En unos meses, los líderes mundiales se reunirán en París para una sesión de la ONU donde debatirán la manera de salvar el planeta del cambio climático catastrófico. Una nueva investigación del Instituto Oceanográfico Woods Hole les brinda otra medida para que sepan, con exactitud, cuánto está en riesgo. El artículo, publicado en octubre, predice que la superficie que se derrite en las barreras de hielo del Antártico se duplicará para 2050, sin importar que cambien las emisiones. Pero para 2100, nuestras políticas climáticas marcarán la diferencia entre la desaparición o permanencia del hielo antártico.
Las barreras de hielo son enormes mesetas flotantes de agua de mar congelada que se proyectan del continente y actúan como obstrucciones que contienen las gigantescas placas de hielo continentales. En su ausencia, los glaciares del continente acelerarían su marcha hacia el mar. Bajo las condiciones actuales de emisiones, los próximos 85 años de calentamiento podrían elevar la tasa de fusión lo suficiente para precipitar la pérdida de las barreras en todo el continente. “Imagina que tienes un lavabo lleno de agua y quitas el tapón. Las barreras son ese tapón”, explica Luke Trusel, autor principal del reciente estudio.
Trusel y sus colegas hallaron que si las emisiones mantienen su ritmo actual, las barreras de hielo del Antártico perderían alrededor de seiscientas gigatoneladas anuales de agua para 2100. “Es el equivalente a ocho años del Niágara corriendo continuamente”, dice. La tasa de fusión ocurriría en o sobre el punto donde, históricamente, las barreras (como Larsen A y Larsen B) se han desestabilizado o colapsado.
Sin embargo, agrega Trusel, si las potencias mundiales se comprometen a llegar a un máximo de emisiones a medio siglo y reducirlas constantemente a partir de ese momento, el escenario catastrófico podría evitarse. En cuyo caso, las barreras de hielo del Antártico perderían poco más de doscientas gigatoneladas anuales de agua, evitándose un colapso total.
Es un objetivo altamente factible, que Trusel denomina un “escenario de camino medio” para la política climática, dado que algunos expertos y gobiernos abogan por escenarios de “pico y reducción de emisiones” mucho más rápidos y drásticos. En otras palabras, esta historia apocalíptica de fusión de hielo puede tener un final feliz. Por así decirlo.
Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek
Fuente: Nature Geoscience, Instituto Oceanográfico Woods Hole.