La industria del azúcar y los mayores
productores de refrescos se encuentran en una situación parecida a la que
pasaron las tabacaleras hace décadas. Hay una epidemia de obesidad y en la
lista de los culpables figuran las bebidas azucaradas: cada lata de refresco
convencional contiene 40 gramos de azúcar, por arriba de los 25 diarios que
recomienda la Organización Mundial de Salud (OMS).
“Desde un punto de vista
nutricional la gente no necesita azúcar en sus dietas”, dijo Francesco Branca,
director de Nutrición, Salud y Desarrollo de la OMS en un comunicado. “La OMS
recomienda que si la gente consume azúcares libres, mantenga su consumo por
debajo del 10 por ciento de sus necesidades energéticas globales y las baje a menos del
5 por ciento para obtener beneficios adicionales para su salud”, resalta Branca. Una sola
lata de refresco convencional contiene más de 100 por ciento de todos los
azúcares libres considerados óptimos por la OMS para un día.
El
llamado de la OMS intenta frenar una epidemia de obesidad de proporciones
globales debida al consumo de grasas y azúcares y a un estilo de vida
sedentario. Uno de cada tres adultos en todo el mundo tiene sobrepeso y la
prevalencia de la obesidad se ha duplicado desde 1980.
Ante el creciente consumo de estos refrescos,
que llega al límite de la adicción en México, se han creado impuestos y se
baraja incluir mensajes de alerta, como en las cajetillas de cigarros. La OMS
aplaude las medidas que se han tomado en México y pide que se haga lo mismo en
todo el mundo.
La industria responde a ‘billetazos’, con un presupuesto
millonario para lavar su imagen. El nuevo estudio relacionado con el tema detalla
que dos de los principales fabricantes de bebidas azucaradas a nivel mundial,
Coca-Cola y PepsiCo, financiaron en Estados Unidos a 96 organizaciones –con un importante
papel en la promoción de hábitos saludables y la lucha contra la obesidad o la
diabetes, enfermedades potenciadas por el alto consumo de azúcares– para
limitar las críticas científicas a los refrescos, y restar apoyos a las leyes
que limitan su consumo.
Entre los principales receptores de fondos están
la Asociación de Diabetes de Estados Unidos, la Fundación de Investigación de
la Diabetes Juvenil, la Sociedad Americana de Cáncer, así como la mayor
asociación de médicos del país, la AMA, la Cruz Roja, y el Centro de Control de
Enfermedades, la principal agencia del Gobierno encargada de la protección de
la salud y la promoción de hábitos sanos.
Entre los beneficiarios también figuran la
prestigiosa Universidad de Harvard, la de Washington y la de Georgia. “Nos
hemos centrado sólo en organizaciones que operan en EU a nivel de todo el país,
así que el número de entidades que reciben fondos de estas dos empresas en todo
el mundo debe ser mucho más alto, de cientos o incluso miles”, explica Daniel
Aaron, investigador de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston
y coautor del estudio.
La investigación resalta el caso de la ONG Save
the Children, que apoyaba los impuestos a los refrescos, que dejó de hacerlo en
2010 después de recibir más de cinco millones de dólares de Coca-Cola y PepsiCo
en 2009. Save the Children desmiente que dejara de hacer presión para pedir
tasas contra las bebidas azucaradas tras recibir donaciones por parte de
distintas empresas.
Entre 2011 y
2014, Coca-Cola gastó más de 6 millones de dólares al año en este tipo de
acciones; PepsiCo, unos 3 millones y la Asociación de Bebidas de EU, un millón,
según el estudio.
Por fortuna existe el polo opuesto, donde están
la Academia de Dietética y Nutrición, la Academia de Pediatría de Estados
Unidos, y otras organizaciones, que en 2015 rechazaron seguir recibiendo este
tipo de fondos de Coca-Cola. Los autores del trabajo consideran que el resto de
las organizaciones relacionadas con la salud que están en la lista deberían
hacer lo mismo.