MIENTRAS LOS MANIFESTANTES inundaban las calles de diversas ciudades de Estados Unidos tras los asesinatos de dos hombres de raza negra, perpetrados por policías a principios de julio en Louisiana y Minnesota, la normalmente adormilada cuenta de Twitter de Dallas Area Rapid Transit (DART), el organismo de transporte público de Dallas, se volvió sombría. “Cuatro oficiales de policía de DART han recibido disparos”, publicó antes de la medianoche del 7 de julio. “Uno de ellos murió”.
En pocas horas, el número confirmado de oficiales de policía de Dallas que habían sido asesinados por un francotirador durante una protesta en esa ciudad había aumentado a cinco, con nueve más lesionados. Tras un enfrentamiento de dos horas de duración, las autoridades enviaron a un robot antibombas para neutralizar al sospechoso, quien dejó claros sus motivos antes de morir. “Dijo estar molesto por los recientes tiroteos realizados por la policía”, declaró a la prensa David Brown, jefe de la policía de Dallas, el 8 de julio. “El sospechoso afirmó que deseaba matar personas de raza blanca, en especial policías”. Brown describió los ataques como “bien planeados”.
Las protestas en Dallas que precedieron el ataque del francotirador se produjeron en respuesta a la muerte a tiros de Alton Sterling en Baton Rouge, Louisiana, ocurrida el 5 de julio, y de Philando Castile, asesinado el 6 de julio en Falcon Heights, Minnesota, en las afueras de Minneapolis. El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha dicho que está investigando la muerte de Sterling. Ambos tiroteos dieron impulso al movimiento Black Lives Matter (las vidas negras importan), que ha protestado contra la violencia policiaca en Estados Unidos desde la muerte a tiros de Trayvon Martin en 2012. Algunos oficiales de policía se quejan de que el movimiento presenta a todos los policías como villanos, y después de los tiroteos en Dallas, uno de los organizadores de Black Lives Matter fue citado diciendo: “Comprendo por qué ocurrió esto”.
Sin embargo, la mayoría de los líderes de la comunidad negra y organizadores de protestas afirman que el ataque del francotirador forma parte de la violencia con carga racial que ellos enfrentan. “Lamentamos la muerte de los oficiales de policía asesinados junto a manifestantes [pacíficos] que buscaban justicia por el asesinato de #AltonSterling y #PhilandoCastile en #Dallas”, escribió en Twitter Cornell Brooks, presidente y director ejecutivo de NAACP. Y en una cuenta de Twitter del movimiento Black Lives Matter podía leerse: “#BlackLivesMatter está a favor de la dignidad, la justicia y de la libertad. No del asesinato”.
Con estos asesinatos en Dallas, el número de muertes de oficiales de policía provocadas por arma de fuego es más de 44 por ciento mayor que en el mismo periodo del año pasado, de acuerdo con la Fundación Nacional en Memoria de los Oficiales de Policía, una organización sin fines de lucro que investiga las muertes de oficiales de policía y da mantenimiento al Monumento Nacional de Oficiales Caídos en Washington, D. C. La Fundación informa que, en 2016, 26 oficiales han sido tiroteados y han muerto. En este periodo de 2015, el recuento era solo de 18, y en todo ese año, 41 oficiales murieron en tiroteos, mientras que el número total de policías muertos fue de 123, incluidos los fallecidos en accidentes de tránsito (la cifra aumentó este 11 de julio, cuando los alguaciles fueron muertos a tiros en un tribunal de Michigan, al cierre de la edición de Newsweek).
“No puedo recordar nada comparable”, señala Nick Breul, director de investigación de la Fundación y teniente retirado de la policía de Washington, D. C., al hablar acerca del tiroteo en Dallas. “Ciertamente, es el mayor [número de víctimas] desde el 11/9 en cuanto a que se trata de incidentes que han provocado un gran número de decesos entre los oficiales de policía” (setenta y dos oficiales de policía murieron durante los ataques del 11/9, y muchos más murieron después por enfermedades presuntamente relacionadas con ellos, de acuerdo con la Página en Memoria de los Oficiales Caídos, una organización sin fines de lucro que recuerda en línea a los oficiales caídos).
Al recordar otros asesinatos en masa de policías, Breul señala el año de 1932, cuando seis oficiales fueron asesinados mientras intentaban aprehender a un sospechoso de asesinato y a su hermano en la granja de la familia en Missouri. Al suceso se le conoce como “la masacre de los hermanos Young”.
Más recientemente, cuatro oficiales de policía fueron tiroteados y murieron en 2009 en una cafetería de Parkland, Washington, en lo que fue descrito como una matanza “al estilo de las ejecuciones”. El asesino murió días después en una confrontación con la policía. Su motivo aún se desconoce, aunque los oficiales señalan que probablemente estaba furioso por el tiempo que tuvo que pasar en prisión.
Sin embargo, los asesinatos en Dallas son diferentes de esos incidentes, señala Breul, y resultan aún más perturbadores: “No recuerdo nada [más] en la historia de la aplicación de la ley en que varios oficiales que se encontraran en esas circunstancias, negociando un desfile, manejando una manifestación pública, hayan sido puestos en… una especie de galería de tiro y tiroteados sistemáticamente”.
La policía de Dallas enfrentó una emboscada poco más de un año antes, pero ningún oficial murió; un hombre disparó contra el cuartel de la policía y dejó explosivos fuera del edificio en junio de 2015 porque culpaba a la policía de haber perdido la custodia de su hijo y “acusar[lo] de ser un terrorista”, declaró el jefe de la policía en aquel momento. Los oficiales persiguieron al sospechoso, James Boulware, en su camioneta, y este murió cuando los policías dispararon contra él.
EQUIPO ANTIMOTINES: Una marcha en protesta contra el reciente asesinato a tiros de un hombre de Baton Rouge produjo un intenso enfrentamiento con la policía de esa ciudad. Foto: MAX BECHERER/AP
Los “tiroteos en emboscadas”, como los denomina Breul, ocurren cada vez con mayor frecuencia, como lo demuestran las cifras. Breul afirma que, en lo que va del año, ha habido 11 incidentes mortales de emboscadas contra los organismos de aplicación de la ley en comparación con tan solo ocho en todo 2015. Desde el inicio de 2014, 34 oficiales han sido tiroteados y muertos en emboscadas, señala Craig Floyd, presidente y director ejecutivo de la Fundación Nacional en Memoria de los Oficiales de Policía, “asesinados debido al uniforme que vestían, al trabajo que desempeñaban”.
“Es una tendencia realmente preocupante”, afirma Steve Weiss, director de investigación de la Página en Memoria de los Oficiales Caídos y policía en activo. Weiss ubica el origen de la reciente alza en el asesinato de los oficiales de la policía de Nueva York Wenjian Liu y Rafael Ramos, que fueron tiroteados en 2014 con una pistola semiautomática en el interior de su patrulla.
El Dr. Michael Stone, catedrático de psiquiatría clínica de la Universidad de Columbia y autor de un estudio publicado el año pasado en la revista Violence and Gender (Violencia y género) acerca del asesinato de 74 oficiales de policía entre 2013 y 2014, afirma que tales asesinatos se relacionan con un creciente sentimiento antipoliciaco. En su estudio menciona una arenga coreada por los manifestantes en Nueva York a finales de 2014, semanas antes de que Liu y Ramos fueran asesinados: “¿Qué queremos? ¡Policías muertos! ¿Cuándo los queremos? ¡Ahora!”.
Floyd está de acuerdo: “Si utilizamos una retórica antipoliciaca o antigubernamental, entonces debemos darnos cuenta de que podría haber consecuencias como las que vimos en Dallas”.
Según el recuento de Stone, se produjo un aumento de 39 por ciento en el número de oficiales, no solo de policía, sino también de custodios y funcionarios de seguridad, así como pertenecientes a otros organismos de aplicación de la ley, que fueron asesinados entre 2013 y 2014. Este investigador encontró que todos los asesinos de ese periodo eran varones. La mayoría de ellos tenía antecedentes criminales y cerca de la mitad murió durante los altercados. Sus edades iban de los 15 a los 88 años, y alrededor de la mitad de ellos eran de raza blanca. La mayoría de ellos parece haber matado por impulso en lugar de planificar sus ataques.
DART identificó a su oficial muerto como Brent Thompson. La Fundación identificó a las otras víctimas como el sargento Michael Smith, el cabo de alto rango Lorne Ahrens y los oficiales de policía Michael Krol y Patrick Zamarripa, todos ellos del Departamento de Policía de Dallas. La policía identificó al presunto asesino como Micah Johnson, de 25 años, de quien se cree que es residente del área de Dallas y veterano del ejército sin antecedentes penales. Al cierre de esta edición no se había identificado a ningún otro sospechoso.
Este reciente ataque ha sacudido profundamente a muchas personas del área de la aplicación de la ley. “Si un tipo trepa a un edificio con un rifle y te dispara desde una gran distancia, no existe ningún entrenamiento o táctica que pueda prepararte para defenderte contra eso”, afirma Weiss. Espera que los organismos de aplicación de la ley aumenten el entrenamiento relacionado con la “conciencia situacional”, es decir, que alienten a los oficiales a mantenerse alertas acerca de lo que sucede a su alrededor, y quizá que exploren mejor las redes sociales y el contenido en línea en busca de amenazas contra la policía en la misma forma en que actualmente buscan publicaciones realizadas por extremistas.
“El área de aplicación de la ley es una gran familia, independientemente de si conoces o no a un oficial, independientemente de si eres de Nueva York, de Texas, de Alaska, de Hawái o de algún sitio intermedio —añade—. Si sucede algo como esto, nos afecta a todos”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek