Río de Janeiro.— Ciudadanos cariocas contemplan las explosiones de fuegos artificiales sobre el estadio Maracaná, desde la favela Mangueira, durante la inauguración de los Juegos Olímpicos el pasado 5 de agosto. Brasil espera que los Juegos de Río 2016, los primeros de la historia en Sudamérica, permita hacer olvidar por unas horas la grave crisis política y económica que azota al país. La fiesta comenzó con la mítica “Aquele Abraço” de Gilberto Gil y la presentación del presidente del Comité Olímpico Internacional, el alemán Thomas Bach, entre aplausos. En un principio, el presidente interino de Brasil, Michel Temer, debía ser también presentado, pero el himno del país, interpretado por Paulinho da Viola, cambió los planes. Se esperaba que ese momento fuera un referendo virtual para el mandatario, quien apenas cosecha un nivel de aceptación del 22 por ciento. Con la mitad de los brasileños en contra de los Juegos, según una encuesta de Datafolha, apenas 37 representantes de gobiernos extranjeros, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y los presidentes francés y argentino, François Hollande y Mauricio Macri, estuvieron presentes en la apertura, la mitad que en Pekín 2008 (80) y Londres 2012 (70).
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