Ciertas imágenes predominan
en la memoria colectiva estadounidense del 9/11: aviones surcando el cielo azul
hacia las Torres Gemelas, gente saltando de los pisos más altos y, por
supuesto, los inmensos edificios colapsando en un montón humeante de concreto,
vidrio y acero, con unas 2,500 almas en su interior. En algunas de las imágenes
más conmovedoras, los equipos de rescate y médicos aguardan en vano por los
supervivientes.
El ataque casi simultáneo
contra el Pentágono suele recibir mucha menos atención, por razones evidentes:
relativamente menos bajas (184, incluidos los 54 pasajeros y la tripulación del
avión secuestrado que se estrelló contra el edificio), y la escasez de
grabaciones televisadas, o tan impresionantes y captadas en tiempo real como
las que se hicieron en Manhattan.
Sin embargo, también hay otra
causa, como sugiere 9/11 Inside the
Pentagon, un nuevo e impactante documental de PBS que señala el 15
aniversario de los ataques del 11 de septiembre: con el tanque lleno de
combustible, el Vuelo 77 de American Airlines penetró tres niveles de oficinas
del Pentágono. De modo que casi todo el daño –y el horror resultante- ocurrió
dentro del edificio, fuera de vista. Las tomas televisivas y a larga distancia
del enorme agujero ardiente, y las nubes de denso humo negro que emergían y
quedaban suspendidas sobre el edificio emblemático, solo insinuaban la magnitud
de la masacre. “Cuando ves el edificio a través de las cámaras de televisión,
la abertura parece muy pequeña”, dice Steve Vogel, reportero del Washington Post quien corrió a la
escena, al recordar la inquietante película de una hora de duración. “Casi
parece un pinchazo”, agrega. Pero en realidad, la extensión de la destrucción
interior era “equivalente a un gran centro comercial”.
Como los mejores
documentales, 9/11 Inside the Pentagon
(que se estrena el 6 de septiembre) conjunta un “elenco” de participantes clave
y recreaciones para relatar la historia. No habrá muchas sorpresas para los
espectadores familiarizados con la tragedia, aunque algunas anécdotas –narradas
por los supervivientes en escalofriante detalle- conservan su capacidad para
impactar: lagos de combustible que llegaban a la rodilla, y que una mujer
confundió con agua y utilizó para refrescarse la cara en un corredor oscuro y
lleno de humo; el soldado atrapado en una oficina atiborrada de trabajadores
desesperados, quien lanzaba incesantemente una impresora contra una ventana a
prueba de bombas que protegía el edificio, con la esperanza de abrir una ruta
de escape; los fontaneros y electricistas que, advertidos de que otro avión
secuestrado se dirigía hacia ellos, se negaron a salir del edificio hasta haber
corregido la continua caída de la presión del agua.
Tal vez algunos críticos se
ensañen con el veterano cineasta Kirk Wolfinger (Cold Case JFK, The Nazi
Attack on America) por registrar las ruinas sin encontrar una bomba, pero
su amoroso homenaje a los supervivientes, los rescatistas y por supuesto, los
muertos, es más que palmario y suficiente.
Y tiene un valor adicional: si
recorres los sitios Web dedicados al ataque del Pentágono, encontrarás gran
cantidad de “buscadores de la verdad” que insinúan que se trató de un “trabajo
interno” o bien, que el edificio fue atacado por un misil y no por el Vuelo 77.
9/11 Inside the Pentagon habrá de
servir como una refutación documental definitiva. Aunque, por supuesto, es
posible que todo sea inútil en esos rincones paranoicos.
PIE:
Un helicóptero de rescate
inspecciona el daño en el Pentágono mientras los bomberos combaten las llamas
después que el avión secuestrado chocó contra la sede militar de Estados Unidos
en las afueras de Washington, D.C., el 11 de septiembre de 2001.
REUTERS / LARRY DOWNING
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Publicado en colaboración con Newsweek / Published in colaboration with Newsweek