“CUANDO ESTADOS UNIDOS nos necesita, nos llama”, me dice la mujer. “Pero ¿se les olvidará lo que hemos hecho cuando los necesitemos?”.
Khota Kider es comandante de una brigada femenil kurda, y su pregunta resuena aquí en el Kurdistán iraquí, en las líneas del frente en la guerra contra el grupo Estado Islámico (EI).
Una población sin estado, de aproximadamente 25 millones, los kurdos viven en partes ricas en petróleo de Irak, Turquía, Irán y Siria. Son conocidos por su habilidad en el campo de batalla, y desde hace mucho han sentido que otros países —en especial Estados Unidos— los usan como delegados, para luego abandonarlos cuando ya no los necesitan.
Se espera que los kurdos iraquíes tengan un papel crucial en la batalla de Mosul, la cual empezó el 17 de octubre y es encabezada por fuerzas iraquíes con algo de ayuda de Estados Unidos. Aun cuando a algunos les preocupa otra traición, la mayoría todavía espera que su recompensa finalmente sea la independencia, o por lo menos más soberanía. “La independencia de Kurdistán es el derecho de nuestra gente”, dijo Nechirvan Barzani, el primer ministro regional kurdo iraquí, a Voice of America el verano pasado. “Decidiremos la extensión de nuestras fronteras con lo que ha sido liberado”.
Desgraciadamente para los kurdos, no depende enteramente de ellos, y nunca lo ha sido. La historia kurda es una letanía de traiciones occidentales. En 1920, después de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña, Francia, Italia y el Imperio Otomano acordaron un estado kurdo independiente. Pero solo tres años después, en un tratado diferente, los Aliados reconocieron la Turquía de Mustafa Kemal Atatürk, dejando a los kurdos sin un hogar.
Desde entonces, grupos kurdos han tratado, y fracasado, de formar sus propios Estados. Un buen ejemplo es Irak. A principios de la década de 1970, ese país estaba alineado con la Unión Soviética, por lo que el sah de Irán persuadió a Estados Unidos de armar a los kurdos de Irak para combatir al dictador iraquí Saddam Hussein. Sin embargo, con el tiempo Irán retiró su apoyo, al igual que Estados Unidos, y otra vez los kurdos se sintieron traicionados.
Alrededor de una década después, luego de la Revolución Islámica de Teherán, y con Irán e Irak en guerra, Estados Unidos empezó a ayudar a Bagdad, lo cual significó un apoyo indirecto a la prolongada batalla de Hussein con los separatistas kurdos. En 1988, durante los últimos días del conflicto, las fuerzas de Hussein usaron armas químicas y bombardeos indiscriminados para masacrar a decenas de miles de kurdos.
Desde la invasión estadounidense de Irak en 2003, los kurdos del país han controlado una región semiautónoma en el norte que ha sido relativamente estable en comparación con el resto de la nación, donde la violencia sectaria ha estallado por más de una década. Y desde el ascenso del EI, los combatientes peshmerga kurdos han sido la fuerza más competente y exitosa en combatir al grupo yihadista en Irak.
Los kurdos de Siria también han tenido éxito contra el Estado Islámico, en especial en la batalla de Kobane, cerca de la frontera turca; las Unidades de Protección Popular kurdas (conocidas con el acrónimo kurdo YPG) combatieron por seis meses, sacaron al Estado Islámico con ayuda de ataques militares de Estados Unidos, y finalmente aseguraron la ciudad en marzo de 2015. En Rojava, este de Siria, las YPG —afiliadas con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán y una alianza de rebeldes principalmente kurdos— se han gobernado a sí mismas en una región autónoma desde que comenzó la guerra.
Ahora, dos años después de la caída de Mosul ante el EI, los kurdos de Irak esperan apalancar una victoria también. Si la coalición tiene éxito en Mosul, podría tener consecuencias significativas para ello. Un acuerdo firmado con Estados Unidos incluye apoyo financiero para los combatientes peshmerga. Mientras tanto, Masoud Barzani, presidente de la región iraquí del Kurdistán, ha presionado por la condición de Estado. Desde finales del año pasado, él ha hecho que su partido —uno de los principales grupos políticos kurdos— trabaje con sus similares para preparar un referéndum por la independencia. Sin embargo, esa acción está paralizada, ya que el Parlamento Regional kurdo no se ha reunido desde agosto de 2015 a causa de problemas internos económicos y políticos.
Incluso si los líderes kurdos iraquíes resuelven sus diferencias, algunos analistas, como Dov Friedman —exdirector de Estados Unidos para Middle East Petroleum, una compañía energética británica-turca—, argumentan que un Kurdistán independiente en el norte de Irak agitaría todavía más la región. “¿Cuán viable es un Estado sin salida al mar que dependa de la exportación de recursos naturales a través de un corredor plagado de conflictos violentos?”, escribió él en Foreign Policy.
Los kurdos saben demasiado bien que su momento podría llegar en una época de gran caos en la región. Pero ellos creen que están listos para ser un Estado. Algunos analistas concuerdan. Pero Peter Galbraith, exembajador de Estados Unidos que ayudó a establecer la industria petrolera en el Kurdistán iraquí después de su carrera en el gobierno, dice que los kurdos en Irak están mejor preparados para la independencia que la gente de cualquier otro país emergente en que él haya trabajado, incluidos Croacia, Timor Oriental y Sudán del Sur.
Una razón: a pesar de las divisiones políticas entre los grupos kurdos, hay un consenso fuerte sobre la condición de Estado. Un sondeo en agosto hecho por la Universidad Americana de Kurdistán calculó que más del 84.3 por ciento de la gente en el Kurdistán iraquí votaría por la independencia.
También hay algunas señales de apoyo internacional. John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, y Antony Blinken, su segundo, recientemente viajaron a la región para reunirse con líderes kurdos. Y Samantha Power, embajadora de la ONU, dedicó porciones amplias de su libro ganador del Pulitzer en 2002, A Problem From Hell, al genocidio kurdo, y fue tremendamente crítica de la guerra química de Hussein contra los kurdos en Irak.
Sin embargo, el gobierno estadounidense no apoya oficialmente la independencia en Irak. Parte de esto se debe a los miedos de un mayor caos en la región. La otra parte tiene que ver con Turquía. Miembro de la OTAN que ha combatido a los separatistas kurdos por décadas, Turquía recientemente envió tropas a territorio sirio aparentemente para ayudar a combatir al EI, pero también para contener los avances kurdos. A Ankara le preocupa que, si el Kurdistán iraquí declara su independencia, los grupos kurdos en Siria y Turquía harían lo mismo, amenazando las reivindicaciones territoriales de Ankara, así como las rutas de transportación de petróleo dentro del país.
En agosto, grupos kurdos sirios sintieron una sensación familiar de traición cuando Estados Unidos apoyó la intervención militar turca y exigió a las YPG, las cuales habían capturado una ciudad estratégica del EI, que se retiraran al este del río Éufrates.
Galbraith dice que los kurdos iraquíes tienen una mejor relación con Turquía de la que otrora tenían; en los últimos 13 años han exportado petróleo crudo a Ankara en lo que se ha convertido en un acuerdo estratégicamente importante y lucrativo para ambas partes.
Pero el petróleo no es una panacea para los kurdos iraquíes; los ingresos son relativamente bajos actualmente debido al colapso de los precios, y hay continuas disputas presupuestales con el gobierno iraquí. El resultado ha sido una pérdida de ganancias que, junto con el costo de combatir al Estado Islámico, ha erosionado drásticamente las finanzas kurdas.
Estos obstáculos, a decir por algunos analistas, posiblemente retrasen la independencia kurda. “Aun cuando no hay duda de que la región del Kurdistán se encamina a una autodeterminación exitosa”, dice Samuel Morris, investigador del Instituto de Investigación de Oriente Medio, un grupo de expertos en D. C., “la independencia kurda, a corto plazo, es poco realista”.
Muchos kurdos iraquíes como Kider, la comandante de la brigada femenil, no lo ven así. Ellos dicen que el momento de actuar es ahora. Claro está, a menos de que Estados Unidos los abandone de nuevo.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek