Galway y escuchar a los músicos que comparten sus melodías ante la
cálida audiencia, de repente uno se olvida del siglo en que se encuentra. La fuerza de la historia se respira fácilmente en cada esquina y en
cada montaña de Irlanda, incluso podemos tener la certeza de que algo
verdaderamente valioso subyace detrás.
Es posible que al hablar de cultura en ocasiones el concepto nos
remita a castillos en decadencia u objetos guardados en museos, pero
estos son solo algunos elementos de la cultura “objetivada” porque
algunas formas culturales son intangibles y solo hay que salir a conocer
lo que está pasando allá afuera justo ahora.
En Irlanda esto se percibe de manera formidable a través de la música, las tradiciones, el cine, la gestión cultural, el patrimonio natural,
la literatura y la historia. En realidad la cultura irlandesa lo tiene todo.
GALWAY
Galway es una ciudad al oeste de Irlanda. Hace poco fue oficialmente
designada como Capital Europea de la Cultura para el año 2020, título
que la Unión Europea concede cada año desde 1985 a las ciudades que
presentan un programa cuyo objetivo sea resaltar la riqueza y diversidad culturales de Europa. La designación contribuye a regenerar las
ciudades, a innovar su cultura y a incrementar el turismo.
El lema de Galway 2020 es “Haciendo olas” (Making Waves). Se
tienen previstos programas y proyectos que catalizarán un futuro de
inclusión, participación ciudadana y sustentabilidad cultural. Para ese
caso se implementarán estrategias de largo plazo que contribuirán a
estimular la economía, planear el desarrollo urbano, promover la legranjera en Irlanda después de vivir en ciudades como Los Ángeles,
Minneápolis y Nueva York, ha escrito: “No puedo evitar pensar: ¿qué
nos dirían estas sabias sillassúgánsi estuvieran en condiciones de
hablar?” (http://farmette.ie).
TRADICIÓN ORAL
El lenguaje gaélico, también llamado “irlandés”, ha sido y permanece
como elemento básico de la cultura e identidad de los irlandeses, sin
embargo, como muchas lenguas minoritarias también se encuentra en
peligro, algunas investigaciones sostienen que podría desaparecer en
los próximos 20 años.
Por eso existen organizaciones como la Conradh na Gaeilge, que
trabajan para promover la vigencia del gaélico y reintegrarlo como primera lengua en el país (para conocer más acerca de esta organización y
del lenguaje gaélico se puede visitar la página: www.cnag.ie).
Es a través del lenguaje –sea inglés o gaélico– como se difunden las
leyendas y folclore de Irlanda hasta nuestros días; dichas leyendas han
sido contadas una y otra vez desde épocas muy remotas.
Los antiguos narradores de historias conocidos como seanchaí solían ser invitados a sentarse en aquellas cómodas sillas de paja después
de que sus hospitalarios anfitriones les ofrecían un vaso de cerveza
negra, y así entretenían a las familias con sus narraciones.
La palabra seanchaí significa “portador de antiguas leyendas”.
Un narrador solía ser una figura emblemática en la cultura celta; los
sucesos históricos y las leyes de antaño no eran escritos sino memorizados en forma de poemas largos, los cuales luego eran recitados por
los bardos que viajaban de un lugar a otro a fin de compartirlos con el
resto de la comunidad.
Algunos de estos poemas se acompañaban con música y más tarde
fueron convertidos en canciones. Es así como surgieron varias piezas
típicas del folclore local el cual ha contribuido a la reafirmación de la
identidad irlandesa a lo largo de los años.
El rescate de las canciones de este tipo se debe en parte a Francis O’Neill, un irlandés que en 1864 emigró a Estados Unidos y que
mientras vivía en Chicago y trabajaba para la policía convocó a una
comunidad de migrantes provenientes de todas las regiones de Irlanda
para darse a la tarea de recolectar la música tradicional de su país. Su
biógrafo, Nicholas Carolan, se refiere a él como el hombre de mayor
influencia individual en la evolución de la música tradicional irlandesa
en el siglo XX.
La preservación de la música tradicional llevó a su “renacimiento”
en la segunda mitad del siglo XX, esto ejerció una notoria influencia en
artistas de la época como el grupo musical The Dubliners, fundado en
1962. El nombre del grupo fue inspirado en el libro de relatos de James
Joyce titulado Dublineses. Interpretaban canciones tradicionales (algunas en gaélico) y otras más escritas bajo la misma influencia.
Los elementos más significativos y apasionantes del folk irlandés
son por supuesto las historias que narran las letras de las canciones.
“The Fields of Athenry”, por ejemplo, es una canción compuesta por
Pete St. John en los años 70, que ha sido interpretada por The Dubliners y otros artistas en diversas ocasiones. La melodía habla sobre la tragedia de un hombre durante la gran hambruna del siglo XIX, a
quien sentenciaron por haber robado comida para su familia. Se trata
de un tema melancólico y recurrente que suele cantar la afición irlandesa en los partidos de fútbol.
Es también posible notar la influencia de la música tradicional en
artistas más contemporáneos como Enya, Hozier, Damien Rice, Glen Hansard y otros. “Irlanda tiene una abundante historia de violencia,
tragedia y relatos verdaderamente tristes” ha dicho el músico Andrew
Hozier-Byrne, él mismo de origen irlandés.
Esta música permanece. Son bastante comunes las sesiones
musicales que tienen lugar dentro de las tabernas a lo largo de toda
Irlanda. Ahí, junto al fuego y en medio de un pequeño escenario
repleto de instrumentos, encontramos el aspecto más valioso de la
preservación del patrimonio. Es, de hecho, una tradición que forma
parte de la vida cotidiana, pues es justo allí donde se percibe el singular encanto de la música de Irlanda y donde los irlandeses crean
ambientes acogedores y sociables.
ARTE PARA LA HISTORIA
Los irlandeses que a finales del siglo XIX y principios del XX ansiaban la independencia del Reino Unido, pronto se dieron cuenta de la
vital importancia del arte en la creación de una identidad irlandesa
arraigada en la cultura tradicional. Para ello, se valieron de medios
como la literatura con fines políticos y para incitar a la rebelión.
Hubo entonces un auge tanto cualitativo como cuantitativo dentro de la literatura: esta tomó como base las tradiciones culturales y
artísticas de los irlandeses así como sus raíces celtas. La etapa es conocida como Renacimiento Céltico, del cual el famoso poeta William
Butler Yeats fue uno de los más importantes precursores.
EL NUEVO CINE
De alguna manera el sentimiento nacionalista de Irlanda aún sigue
vigente. Dentro el séptimo arte la voz de Irlanda se ha escuchado a
través del legado de directores galardonados a escala internacional
tales como Neil Jordan, Jim Sheridan y John Carney.
Por otro lado se ha puesto en voga una corriente contemporánea
en el cine conocida como la Nueva Ola Irlandesa (o Tonn Nua en gaélico). El director Mark O’Connor presentó el año 2012 un manifiesto
en el que destacaba que las puertas se habían abierto a filmes independientes de bajo presupuesto y con un nuevo género de protesta
gracias a estrategias como el crowdfunding. Sin embargo, esta nueva
ola trae consigo un tipo de cine que no es necesariamente concebido
para el mercado hollywoodense precisamente porque, según O’Connor, “esta emoción de reacción ha nacido de la necesidad y de una
conciencia política y social”.
Filmes de protesta como Charlie Casanova(2011) de Terry Mahon y Stalker (2012) de O’Connor, constituyen reacciones directas a
lo que ha pasado en el país, amén de que reflejan los cambios en la
psique colectiva irlandesa y las condiciones socioeconómicas y morales de nuestros tiempos.
SLÁINTE!
En irlandés significa ¡salud! Se trata de una expresión simbólica
que ha devenido en una tradición que permea todas las manifestaciones culturales y a la sociedad misma; de hecho, los irlandeses se
enorgullecen de dar muestras de carisma y respeto en dondequiera
que estén. Una de esas ocasiones fue la pasada Eurocopa 2016,
cuando la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, concedió la medalla de la ciudad a los hinchas de la selección de Irlanda por su actitud
ejemplar y por haber contribuido al ambiente festivo de manera
cálida y respetuosa.