Algunos capos de las drogas se llevan su ostentoso estilo de vida
literalmente hasta la muerte: en un cementerio mexicano abundan tumbas
de dos pisos equipadas con sala de estar, aire acondicionado y vidrios a
prueba de balas.
El domingo pasado se cumplieron en México 10
años desde que el gobierno lanzó a las Fuerzas Armadas en una guerra
contra las drogas que desató una ola de violencia con saldo de decenas
de miles de muertos, muchos de ellos enterrados por el crimen organizado
en fosas clandestinas o dejados a la orilla de una carretera o colgados
de un puente.
Pero los jefes de las drogas de Sinaloa, en el noroeste de México
y bastión del encarcelado capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, se procuraron
un final más digno y ahora descansan en sitios como Jardines de Humaya,
en Culiacán, la capital estatal.
LEE TAMBIEN: A diez años del inicio de la guerra contra el narcotráfico en México
FOTO: Alfredo Estrella / AFP
Una cripta se asemeja a una capilla, con blancas columnas, vitrales con ángeles y una efigie de Jesucristo de pie en el techo.
Otras parecen modernos departamentos con puertas de vidrio, escaleras
que conducen al segundo piso y salas de estar con sillones para los
dolientes. En al menos dos de ellas hay árboles de Navidad.
Una cripta que según dicen alberga los restos de un sicario del
cartel de Sinaloa tiene una puerta de vidrio a prueba de balas, una cruz
que brilla en la oscuridad en lo alto del domo y cámaras de vigilancia
en la entrada.
Al caer la noche, las luces se encienden de manera automática en varias tumbas. Muchas tienen sistemas de alarma.
FOTO: Alfredo Estrella / AFP
La mayoría de las criptas tienen en sus muros fotografías o pinturas
de los fallecidos, muchos de ellos de entre 20 y 30 años, pero sin
nombre que los identifique.
“Es una expresión del poder del cual han sido ellos ostentosos y creo
que también es una manifestación de su ánimo de eternidad, que eso es
muy natural en cualquier ser humano”, comenta Juan Carlos Ayala,
profesor de filosofía de la Universidad Autónoma de Sinaloa y
especialista en “narco-cultura”.
“Narcocultura”
Las lujosas tumbas son uno de los símbolos de la “narco-cultura” que
ha florecido en la última década y le añade una faceta religiosa a un
submundo que también ha servido de inspiración en la música, series de
televisión, películas y moda.
“El narcotráfico va permeándose con una comunidad, con una cultura
tradicional (…) estamos prácticamente con dificultades de apreciar
dónde termina una y dónde comienza la otra”, añade Ayala.
TE RECOMENDAMOS: La violencia no se resuelve a balazos: Cienfuegos
FOTO: Alfredo Estrella / AFP
Algunos gobiernos locales han prohibido la difusión de los llamados
“narco-corridos”, interpretados por bandas rancheras y que narran las
aventuras de los capos de las droga.
El mes pasado, algunos legisladores quisieron prohibir la transmisión
en televisión abierta en horario estelar de las llamadas “narco-series”
pues temen que influencien a los niños.
Protección sobrenatural
La “narco-cultura” también se ha mezclado con la religión.
Criminales y millones de mexicanos adoran a un esqueleto conocido
como la “Santa Muerte”, culto considerado blasfemo por la iglesia
católica.
Muchos adoran a otro popular “santo” llamado Jesús Malverde, quien
según la leyenda fue una especie de Robin Hood, un bandido que robaba a
los ricos para dar a los pobres hasta que fue colgado en Culiacán, en
1909.
“Hay un fuerte componente religioso en la narco-cultura porque si hay
alguien que necesita una protección supernatural son los narcos, que en
cualquier momento pueden ser abatidos por sus rivales o por las fuerzas
de seguridad”, comenta Andrew Chesnut, profesor de estudios religiosos
de la Universidad Commonwealth de Virginia y autor de “Santa Muerte: la
segadora segura”.
FOTO: Alfredo Estrella / AFP
En sus muros, los devotos han dejado pesos mexicanos pero también
billetes de Estados Unidos, Canadá, Colombia y Cuba, además de
fotografías y notas de agradecimiento.
Néstor Paul Torres, un vendedor de flores, dice que le rezó a
Malverde luego de que lo encarcelaron injustamente acusado de robar un
banco. Mientras estuvo en prisión, hizo un busto de Malverde en madera
que ahora se puede observar junto a otros regalos dejados por devotos.
“Salí gracias a él”, dice Torres, un católico que lleva una cruz en el pecho y que rezó ante el altar a Malverde.
“Hay mucha gente pobre que viene. No es por eso que seamos narcos”, señala.
“Ahorita estoy pidiendo otro milagro. Yo sé que él va poder y me va
cumplir”, dice Torres, que planea traer una banda musical para que le
cante a Malverde si le cumple el milagro de comprar un auto.
En Culiacán se ha erigido una capilla en honor a Malverde y en la que
sus fieles se arrodillan ante el busto del santo para pedir milagros.
—
Texto de Laurent Thomet / AFP