tres minutos. Se encontró también que la aplicación de fotografías Meitu rastreaba la ubicación del usuario, sus llamadas y su conexión wifi. “Hemos visto enormes cantidades de rastreo”, dice Sadeh.
(Trump sigue usando su viejo teléfono Android para tuitear desde la Casa Blanca. Si Sadeh está en lo correcto, ¿acaso esto no hace que el escándalo de los correos electrónicos de Hillary Clinton resulte comparativamente inofensivo? Algún genio hacker de una organización terrorista probablemente podría calcular exactamente en qué sanitario está sentado mientras tuitea acerca de Saturday Night Live).
A las empresas de tecnología les encanta señalar que actualmente se han desplegado millones de dispositivos de la internet de las cosas. Muchas de estas cosas, algunas de las cuales puedes vestir, como un Fitbit, o un automóvil conectado a la red o incluso un juguete sexual Bluetooth, pueden transmitir datos acerca de ti a alguna base de datos. Si esto no es lo suficientemente personal, actualmente adquirimos pruebas de ADN de bajo costo en Ancestry.com para averiguar acerca de nuestros antepasados, o en 23andMe para ver si tenemos genes que pronostican el cáncer o la calvicie. También en este caso, los organismos de aplicación de la ley están intrigados. Tras un asesinato en Idaho, la policía identificó a un sospechoso al comparar sus muestras de ADN con la base de datos de Ancestry.
Y espera a que la NSA comience a cruzar tus datos digitales con tu información genética. Los organismos de seguridad podrían recopilar suficiente información como para conocernos íntimamente: lo que hemos dicho, dónde hemos estado, a quiénes conocemos, de qué estamos hechos. Lo mismo ocurre con Google, Facebook, Apple, Amazon y muchas otras empresas de tecnología.
En un momento dado, una amplia porción de la población se dará cuenta de que hemos sido puestos totalmente al descubierto, y quizá decidan dejar de dar libremente sus datos personales. Una revuelta como esta sería tremendamente costosa para una gran parte de la industria de la tecnología. Pagamos con nuestra privacidad por servicios supuestamente gratuitos, y luego, los detalles acerca de nosotros se venden a comercializadores que, a su vez, pueden dirigir su publicidad hacia nosotros con toda precisión. Si una cantidad suficientemente amplia de personas ya no desea jugar este juego, el modelo de negocios se acabará.
A eso se debe que Snap sea la oferta pública inicial del momento. Demuestra que es posible construir un negocio de medios de comunicación viable sin extraer muchos terabytes de información acerca de cada cliente. En la presentación de la oferta pública inicial de Snap a realizarse la próxima primavera, se dijo que la empresa contaba con 158 millones de usuarios activos el trimestre pasado y que produjo ganancias de 405 millones de dólares durante el año, equivalentes a seis veces sus ganancias de 2015, calculadas en 59 millones de dólares. La empresa está creciendo como loca. (Revelación: estoy colaborando en un libro con Hemant Taneja de la empresa de capital General Catalyst, que fue uno de los primeros inversionistas en Snap.)
De hecho, Snap podría estar creciendo como loca porque no invade nuestra privacidad. Snapchat comenzó permitiendo a sus usuarios que enviaran fotos que rápidamente desaparecían. Posteriormente, basó su modelo de negocios en la idea de que no es natural generar datos acerca de todo lo que hacemos. Por miles de años antes de la internet, una conversación desaparecía a partir de que terminaba; ningún dispositivo registraba todos los lugares por los que caminabas; cuando terminabas de leer el periódico, este último no sabía cuáles son las notas que habías leído.
La propuesta de Snap es que puede ganarse tu lealtad al devolverte tu privacidad. De esa manera, el pasado podría resultar ser el futuro, y el futuro llegará rápidamente si tenemos que escondernos de la Trumpstapo.
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Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek