Utilizando
una analogía con la cocina peruana la directora del Fondo Monetario
Internacional, Christine Lagarde, hizo un llamado a los formuladores de
política de los 188 países miembros a seguir su ejemplo: tomar las mejores técnicas
y prácticas del mundo, modernizar recetas tradicionales y mezclar ingredientes
diferentes para así resolver los problemas de pobreza y desempleo que impiden
romper la barrera del 3.1 por ciento de crecimiento. Asimismo, prometió un
mejor funcionamiento dentro del organismo a través del proyecto AIM: Agilidad
(en sus recomendaciones), Integración (en materia política) y Miembros
(asesesoramiento “a la medida”).
Lagarde
advirtió durante la reunión anual del Banco Mundial y el FMI en Lima que “el
mundo está en un proceso de transición, y las transiciones nunca se pueden
hacer sin un cierto grado de volatilidad e incertidumbre”. Los dobles dígitos
ya no son una realidad plausible para China, y el mundo está resintiendo sus efectos.
Además, la normalización de la política monetaria estadounidense y los bajos
precios de los commodities son factores que podrían afectar la expectativa de
crecimiento de países emergentes. Esto podría generar necesidad de una nueva
ola de préstamos desde Latinoamérica hasta la Unión Europea y Asia.
Sin
embargo, el tema más importante para el Fondo tal vez no sea cuánto dinero
prestar ni bajo qué condiciones, sino la renovación de su estructura de
gobernanza. El FMI funciona, en ciertos sentidos, como un seguro contra las
crisis económicas en los países que contribuyen con cuotas específicas de
acuerdo a los criterios de la misma institución. Sin embargo, el proceso de
toma de decisiones no es equitativo.
Las
cuotas del Fondo Monetario Internacional para cada país son calculadas por una
fórmula que considera el PIB (50%), la “apertura” de su economía (30%), la
variabilidad económica (15%), y las reservas internacionales (5%). La cuota de
cada miembro determina su relación financiera y organizacional dentro del
Fondo, incluyendo contribuciones, poder de voto y acceso a financiamiento. A
principios de la década, cuando empezaron a surgir grupos de economías
emergentes como los BRICS, la sobre-representación de Estados Unidos y la Unión
Europea hizo que la institución perdiera credibilidad, así que se intentó
implementar una reforma en 2010. Brazil, India y China se posicionaron entre
los países con mayor número de votos. Aún así, Estados Unidos, Japón, Reino
Unido y Francia, entre otros, aún se aferran a su estatus de tomadores de
decisiones.
En
cuanto a México, que mantiene la silla de la circunscripción formada por Costa
Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, España y Venezuela, Lagarde
destacó que es uno de los países con economías más sólidas de Latinoamérica
gracias a sus reformas. Prueba de ello es que, junto con Colombia y Polonia, es
de los pocos países que han sido recipientes de la Línea de Crédito Flexible,
un recurso que se otorga a países con bases económicas solidas, políticas fuertes,
finanzas públicas sanas e inflación baja y estable.
En su carácter de líder del Comité Financiero y
Monetario, Agustín Carstens expresó la decepción de los países integrantes con
el retraso de las reformas que necesita la institución para lograr mayor
eficiencia. El FMI y el BM son las dos instituciones multilaterales más
importantes en las áreas de economía y finanzas, y así como sus objetivos han
cambiado al paso de los años y de acuerdo a la economía política mundial, sus su
estructura de gobernanza debe reflejar el compromiso de contribuir al cumplimiento de los objetivos de desarrollo a largo
plazo.