LA HISTORIA comenzó a rondar en las cenas de Washington a finales del verano pasado: Donald Trump había sido captado en una comprometedora posición sexual por agentes rusos de inteligencia durante un viaje de negocios a Moscú. Según una versión, contada por un diplomático de alto rango en la administración de Obama, los servicios rusos de inteligencia, reaccionando a la bien conocida obsesión de Trump con el sexo, se había arreglado una noche con un grupo de prostitutas, con cámaras y micrófonos ocultos grabando toda la acción. ¿El detalle que lo dejará boquiabierto? Trump de alguna manera participó en “lluvias doradas”, actos sexuales que involucran orina. Para el momento de la elección, era un secreto abierto, pero sin verificar en el invernadero mediático de Washington.
Pero los rumores cobraron vida nueva este mes cuando un expediente fue anexado al informe conjunto de las agencias de inteligencia de Estados Unidos sobre las intrigas del Kremlin en las elecciones estadounidenses. El expediente, que fue filtrado rápidamente, decía que agentes rusos de seguridad observaron a Trump participar en “actos sexuales pervertidos” que fueron “arreglados-monitoreados por el FSB”, la principal agencia de espionaje del Kremlin. Decía que el FSB “empleó cierta cantidad de prostitutas para realizar un show de lluvias doradas (micción) enfrente de él”. No solo eso —según las fuentes rusas anónimas del informe—, sino que Trump deliberadamente escogió para su correría “el hotel Ritz-Carlton, donde él sabía que el presidente y la señora Obama (a quienes odiaba) se habían alojado en uno de sus viajes oficiales a Rusia… y ensució la cama donde ellos habían dormido”.
CNN reportó solo que un resumen de dos páginas del informe “fue presentado la semana pasada al presidente Barack Obama y al presidente electo Trump [e] incluía acusaciones de que agentes rusos afirman tener información comprometedora personal y financiera del señor Trump”. Citó a “múltiples funcionarios de Estados Unidos con conocimiento directo de los informes” y dijo que el FBI investigaba el asunto. BuzzFeed luego publicó lo que dijo que era el informe completo, “compilado por una persona que afirmó ser exfuncionario británico de inteligencia”.
Al paso de 24 horas, The Wall Street Journal lo desenmascaró como Christopher Steele, exmiembro del MI6, la agencia de espionaje extranjero del Reino Unido, quien había sido colocado en Rusia “por años”. La compañía privada de Steele, Orbis Business Intelligence Ltd., fue contratada primero para investigar los nexos de Trump con Rusia por rivales republicanos de campaña no identificados y, después, demócratas, según reportes noticiosos. Steele, preocupado por sus hallazgos, según reportes noticiosos, también le entregó su expediente al FBI.
La veracidad del informe y sus fuentes fue ridiculizada rotundamente, y en su conferencia de prensa del 11 de enero, Trump lo denunció como “falso… basura”. John McLaughlin, exdirector interino de la CIA, también hizo una advertencia sobre el informe. Sin saber más sobre sus fuentes rusas anónimas y “si alguien tiene una intención oculta y cuál podría ser esta”, dijo a Newsweek, “es imposible juzgar” su veracidad mientras la historia se da a conocer.
Si el informe simplemente añadió una pizca de vicio a la “fanfarronada de besar, agarrar y tratar de tener sexo con mujeres” registrada de Trump, como la describió The Washington Post cuando sacó a la luz un video el otoño pasado, sus seguidores devotos quizá podrían haberle restado importancia como solo otra excentricidad de su ídolo. De hecho, en octubre, una versión anterior y abreviada de las acusaciones reportadas recientemente por David Corn —jefe de la oficina en Washington de la revista Mother Jones—, que cita a “un exalto oficial de inteligencia de un país occidental que se especializa en contrainteligencia rusa”, despertó apenas un interés pasajero.
Pero reempaquetado y ampliado con inteligencia estadounidense, el nuevo informe le añade peso a lo que algunos temen que explique la debilidad por lo demás inexplicable de Trump por el Kremlin, tal vez el principal antagonista de Estados Unidos. Según las fuentes anónimas del informe, “el comportamiento poco ortodoxo de Trump en Rusia al paso de los años les dio a las autoridades suficiente material embarazoso sobre el ahora candidato presidencial republicano para ser capaces de chantajearlo si lo deseaban”.
El chantaje elevaría la historia de sexo sórdido a la seguridad nacional. Y el informe enfatizó lo que la inteligencia estadounidense ha dicho por semanas, con mucho menos efecto: Trump “y su círculo íntimo han aceptado un flujo regular de inteligencia del Kremlin, incluido alguno sobre sus rivales demócratas y otros rivales políticos”.
Aparte de las acusaciones sórdidas, las notas acusan que Rusia trató de seducir a Trump con negocios. “La operación de cultivo del Kremlin sobre Trump”, dijo el informe de inteligencia de Estados Unidos, incluía “ofrecerle acuerdos de construcción de bienes raíces muy lucrativos en Rusia, sobre todo en relación con el actual torneo futbolístico de la Copa del Mundo 2018. Sin embargo, hasta ahora, por razones desconocidas, Trump no había aceptado ninguno de ellos”.
El informe también detalló el interés de Moscú en los Clinton. Informes sobre Hillary Clinton fueron “recopilados” por el Directorio K de la agencia de espionaje FSB “por muchos años”, decía el informe, “remontándose a la presidencia de su esposo Bill”. Pero no se halló mucho al colocar micrófonos ocultos en los cuartos de hotel de Hillary Clinton, dijeron las fuentes: los espías no registraron “comportamiento poco ortodoxo o embarazoso” en las incontables horas de escuchar a escondidas a Clinton y su comitiva. Lo más que pudieron obtener fueron “cosas que ella había dicho que contradecían su postura actual en varios asuntos”.
Queda por ver si el nuevo informe tiene el suficiente poder explosivo para dañar a la entrante administración de Trump. Incluso podría resultar ser falso, o incluso otro batiburrillo de la inteligencia rusa para sumir la política estadounidense en otra ronda de caos.
Y todo ello lo único que demuestra es que nada se vende en Estados Unidos como el sexo.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek