A diferencia de lo que ocurre con algunos filósofos contemporáneos, cuyas obras resultan inaccesibles a los lectores no especializados, Peter Singer (Melbourne, Australia, 1946) se caracteriza no sólo por ser un comunicador hábil, dispuesto a subir a los escenarios, dar conferencias y aparecer en programas de televisión, sino por ser un activista de los temas que le parecen fundamentales, todos ellos relacionados con la ética. La revista Scientific American destaca que el trabajo de Singer es valioso justamente por su claridad y porque encuentra la forma de sacar a la gente de su zona moral de confort.
Además de ser uno de los más destacados pensadores sobre los derechos de los animales —su libro Liberación animal (1975) es un clásico y en la actualidad encabeza la plataforma animalista Proyecto Gran Simio, que promueve los derechos morales y legales de chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes—, este filósofo utilitarista, convertido desde hace décadas al vegetarianismo, se ha ocupado del combate a la pobreza, la distribución del ingreso y la educación.
Recientemente estuvo en México para hablar sobre un asunto relacionado con su más reciente libro, The Most Good You Can Do (El mayor bien que puedes hacer), el altruismo eficaz. Para solucionar los problemas que hay en el mundo no basta ayudar, sostiene este catedrático de las universidades de Princeton (Estados Unidos) y Melbourne (Australia), sino que hay que tratar de encontrar la mejor causa posible a nuestro alcance, de preferencia a través de asociaciones ya establecidas. Será un manera de combinar el corazón con la inteligencia y, así, maximizar el impacto de nuestro esfuerzo.
—¿Cómo explica el altruismo desde una perspectiva filosófica y científica?
—El altruismo se ocupa de los otros. Desde una perspectiva científica, entendemos cómo el altruismo ha evolucionado en el interior de las familias o, quizá, en un pequeño grupo, cuando existe una relación de reciprocidad. Pero lo interesante es explicar el altruismo hacia extraños y hacia la gente que está lejos. No es fácil ver cómo el altruismo es entendible desde el punto de vista de las teorías de la evolución. Pero mi visión es que, al ser capaces de razonar, somos también capaces de ver que otras personas son similares a nosotros, aun cuando no sean nuestros amigos ni nuestras familias. Nos damos cuenta de que esas otras personas tienen intereses parecidos a los que nosotros tenemos. Y las mismas razones que nos llevan a nosotros a evitar el sufrimiento y a no querer que mueran nuestros hijos prematuramente, por ejemplo, nos llevan a ayudar a esos otros para evitar que sufran y que sus propios hijos mueran.
—Todos los días los medios de comunicación discuten, entre otros asuntos, cómo los gobiernos, las grandes compañías y los millonarios pueden transformar este mundo en uno mejor. Pero usted se enfoca en cómo la gente común puede hacer la diferencia cuando se practica lo que usted llama altruismo efectivo. ¿Cómo llegó a esta idea que ahora es incluso un movimiento?
—La gente de clase media hace cosas que son completamente innecesarias. Pero si estamos preparados para pensar en las necesidades de los otros, aun en una modesta medida, nos las arreglaremos para contribuir. Claro que la gente que tiene más, puede dar más. Debe dar más.
—¿Usted cree que es importante hacer la distinción entre altruismo y filantropía o caridad? Me parece que el concepto de altruismo es, digamos, más horizontal, más democrático.
—Sí, sé que hay gente que ve la filantropía como algo que se da desde arriba. Y tú puedes ver el altruismo más horizontal, estoy de acuerdo con eso. Pero tenemos que reconocer que en este mundo aún hay muchísima inequidad.
—Dígame, por favor, unas palabras sobre la ética del altruismo. El estilo de vida capitalista enfatiza el acto de consumir, mientras que el altruismo suena como un diferente acercamiento.
—Sí, absolutamente. El movimiento del altruismo efectivo dice que consumir más no es una manera de satisfacer nuestras vidas y, además, es ambientalmente destructivo. Uno puede vivir una vida más satisfactoria viviendo más modestamente y, por ende, teniendo más recursos que dar a gente que no es capaz de resolver sus necesidades básicas. En ese sentido este movimiento no está apoyando el materialismo de la sociedad.
—Usted es reconocido como uno de los más respetados pensadores contemporáneos en el rubro de los derechos de los animales. Incluir los derechos de los animales en el campo del altruismo implica una revolución mental en cómo entendemos nuestra posición como seres humanos en el planeta. Aun cuando hay crecientes movimientos de personas comprometidas con algunas prácticas como, por ejemplo, el vegetarianismo, la cultura parece un muro muy fuerte para derribar. ¿Diría usted que reconocer los derechos de los animales es, sobre todo, un asunto de conciencia?
—Sí, es un asunto de conciencia. Obviamente un asunto de conciencia que conduce a cambiar la manera en que vivimos, incluyendo, como dices, hacerse vegetariano. Y, por lo tanto, conduce a un cambio en esta extendida industria relacionada con la producción de animales para alimentación. Pienso que ha habido ya un significativo cambio de conciencia en muchos países. Mucha gente no acepta que los seres humanos no somos los únicos seres que importamos en el planeta. De manera que el cambio ya está ocurriendo en una buena medida, pero ciertamente es necesario que se extienda más.
—Encuentro algunas coincidencias entre la consideración filosófica del sufrimiento de los seres, no sólo de los humanos, sino de los animales en general, y, por ejemplo, el budismo.
—Bueno, yo no soy budista, pero reconozco que el budismo tiene una actitud de compasión hacia todos los seres sintientes, la cual yo pienso que es mejor que la visión occidental que tiende a excluir a los animales. Desafortunadamente, algunos budistas no siempre llevan a la práctica estos principios. Muchos budistas comen carne, por ejemplo.
—Al contrario de algunos científicos y filósofos que dedican todo su tiempo a la academia dentro de las universidades y los salones de clases, usted es un filósofo y un activista. ¿Cuáles son sus razones y motivaciones?
—Las razones son simplemente que la filosofía me ha permitido ver que hay cambios que tienen que ocurrir en el mundo. Habiéndome dado cuenta de esto, desde una perspectiva filosófica, he querido jugar un papel en llevar a cabo estos cambios. He escrito mis trabajos no sólo para otros filósofos, sino para el público en general, para que todos puedan entender por qué estos cambios son importantes y por qué deben ocurrir. Esto me ha llevado a convertirme también en un activista.
—En su conferencia [en La Ciudad de las Ideas, en Puebla], usted mencionó los casos de ciudadanos comunes como Toby Ord, Julia Wise, Celso Vieira y Matt Wage, personas de clase media como ejemplos de altruismo en acción, como una prueba de que podemos ayudar a otros no importando que no seamos Bill Gates ni Carlos Slim. ¿Considera esta nueva mentalidad como un cambio de paradigma? ¿Está usted queriéndonos decir que estamos, como individuos, más empoderados de lo que pensamos?
—Absolutamente, eso es lo que traté de decir. Y a eso se debe que haya puesto esos ejemplos. Porque se puede ayudar aun teniendo ingresos moderado. Toby Ord pudo prevenir ochenta mil casos de ceguera en el mundo. Es sorprendente lo que una persona que no es Bill Gates ni Carlos Slim, como dices, puede hacer.
—Pareciera que la austeridad es una clave importante para la práctica del altruismo.
—Depende de lo que se entienda por austeridad. Yo pienso que vivir modestamente es importante, pero ciertamente no estoy sugiriendo que uno no deba de tener posesiones o un hogar confortable. Hay un contraste entre las diferentes personas que integran el movimiento del altruismo efectivo. Celso Vieira, otra de las personas de las que hablé, es un caso extremo. Él me dijo que cuando se mudó, hace un par de años, empacó sus cosas en un par de maletas; es una persona que vive de una manera muy simple, y que dona el diez por ciento de sus ingresos (a la causa altruista). Muchas otras personas que conozco, incluyéndome, tenemos más bienes, pero aun así donamos una parte sustancial de nuestros ingresos.
—Hay algunas causas que son mejores que otras, dijo. Es importante aprender a escoger cuál es la causa a la que uno puede sumarse en una ciudad o en un país. Me gustaría que abundara al respecto. El calentamiento global, por ejemplo, puede sonar un tanto abstracto, mientras que el altruismo se enfoca en el otro.
—El calentamiento global está afectando a gente real. El concepto es abstracto, pero hay personas reales que están siendo afectadas por ello; está pasando. Pensemos, por ejemplo, en esta gente que habita algunas islas del Pacífico donde el aumento en el nivel del mar está provocando severas inundaciones en sus tierras. Así que creo que el calentamiento global es una muy importante causa, relacionada directamente con este movimiento del altruismo efectivo. Porque si no hacemos algo ahora, las consecuencias negativas se extenderán y afectarán a millones de personas. Quizá no ahora, pero sí en algunas décadas o siglos próximos.
—¿Qué filósofos contemporáneos le interesan?
—Hay muchos filósofos que admiro. Estoy interesado, por ejemplo, en el trabajo del profesor Jeff McMahan, que estudia las relaciones entre ética y guerra, o ética y asesinato en general. Ha escrito muy buenos libros sobre por qué matar es un acto equivocado. Admiro a William MacAskill, que escribió un libro muy útil sobre altruismo efectivo cuyo título es Doing Good Better. Y, en una escala más abstracta, a Derek Parfit, que escribió On What matters, dos grandes tomos. El próximo año saldrá un tercero. Muy importante.
—Sé que J. M. Coetzee no es un filósofo, pero ¿qué le parece el autor de Las vidas de los animales?
—Pienso que es un novelista poderoso. Las vidas de los animales es un trabajo muy interesante, lo mismo que Elizabeth Costello. Coetzee ha escrito novelas maravillosas que nos hacen pensar en la naturaleza del mundo y en el sufrimiento que infringimos tanto a los humanos como a los animales.