Los islandeses se temen lo peor en un caso que tiene en vilo a este
país poco acostumbrado a los crímenes: la desaparición de una joven que
llevó a la policía a perseguir por los mares a un pesquero groenlandés.
En esta apacible isla del Atlántico Norte, escenario de las sagas
(leyendas medievales plagadas de asesinatos y castigos bárbaros), la
policía patrulla sin armas y hay muy pocos homicidios.
“Es realmente un país seguro, sin guerra ni nada de eso, con una tasa
de criminalidad muy baja”, declara Tomas Kjartansson, de 26 años,
vendedor en una tienda de ropa para hombres.
La desaparición de Birna Brjansdottir, de 20 años, tiene en ascuas al
país. En Reikiavik, el miércoles tuvo lugar una marcha por el último
trayecto por el que se cree que pasó la joven; los medios de
comunicación no hablan de otra cosa.
La joven pelirroja desapareció a las 05:00 horas del sábado tras una velada
como cualquier otra, bebiendo y divirtiéndose en los bares de la
capital.
Vestía pantalón negro, suéter con capucha y zapatos Dr. Martens. Las
cámaras de vigilancia la graban de madrugada, tambaleante por las calles
nevadas del centro de la ciudad, comprando un kebab…
Luego se pierde su rastro. Esa mañana no acude al comercio de ropa en el que trabaja.
El calzado aparece en el puerto de Hafnarfjordur, al sur de
Reikiavik, cerca del muelle en el que está atracado un pesquero
groenlandés, el “Polar Nanoq”. Su teléfono también se encontró en la
zona, donde alguien lo apagó.
Las cámaras confirman la presencia en torno a las 06:30, cerca del
barco, de un coche rojo, un Kia Rio, idéntico al vehículo visto en las
inmediaciones del lugar de Reikiavik donde Birna fue vista por última
vez entre las brumas aurorales.
El “Polar Nanoq” zarpó el día de la desaparición. Le obligaron a dar
media vuelta, escoltado por guardacostas. Atracó en Reikiavik el
miércoles por la noche. Miembros de la unidad de élite de la policía
islandesa, la Viking Squad, interrogaron a la tripulación.
Tres marinos están detenidos, como “sospechosos de poseer información
sobre la desaparición de Birna,” y comparecerán ante el juez, informó
la policía en Twitter.
La policía peinó el barco, pero fuentes policiales citadas por la prensa islandesa dudan de que la joven haya subido a bordo.
Problemas de alcohol
Si se confirma que fue un crimen, el caso Birna Brjánsdóttir pasará a los anales de la policía islandesa.
En este país de 330,000 habitantes la criminalidad es tan poco
frecuente que la primera vez que la policía disparó a un hombre fue en
diciembre de 2013.
Desde 2001 se registraron 1.8 homicidios por año de promedio, según
las estadísticas policiales. Y normalmente son obra de desequilibrados o
de personas bajo los efectos del alcohol.
“Siempre hemos sido una sociedad homogénea, preocupada porque haya
igualdad”, analiza el sociólogo Helgi Gunnlaugsson. “Somos una familia,
nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir en esta isla”,
explica.
Paradójicamente, uno de los autores de novelas policiales más
vendidas del mundo, Arnaldur Indridason, es islandés. ¿Pura imaginación?
Quizá no tanto, afirma su traductor al francés, Éric Boury.
“Se tiene la sensación de que aquí no se puede morir” de muerte
violenta, “y eso que saben que la naturaleza es peligrosa, que un volcán
puede devastarlo todo”, recuerda.
Y además, añade Éric Boury, “esta sociedad que parece tranquila no lo
es tanto. Hay problemas de droga y de alcohol, graves problemas de
alcohol”.