Una compañía incipiente llamada
Lioness lleva el monitor de salud a la recámara con un vibrador que registra la
excitación sexual y los orgasmos de las mujeres. Ellos esperan que las mujeres
usen la información recopilada de la misma manera que uno podría usar los datos
del sueño de Fitbit: para descifrar qué funciona y modificar su rutina. Solo
que la recompensa aquí no es una noche de buen descanso.
Otros juguetes sexuales en el
mercado están saltando a la red. Una “ayuda para la excitación” de 250 dólares
llamado Fiera causó escándalo en la Feria de Electrónicos de Consumo este año.
Y para los romances a larga distancia, hay intentos de vincular a las parejas a
través del internet de las cosas y su ropa interior. Pero lo que Lioness espera
hacer es diferente: empoderar a las mujeres para que aprendan sobre su propia
sexualidad y se lo comuniquen a sus parejas.
Lioness es la creación de Liz
Klinger, una licenciada del Colegio Dartmouth quien estudió la sexualidad
humana. Después de trabajar en el banco de inversión Credit Suisse, Klinger
pasó un tiempo celebrando Fiestas de Pasión, una compañía que usa el viejo
modelo de la “fiesta de Tupperware” para vender juguetes sexuales. Ella dice
que lo más importante que aprendió de los clientes era la importancia de la
comunicación en la sexualidad y que la mayoría de las mujeres tienen preguntas
sobre el sexo que no necesariamente son respondidas por internet. Lioness
espera resolver ambos problemas al darles a las mujeres una perspectiva real de
sus respuestas sexuales, mientras que simultáneamente les da algo concreto que
hablar con sus parejas en lo referente a sus preferencias. “Con el tiempo,
conforme usen el producto, podrán aprender más sobre lo que les gusta”, dice
Klinger.
Los estudios ergonómicos sobre
cómo la mayoría de las mujeres en realidad sostienen un vibrador mostró que la
mayoría de los juguetes sexuales están diseñados con la empuñadura al revés // FOTO: LIONESS.IO
Lioness lanzó el producto con
IndieGogo —su competidora Kickstarter evita los juguetes sexuales— y excedió
fácilmente su meta de financiamiento con todavía un mes restante en su campaña.
Con oficinas en Skydeck, una incubadora de compañías incipientes en la
Universidad de California, campus Berkeley, el equipo asumió el proyecto como
un desafío de ingeniería, y ello significó hacer muchas pruebas. “Hay
tantísimos cuerpos y preferencias, y hay muchísimos productos que no toman eso
en cuenta”, dice Klinger.
Algunos de los resultados
sorprendieron a Klinger y su equipo. Por ejemplo, los estudios ergonómicos
sobre cómo la mayoría de las mujeres en realidad sostiene un vibrador mostró
que la mayoría de los juguetes sexuales están diseñados con la empuñadura al
revés. “En realidad no hay estudios de mano para los vibradores como los hay
para los ratones de computadora”, dice Klinger. Las pruebas beta mostraron que
el movimiento de torsión de usan muchos juguetes sexuales no era algo que
quisiera ninguna mujer. Otra sorpresa sobre el vibrador de Lioness es el tamaño.
“Más grande no siempre es mejor”, dice Klinger. “Les das esto a unas personas y
piensan: ‘¿En serio? ¿Es de este tamaño?’”
Lioness también usó las mismas
técnicas que han mejorado al iPhone para hacer al vibrador asequible y
ergonómico. Ello significa botones táctiles y fácilmente distinguibles, que se
puedan sentir sin ver, una batería recargable y un medidor visible de energía.
Los vibradores han existido
desde finales de la década de 1800 y han usado de todo, desde vapor hasta una
manivela. Originalmente, se los diseñó para curar la “histeria”, el misterioso
padecimiento exclusivo de las mujeres que (afortunadamente) desapareció de la
literatura médica en 1954. Un anuncio en un catálogo de Sears de 1904 publicita
vibradores como “Ayudas que toda mujer aprecia”, ofreciendo los posibles usos
de “batir” y “pulir”. El mismo enfoque de tenerlo a la mano apareció cuando
Hitachi halló que la famosa Varita Mágica Hitachi tenía un uso alternativo, y
eligió ignorarlo públicamente. Con el tiempo, el producto fue renombrado la
Varita Mágica Original, y todavía es vendido como un “masajista personal”.
Pero en gran medida, ese tipo
de incomodidad corporativa ha desaparecido desde entonces. Ya no tenemos que
arriesgarnos en una fría y húmeda tienda porno para hallar un juguete sexual;
podemos pasar a nuestro Walgreens local. Klinger piensa que la prevalencia de
los vibradores significa un gran mercado para Lioness, la cual tiene el
beneficio de contribuir al bienestar sexual.
También hay un potencial enorme
para la investigación. Al usar información anónima y generalizada, los
investigadores podrían estudiar realmente la sexualidad femenina a gran escala.
Al momento, las participantes en las pruebas beta de Lioness han reportado que
han notado cambios en sus libidos y patrones de excitación sexual alrededor de
sus ciclos menstruales. “Seremos capaces de hallar muchos patrones diferentes
que no éramos capaces de hallar para cada persona individual”, dice el
cofundador James Wang.
Lioness trabaja con Sarah
Merrill, una candidata a doctorado e investigadora de la sexualidad en la
Universidad Cornell, para revisar los datos. Merrill dice a Newsweek que el
vibrador tiene el potencial de proveer una “alternativa libre de medicamentos
para abordar el problema del bajo deseo sexual femenino y la disfunción sexual
femenina”.
Pero no espere ningún consejo
de exhibidor en tienda de abarrotes sobre “técnicas de autosatisfacción que
funcionen para todas”. Los primeros datos parecen mostrar que las mujeres, como
un todo, desafían las respuestas simples en lo tocante a la satisfacción
sexual. “La gente tiene una gama amplia de preferencias”, dice Klinger. “Pensé
que había un rango de vibraciones que preferían, pero la gente aparece en
todos”.
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Publicado en cooperación con Newsweek // Published in cooperation with Newsweek