CANCÚN, Q. R.— El cielo gris y los truenos presagian que la tormenta empeorará. A las 18:15 horas del 5 de junio, poco después del cierre de las casillas electorales, el priista Mauricio Góngora Escalante se autoproclama ganador de la elección contra Carlos Joaquín —candidato a gobernador de Quintana Roo, hijo de Nassim Joaquín, un potentado empresario de origen libanés asentado en la isla de Cozumel, quien también es padre del ex gobernador y secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell—. En campaña, Góngora acusó a su oponente de la coalición PAN-PRD de tener vínculos con el narco; le reprochó ser parte de “una casta que se cree predestinada a gobernar” y el no conocer la cultura del esfuerzo. También lo acusó de haber comenzado la guerra sucia contra su persona al tocar el tema de un pasaje de su historia cuando, en 2003, el abanderado del PRI se desempeñaba como gerente en la cervecera Cuauhtémoc Moctezuma y fue acusado por el delito de robo calificado; situación por la que pisó la cárcel aunque, meses después, fue liberado por falta de elementos.
Entre una tensa algarabía, la nube de flashazos, porras juveniles y aplausos, Mauricio Góngora —del grupo político del gobernador Roberto Borge y del ex gobernador Félix González Canto— insiste: “¡Ya ganamos!”. Tras alzar los brazos junto a Remberto Estrada, candidato a la presidencia municipal de Cancún, y los dirigentes estatales del tricolor y del Partido Verde Ecologista de México, todos se levantan de la mesa y, sin espacio para preguntas, abandonan el salón de paredes blancas con emblemas gigantes del PRI que gobierna Quintana Roo desde el año 1974.
Minutos antes, en un hotel de la zona de playas de Cancún, Carlos Joaquín también ofrece una conferencia de prensa. Sonriente y con el rostro relajado, acerca la muñeca de su mano, mira el reloj y al comprobar que marca las 18:01 horas, declara: “¡Ganó el cambio! (…) La victoria, la alternancia nos va a hacer bien a todos, ha llegado el momento de que todos los gobernantes rindamos cuentas”.
El cielo cae a cántaros. Los autos yacen ahogados sobre la avenida Kukulcán, la única arteria de la zona turística de Cancún que luce un imponente muestrario de hoteles y torres de condominios cuyas luces se desdibujan a través del cristal bajo la lluvia. En la ciudad, la escena es más caótica: calles inundadas, basura en las coladeras y falta de iluminación en algunas colonias. Los autos y motos literalmente cruzan albercas. Los 1917 paquetes electorales de la jornada que, durante el día y gran parte de la tarde, se desarrolló sin mayores contratiempos, ahora son trasladados bajo la tormenta eléctrica. Desde las primeras horas del domingo, elementos de la policía municipal, estatal y federal resguardan los comicios, vigilan las urnas. Hay patrullas, cercos metálicos, efectivos tomando fotografías y enviando mensajes de texto a sus superiores.
Hace tres años, Susana trabajaba para una oficina de gobierno pero fue despedida. No le otorgaron liquidación, finiquito ni el pago de su última quincena devengada. Mantiene un litigio pero su caso —como el de varios empleados más— permanece en el último cajón de la junta de conciliación y arbitraje. Por la mañana acudió a votar con su familia. Por la noche conoció los resultados de la votación: 141 votos para el PAN, 43 para el PRI, 9 para el PRD, cero para el PVEM. Se puso feliz. Sus vecinas se arremolinaron para ver las sábanas con los resultados. “Aquí tampoco ganó el PRI”, gritaron entusiasmadas.
Ciudadanos de la isla de Cozumel que vieron votar al gobernador Roberto Borge, al senador y ex gobernador Félix González Canto y otros políticos, compartieron vía celular los resultados de casillas en los que la derrota para el PRI fue abrumadora.
La jornada electoral unió a casi todos los sectores de la sociedad. Participaron 500 555 ciudadanos; lo que representa el 54 por ciento de la población en un estado históricamente marcado por el abstencionismo. Hicieron largas filas para votar lideresas de colonia quienes en cinco años se cansaron de dar vueltas para solicitar audiencia y no obtuvieron nada. Al contrario, en eventos públicos era común observar vallas metálicas para evitar se acercaran al mandatario. El Ejecutivo estatal dio la orden de comenzar —por protocolo— todo evento público o privado con la frase: “Por instrucciones del señor gobernador”. Borge amenazó a empresarios a tal punto que en la presentación de un libro infantil, una semana antes de la jornada electoral, Pedro Pueyo, propietario de la cadena hotelera Oasis, aprovechó la oportunidad de hablar del cambio generacional que existe entre padres de hijos e hizo una peculiar solicitud:
“La vida es una lucha, es luchar, intentar cambiar las cosas. Por eso os pido, por favor, aquí no estamos hablando del PRI, ni del PAN, ni de chin chan. Estamos hablando de que este país necesita un cambio. Un cambio. Basta ya de que de cuatro señores, nueve o dieciséis dependa este país. Os pido por favor —expresó el propietario de 4 000 habitaciones— que en las próximas elecciones votéis libremente a quien les aporte algo nuevo. Es tan importante el cambio en este país. No puede ser que esto siga funcionando así. Por favor”.
Aunque la cadena hotelera Oasis renunció a la asociación de hoteles de Cancún y Puerto Morelos por no compartir su visión, al igual que esta agrupación de 90 socios, participó activamente en la promoción del voto. Casi todos los hoteleros —quienes abierta y francamente no regalan ni un centavo a nadie— se coordinaron para facilitar la votación de sus empleados y ofrecieron un día de descanso pagado a quienes les demostraran con su dedo haber acudido a votar de manera libre y secreta. Otras empresas afiliadas a la Coparmex ofrecieron descuentos en alimentos, bebidas, depilaciones o consultas dentales gratis si sus clientes salían a votar.
”El Voto es Libre” se lee claramente mientras el candidato a la gubernatura de Q. Roo, Carlos Joaquin González, se dirige a la casilla para votar. Foto: Carlos García
¿UNIÓN Y OLVIDO?
A Paola —una joven de 38 años, menudita y con ojos azabache— no le gusta la política. La considera “un acto sin escrúpulos y muy sucio”. Defensora de la naturaleza, recuerda haber visto a su hijo Matías llorar, durante días, mientras dibujaba árboles quemados y caras tristes. “Mamá, ¿por qué matan cocodrilos? ¿Por qué? Eso no está bien”. Con un nudo en la garganta, la mujer que solía llevar al pequeño a correr en el malecón Tajamar, lamenta que el gobernador Borge hubiera presumido desde España haber activado el mando único para resguardar la inversión y permitir que el Fondo Nacional de Fomento al Turismo talara 20 hectáreas de manglar. Por esa razón salió a votar, para exigir “nunca más otro Tajamar”. Lo mismo hicieron músicos, corredores, poetas, atletas y pintores que solían inspirarse frente a la laguna. Y los miles de ciudadanos que meses antes marcharon sobre la Avenida Tulum vestidos de blanco para pedir justicia por el feminicidio de Karen, una estudiante de la universidad del Caribe brutalmente asesinada cuando se dirigía de la escuela a su hogar. Eso casos que Borge señaló como intentos para “desestabilizar” su gobierno.
Son las 21:00 horas y, para calmar el frío, Julián, uno de los más de 1064 observadores electorales acreditados por el Instituto Electoral de Quintana Roo, da un sorbo a su café en vaso de unicel. Toma una galleta y se dispone a aguardar el resultado de la jornada electoral. Será una larga noche. Nunca antes en la historia de México tantos observadores individuales y asociaciones se habían inscrito para participar. El dato contrasta con los 211 observadores en Tamaulipas, 579 en Puebla y 880 en Veracruz. En Quintana Roo sobrepasan los 1000.
“Hay rumores de que reventarán la elección. Quieren desparecer las actas. Están reportando robo de urnas con pistola en mano y, en algunas zonas, el internet se ha ido. La gente pide auxilio”, lee Julián en su teléfono celular, antes de reportar estos hechos.
Bajo la lluvia comienzan a llegar los primeros paquetes mientras el conteo del Programa de Resultados Preliminares (PREP) avanza. Las preferencias a favor de Joaquín se van haciendo evidentes. Al día siguiente, con el ciento por ciento de las 1917 actas computadas, se confirma la victoria: 45.68 por ciento de los votos son para la coalición PAN-PRD, encabezada por Carlos Joaquín; 35.69 por ciento obtiene Mauricio Góngora, de la coalición PRI-PVEM-Nueva Alianza.
—¿Habrá revancha? Se le pregunta a Carlos Joaquín, ahora gobernador electo de Quintana Roo, quien reconoce que el triunfo es de la ciudadanía que salió a votar y frustró la pretensión de una elección de estado.
—No soy revanchista. Nunca lo he sido. Aquí hay que hacer equipo, se acabó el proceso electoral. Siempre oía metáforas de deportes. “Se acabó el juego hay que ponernos a trabajar con todo”. Hay que hacer equipos, divididos vamos a tener los mismos problemas que se tuvieron durante seis años. Una división que sólo vino a generar atrasos, malos manejos, oscuridad, falta de transparencia, impunidad, corrupción. No podemos permitirnos todo eso. Prácticamente una mitad de la mitad votó por nosotros. Hay que unir a todos los demás, hay que agruparnos, limar asperezas y, sin duda, poner los puntos sobre las íes; pero hay que ponernos de acuerdo para avanzar.
—¿A qué se refiere con puntos sobre las íes?
—Dejar en claro muchas situaciones que estuvieron ocurriendo. Vale la pena hablarlas, resolverlas, porque en muchos casos, y no es en el mío, se convierte en un tema de no olvidar. Y ante el tema de no olvidar, difícilmente se podrá hacer equipo.
Un niño espera en su vivienda en una zona popular de Cancún donde la propaganda inundan las calles a dos días que concluyan las campañas políticas en Quintana Roo. Foto: ELIZABETH RUIZ /CUARTOSCURO.
DEUDA MONUMENTAL
Borge heredará a Joaquín un estado con finanzas comprometidas. Una deuda de más de 22 000 millones de pesos, que ubica al estado como el número uno a nivel nacional en deuda per cápita; pero en donde las obras de infraestructura y servicios no se ven. Como prueba, el Hospital General de Cancún, la capital económica del estado, lleva ocho años sin terminar de construirse ni operar.
Hay pasivos por más de 300 millones de pesos a proveedores de marketing turístico como aerolíneas, agencias de viajes, touroperadoras, hoteles y la mitad de los créditos contratados para la recuperación de playas. Lo anterior significa que, en caso de un huracán, hay cero pesos en los fideicomisos para enfrentar una posible contingencia en el activo más importante de su economía: sus playas. Además, se deben casi 400 millones de pesos de la recuperación o inyección de arena que se hizo hace siete años.
Durante la campaña, José Luis Pech Varguéz, candidato de Morena a la gubernatura, acusó a sus oponentes de ser parte de “la misma mafia”. Se refirió a la imposición de Mauricio Góngora que hizo el PRI de Roberto Borge y Manlio Fabio Beltrones; así como a la de Carlos Joaquín, por parte de los Joaquín, conocidos aliados del PRI de Enrique Peña Nieto que promueve las privatizaciones. En el único debate televisivo entre candidatos, Pech Varguéz reprochó a Joaquín el no pronunciarse sobre el caso Tajamar y advirtió a la sociedad que pronto se conocerían las razones de su silencio.
La versión de Pech siempre ha sido rechazada por Carlos Joaquín y ahora frente a las cámaras de televisión, ya como virtual gobernador, responde a la pregunta si ya recibió la llama del presidente para felicitarlo: “No, no me ha llamado el presidente Peña Nieto”.
A reserva de las impugnaciones que podrían modificar el mapa electoral, la coalición Una Nueva Esperanza, del PAN- PRD, obtuvo tres de los 11 municipios: Cozumel, Solidaridad y Othón P. Blanco —en este último se ubica Chetumal.
Si bien la coalición Somos Quintana Roo, del PRI-PVEM-Nueva Alianza, perdió la gubernatura aún conserva ocho municipios: Benito Juárez —donde se ubica Cancún y hay planes para desarrollar 12 000 nuevas habitaciones en la Milla de Oro—, Tulum, Isla Mujeres, Bacalar, Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos, Lázaro Cárdenas y Puerto Morelos.
En el Congreso, la coalición encabezada por Carlos Joaquín tampoco obtuvo mayoría. ¿Esto podría entorpecer las pretensiones de hacer justicia en revisiones y auditorías por los manejos financieros de los últimos años como prometió el entonces candidato Carlos Joaquín? El senador de Yucatán, Daniel Ávila, responde que sí.
El PRI obtuvo ocho posiciones, el PVEM cinco y Nueva Alianza una; contra cinco del PAN y cuatro del PRD. Sin embargo, el legislador explica que existen otras instancias como la Auditoría Superior de la Federación y la Secretaría de la Función Pública donde se podría hacer justicia contra el saqueo de recursos públicos en Quintana Roo —que incluyen la compra de tierras ejidales con dinero público, desvíos de recursos, dispendios en renta de aviones y mucho más.
Será justamente en Benito Juárez, Cancún, donde la posibilidad de un cambio podría diluirse aunque el próximo presidente municipal por el PVEM, Remberto Estrada, asegura que trabajará de la mano con el gobernador electo. Aunado al cuestionado triunfo por las denuncias por compra de votos con despensas, mochilas, así como dinero en la calle totalmente documentado y tarjetas en Farmacias del Ahorro otorgadas por el Partido Verde Ecologista, Cancún será gobernado por un joven de 28 años sin experiencia política, social ni en materia turística.
Benito Juárez, cuya cabecera es la ciudad de Cancún, es un tesoro en materia de ingresos, recibe impuestos por aeropuerto internacional, Zona Federal Marítimo Terrestre, tiene el predial más alto de la república mexicana, una zona hotelera subvencionada por pagos federales de BMO Mantenimiento de Fonatur, licencias de alcohol y más, explica la investigadora Linda Ambrosie, autora del libro en inglés: Sun & Sea Tourism: Fantasy and Finance of the All- Inclusive Industry.
Para Cynthia Dehesa, directora de Ciudadanos por la Transparencia, no es buena señal para Cancún que, cuando el ahora alcalde electo anduvo en campaña, prometió subir su 3de3 para hacer públicas sus declaraciones patrimoniales, de intereses y fiscales y nunca cumplió con la Ley Anticorrupción. Siendo presidente municipal él y su equipo estarán más vigilados, señala.
Mientras la sociedad aún hace frente a los estragos del huracán Borge, un nuevo vendaval se ve en camino.
Fue Félix González Canto quien utilizó su fuero como senador de la República para destruir la propaganda del entonces candidato a gobernador Carlos Joaquín y afirmó, al amparo de la noche frente a una cámara que lo filmaba: “Hay que limpiar la casa”. Fue él quien advirtió a Nassim Joaquin, padre del Secretario de Energía del gabinete de Enrique Peña Nieto, Pedro Joaquín Coldwell y también progenitor del virtual gobernador Carlos Joaquín que, en su sexenio “no habría nada para los Joaquín”. Así lo hizo. González Canto impuso al actual gobernador que a su vez vetó por todos los medios —incluida la prensa— a Joaquín para tratar de evitar que su adversario político lo sucediera.
Todo fue inútil. Roberto Borge, irónicamente, le entregará la estafeta como gobernador. Y está por verse si comenzará —como ha señalado el propio Carlos Joaquín— una nueva era para el estado de Quintana Roo.