Dinara Kasko, arquitecta y chef
ucraniana,toma los pasteles y dulces como si
fueran maquetas de edificios: se sirve de la tecnología 3D para crear moldes de
silicona para sus postres.
Lo primero que hace Dinara es imaginar la construcción, bocetar sus ideas
e imprimirlas en 3D. Lo que sigue son recetas de
postres, la mezcla de harina, polvo de hornear, huevos, azúcar, en precisas
porciones y orden determinado de incorporación.
Una vez que ya están listos, horneados y
aireados, entra en el escenario la arquitecta que sigue siendo, construye,
levanta, articula panes que quedan atrapados justo en medio, entre un delicioso
postre y una bella pieza de diseño, o mejor dicho, se convierte en los dos al
mismo tiempo, o lo que ella llama “conectar la pastelería y la arquitectura a
través de formas geométricas y cuidadosas composiciones”.
Sus pasteles parecen modelos esquemáticos de arquitectura contemporánea,
que en lugar de fincarse con acero, hormigón o vidrio, los materiales elegidos
para sus edificios se componen de merengue, gelatina y chocolate.
Dinara es graduada de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de
Jarkov. Ya con el título ejercitó sus
habilidades arquitectónicas durante tres años como diseñadora-visualizadora
para una oficina en los Países Bajos, donde también le hacía de fotógrafa.
Cuando se tomó tiempo libre, después del
nacimiento de su hijo, se dio la oportunidad de seguir su otra gran pasión, la
repostería, inspirándose en su pasado arquitectónico.
“En mis creaciones utilizo principios de
construcción geométrica, como la triangulación –el uso de triángulos para
determinar posiciones de puntos, medidas de distancias o áreas–,el
diagrama de Voronoi –una construcción geométrica que le asigna a cada punto una
región–,y la biomimética –que consiste en utilizar modelos,
sistemas y elementos de la naturaleza–; puede ser cualquier cosa, la
fragmentación de la expansión de conchas en espiral, la estructura de la
hierba, o la forma que toma una burbuja”.
La combinación de Dinara no
tiene desperdicio; enamora la vista por las formas, colores, y composición, y
además le regala al gusto una amplia gama de sabores para dejarse llevar.