Una investigación advierte que “decir la verdad no es
algo blanco o negro para los niños”. Según van creciendo, van discriminando la
realidad y “parece que diferencian la verdad de la mentira, dependiendo del
daño o beneficio que les haga”, señala la psicóloga Alicia Banderas.
“Normalmente, los menores mienten para evitar un
castigo o defender su inocencia cuando cometen un error. No suelen provocar
daño en otros a propósito. Y reciben la mentira como una traición, sobre todo
por parte de sus progenitores”, agrega.
Por su parte, el estudio elaborado por Victoria
Talwar, de la Universidad McGill en Canadá, tiene como objetivo analizar el
desarrollo de la moralidad en los pequeños. La muestra fue de 100 niños entre seis
y los 12 años.
Por lo regular, apunta Talwar en su trabajo, la
mayoría de los padres dice a sus hijos que la mentira es mala, “pero al mismo
tiempo los niños aseguran que sus padres dicen mentiras piadosas para hacer su
vida más fácil”. Esto suele ser muy confuso para los pequeños, por lo que era
necesario tener la imagen completa sobre lo que piensan de la mentira y la
verdad; no todas las mentiras son dañinas y no todas las verdades no lo son, añade
Talwar.
El estudio consistió en mostrar a los niños una serie
de videos en los que marionetas mentían o decían la verdad de forma aleatoria
en varios escenarios: en algunos, lo que decían hacía daño a otros; en otros,
el protagonista se hacía daño a sí mismo para ayudar a otros, y, en otros, los
muñecos decían la verdad y dañaban a otras personas.
Después, se preguntaba a los niños si los personajes
habían sido honestos y si su comportamiento debía ser castigado o no. Los
resultados fueron concluyentes: no hay edad para distinguir entre la verdad y
la mentira, pero hay matices. “Los niños más pequeños ven las mentiras y las
verdades más en función de blanco o negro. Mientras que para los más grandes
(entre diez y doce años) la dicotomía se difumina; son más conscientes de las
consecuencias de sus acciones y de percibir las intenciones detrás”, concluye
la autora.
“Los niños mienten principalmente para evitar castigos”,
explica Alicia Banderas, autora de Pequeños
tiranos, “bien porque quieren conseguir un placer ilícito, o porque quieren
esconder un error no intencionado; los más pequeños también suelen mentir
cuando se sienten avergonzados, y ya en la época preadolescente y adolescente,
tienden a hacerlo para proteger a otros, a sus iguales”.
La edad de inicio de la mentira, según Alicia, suele
ser en torno a los tres o cuatro años. Es una época en la que “los padres pierden
algo de control y los niños ganan en intimidad”, añade. “Los padres también
suelen mentir para proteger su intimidad, sobre todo, en temas como las
relaciones sexuales o las discusiones de pareja”.
Hay un punto en el que los expertos coinciden: “Profesores,
padres, hijos y alumnos deben dialogar sobre este tema para que todos, en
conjunto, lleguen a comprender los distintos tipos de mentiras, cuándo o no
mentir”.