Cientos de miles de mujeres han enfrentado los comentarios misóginos de Donald Trump relatando en las redes sociales las agresiones sexuales que han sufrido bajo el hashtag #notokay (no está bien). Todo inició cuando la escritora canadiense Kelly Oxford invitó a sus seguidoras a relatar los abusos sexuales a los que han sido sometidas, horas después de que The Washington Post diera a conocer una grabación de 2005 en la que Trump describe en forma degradante y vulgar su forma de seducir a las mujeres: “Cuando eres una estrella, ellas te dejan hacer de todo”.
“Mujeres, tuiteen sus primeras agresiones. No son solo estadísticas. Comienzo por mí misma: un viejo en un bus me toca la vagina y me sonríe; tengo 12 años”. Con ese mensaje la bloguera que reside en Los ángeles, lanzó el desafío el viernes pasado. Posteriormente contó otros ataques que ha vidido como cuando tenía 13 años y un niño también le metió mano en clase de teatro; o cuando un dermatólogo le hizo desnudarse cuando tenía 14. También relató que a sus 16 años, un joven de 25 entró en el servicio de mujeres, la empujó en un lavabo y le preguntó si sabía cómo era una violación. Un amigo de él le sacó de allí.
Una hora después de su primer tuit, la canadiense de 39 años, madre de tres hijos, recogía miles de testimonios bajo la etiqueta #notokay. Al día siguiente, Oxford mostró su sorpresa ante el flujo ininterrumpido de respuestas, al ritmo de 50 por minuto, que superaron ampliamente el millón. “No son solo ‘dos tipos hablando ‘ cuando Trump dice que agarra una ‘vagina’ […] No es gracioso […]. Es abuso”, escribió el viernes pasado.
A veces con pudor, a veces con palabras muy crudas, las mujeres contaron cómo un familiar, un amigo de un amigo, un profesor o un desconocido abusó de ellas un día. Pero también recogió relatos de hombres que fueron víctimas de violencia sexual o que están deseosos de tomar distancia del comportamiento de Trump.
Los testimonios siguen llegando, aunque a un ritmo más lento y pueden leerse en Twitter.
Oxford se mostró conmocionada por los desgarradores relatos y al mismo tiempo se dijo “orgullosa” de las mujeres que decidieron compartirlos. “Necesitamos enseñar a nuestros hijos que las mujeres no son objetos a los que ataca cuando se sienten débiles”, escribió la escritora quien además compartió el teléfono de contacto de la Red Nacional de Asistencia a Víctimas de Violación, Abuso e Incesto (RAINN, por sus siglas en inglés).
En varios países de América Latina cientos de miles de mujeres también han utilizado las redes sociales para denunciar de igual forma las agresiones sexuales de las que han sido víctimas.
Hace un año el colectivo feminista Think Olga en Brasil lanzó la etiqueta #primeiroassédio tras las propuestas sexuales realizadas en Twitter a Valentina, una niña de 12 años que participó en el programa Master Chef Junior. El llamado se amplió luego en abril tras un tuit de la activista y columnista colombiana Catalina Ruiz-Navarro que llamó en español a denunciar #miprimeracoso.
Terry O’Neill, presidenta de la poderosa Organización Nacional para las Mujeres de Estados Unidos, recordó por su lado la etiqueta #yesallwomen (sí a todas las mujeres) que inflamó las redes sociales en 2014 y llevó a las mujeres a contar sus experiencias de acoso o de discriminación, apareció luego de una matanza cometida en California por un hombre que quería vengarse del rechazo de varias mujeres a sus avances sexuales.
“Hemos hecho ya muchos progresos, estamos finalmente en un momento donde vamos a poder poner fin a la cultura de la violación”, estimó O’Neill, y subrayó que al menos una persona sobre cinco en Estados Unidos ha sufrido directa o indirectamente este tipo de violencia.
Delilah Rumburg, presidenta del Centro Nacional contra la Violencia Sexual, en Pensilvania, estima que estos testimonios en las redes sociales “crean una toma de conciencia” sobre “este enorme problema de la sociedad”.
Aunque duda que esto haga cambiar de opinión a los electores de Trump, considera “muy alentador” que los hombres participen también en el debate y no sean solidarios con este tipo de conducta. “Cuanto más hablemos de ello, menos aceptable será”, dijo.
Jean Kilbourne, conferencista conocida sobre todo por su trabajo sobre la imagen de las mujeres en la publicidad, se felicitó también del éxito de #notokay. “Durante años toda nuestra cultura nos llevaba a minimizar este tipo de cosas, pese a que tienen un impacto a largo plazo (…) Es extremadamente importante darse cuenta de cuántas mujeres tuvieron este tipo de experiencias”, dijo.