Desde ocho vasos de agua al día hasta batidos de proteína: nos bombardean con mensajes sobre qué y cuándo debemos beber, particularmente durante el ejercicio. Mas esos dogmas de hidratación son relativamente nuevos. Por ejemplo, en la década de 1970 la sugerencia era que los maratonistas se abstuvieran de ingerir líquidos por el temor de que afectaran su velocidad.
Hoy día, nuestra obsesión es mantenernos hidratados cuando hacemos ejercicio, no solo con agua, sino con bebidas que los especialistas aseguran que hacen mucho más que evitar la deshidratación; incluso mejoran el rendimiento atlético. No obstante, la evidencia sobre los beneficios de estas bebidas es bastante limitada. Y, de hecho, en algunos casos podrían ser nocivos para tu salud. Entonces, ¿cómo es que las bebidas deportivas han llegado a considerarse tan importantes?
Mucha de la atención puesta en la hidratación se remonta al boom de las carreras en las calles, el cual comenzó con la maratón de Nueva York en los años setenta. Los patrocinadores deportivos y los fabricantes de bebidas detectaron un mercado creciente y lanzaron productos especializados para atletas en ciernes. La producción del primer lote experimental de la bebida deportiva Gatorade costó apenas 28 libras esterlinas (34 dólares), y ha engendrado una industria con ventas anuales aproximadas de 260 millones de libras esterlinas (315 millones de dólares), solo en el Reino Unido. Pero el consumo aumenta continuamente, por lo que, en los últimos años, se ha convertido en el sector de crecimiento más acelerado en el mercado de refrescos del Reino Unido. De ese modo, lo que surgió como una mezcla de nutrientes simples que encuentras en la cocina, se ha transformado en un “componente esencial del equipo deportivo”.
Cómo comercializar la victoria
El secreto del auge pasmoso de las bebidas deportivas se encuentra en la combinación de ciencia y mercadotecnia creativa. Una investigación de British Medical Journal ha encontrado que las compañías de bebidas empezaron a patrocinar a grupos de científicos para llevar a cabo investigaciones en hidratación, lo cual creó todo un campo científico nuevo. Esos mismos científicos comenzaron a asesorar a organizaciones influyentes en medicina deportiva para desarrollar lineamientos que decantaron en los consejos de salud de organismos como la Autoridad Europea en Salud Alimentaria y el Comité Olímpico Internacional. Y esos “consejos” han contribuido a desatar el temor sobre los peligros de la deshidratación.
Uno de los mayores éxitos de la industria fue diseminar la idea de que el sistema natural del cuerpo para distinguir la sed no es un mecanismo perfecto para detectar y responder a la deshidratación. Las afirmaciones incluyen que: “El mecanismo humano de la sed es un indicador de líquidos necesarios, impreciso y a corto plazo… Por desgracia, no existe una señal fisiológica clara de que ha ocurrido deshidratación”.
En consecuencia, las organizaciones de salud aconsejan comúnmente que ignores tus mecanismos naturales de sed. Por ejemplo, Diabetes U.K. sugiere: “beber cantidades pequeñas con frecuencia, aunque no tengas sed –alrededor de 150 ml de líquido cada 15 minutos- porque la deshidratación afecta el rendimiento de manera drástica”.
Los fabricantes aseguran que, comparadas con el agua potable, el sodio de las bebidas deportivas puede acentuar la sed y ocasionar que consumas un mayor volumen de líquido. También afirman que esas bebidas contribuyen a que retengas más líquido, porque los carbohidratos que contienen las bebidas ayudan a absorber agua en el intestino delgado.
Esto implica que tu mecanismo de sed necesita estímulos para hacerte beber suficiente agua. Sin embargo, las investigaciones demuestran que la sed natural es un disparador mucho más confiable. Una revisión de investigaciones sobre el tiempo de prueba de ciclistas concluyó que la mejor estrategia es depender de la sed para evaluar la necesidad de reemplazo de líquidos. Este “meta-análisis” demostró, por primera vez, que consumir líquido, dependiendo de la intensidad de la sed, permite maximizar tu rendimiento en resistencia.
Además de esto, es común que se repitan muchas de las afirmaciones sobre las bebidas deportivas sin hacer referencia a evidencia alguna. Una revisión deBritish Medical Journal analizó 1,035 páginas Web de bebidas deportivas e identificó 431 afirmaciones de rendimiento atlético mejorado para un total de 104 productos. No obstante, más de la mitad de los sitios no proporcionaba referencia alguna; y en cuanto las referencias proporcionadas, todas incumplieron el requisito de señalar, sistemáticamente, las debilidades y fortalezas del producto. De la mitad restante, 84 por ciento citó estudios considerados con un alto riesgo de prejuicio; solo tres fueron juzgados como de alta calidad; y ninguno hizo referencia a revisiones sistemáticas, las cuales son la forma más sólida de evidencia.
¿Más daño que beneficio?
Uno de los problemas más importantes de muchos estudios sobre beneficio de las bebidas deportivas es que reclutan voluntarios con un alto nivel de entrenamiento, quienes se someten a ejercicios de alta intensidad durante periodos prolongados. Sin embargo, la gran mayoría de los usuarios de bebidas deportivas entrena pocas horas a la semana o bien, realiza ejercicios de baja intensidad (por ejemplo, camina en vez de participar en una carrera). Esto significa que las evidencias actuales no tienen la calidad necesaria para informar al público sobre los beneficios que ofrecen las bebidas deportivas.
Aún más importante, conforme la popularidad de las bebidas deportivas aumenta entre los niños, podrían contribuir a la epidemia de obesidad. Una botella típica de 500 ml contiene alrededor de 20 gramos de azúcar (el equivalente a 5 cucharaditas) y eso representa una cantidad enorme de calorías que entran en el organismo. No obstante, debido al patrocinio de atletas de elite y las afirmaciones sobre los beneficios de hidratación, las bebidas deportivas menosprecian las asociaciones insalubres a los ojos de muchos consumidores. Un estudio halló que más de la cuarta parte de los progenitores estadounidenses creen que las bebidas deportivas son saludables para sus hijos.
No quiero decir que sean inútiles las investigaciones en hidratación con diferentes bebidas. Por ejemplo, podrían identificar las bebidas que ayudan al cuerpo a retener líquidos a largo plazo. Esto sería un beneficio real en situaciones en que los atletas tienen acceso limitado a los líquidos o cuando no pueden tener descansos frecuentes para usar el sanitario.
Pero las evidencias actuales no son suficientes para informar al público sobre los beneficios y daños de los productos deportivos. De lo que podemos estar seguros es de que las bebidas deportivas no ayudan a transformar corredores casuales en atletas olímpicos. De hecho, si evitan estas bebidas cargadas de azúcar, probablemente serán más esbeltos y, en consecuencia, serán más rápidos.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek