En los miles de horas que Boye Brogeland ha pasado jugando al bridge nunca antes había hecho una declaración tan audaz, ni siquiera un lanzamiento artificial de dos tréboles. Sentado en su casa, en el pintoresco pueblo portuario de Flekkefjord, Noruega, a fines de agosto, dio un vistazo a la pantalla de su computadora, miró las palabras que había escrito y que estaba a punto de poner en línea: “Si usted tiene una pareja que hace trampa en su equipo…”.
Pero antes de hacerlo, alertó a las autoridades. Sabía que su acusación resonaría en el norte y en el sur, en el este y en el oeste, en todas las coordenadas mundiales del bridge de contrato de alto riesgo. Podía terminar con las carreras de los actuales campeones europeos, Lotan Fisher y Ron Schwartz, el primero de ellos conocido como “el niño prodigio del bridge israelí”; probablemente, también significaría el fin de sus ganancias de seis dígitos y de sus estilos de vida entre el jet set de Bali a Biarritz.
Brogeland también sabía que los hombres cuyos medios de vida estaba a punto de liquidar tenían amigos poderosos y extremadamente ricos, hombres cuya conducta en la mesa cuadrada dejaba entrever intenciones malévolas. “Telefoneé a la policía noruega”, señala Brogeland, un jugador profesional de bridge clasificado en el lugar número 64 por la Federación Mundial de Bridge (WBF, por sus siglas en inglés). “Me dijeron: ‘Cuando dé el pitazo no permanezca en su casa'”.
EL SHERIFF Y LA ASTRÓNOMA ANÓNIMA
El 26 de septiembre, en Chennai, India, dio inicio el Tazón de Bermuda, un evento internacional bienal que es el torneo más prestigioso en el mundo del bridge. De las veintidós naciones que calificaron para participar en el campeonato de quince días de duración, tres lo habían abandonado durante el mes anterior: Israel, que cuenta con el tándem de Fisher y Schwartz; Mónaco, con su dúo formado por Fulvio Fantoni y Claudio Nunes que son, respectivamente, los jugadores número uno y número dos del mundo; y, más recientemente, Alemania.
La ausencia de Fisher-Schwartz y Fantoni-Nunes en el Tazón de Bermuda se debe a los minuciosos esfuerzos de investigación de Brogeland. De hecho, los cuatro hombres enfrentan la posibilidad de ser expulsados de por vida del bridge competitivo. Quizá sea sólo el jugador número 64 del mundo, pero no hay oponente más temible en el bridge que Brogeland (Alemania se retiró cuando su principal pareja, como consecuencia de las investigaciones, confesó, de manera preventiva, haber hecho trampa). “Boye es el sheriff que llegó al pueblo”, señala, maravillado, Bob Hamman, un tejano que ha ganado diez Tazones de Bermuda y es para el bridge de contrato lo que Doyle Brunson es para el Texas holdem. “Es el juez Roy Bean. Es el hombre del año”.
Imagínate que eres admirador de la NFL, y que hay un paladín que se enfrenta a los equipos más exitosos de ese deporte, y que resulta que tiene datos que lo respalden. Imagina que esa persona realizó su investigación no gastando millones de dólares en investigadores privados, sino principalmente analizando colectivamente videos de YouTube y obteniendo el apoyo de voluntarios bien dispuestos, de lugares tan lejanos como Australia, desde leyendas del juego (como Hamman) hasta una astrónoma anónima de los Países Bajos.
Ahora imagina que no hizo nada de esto para su beneficio personal; de hecho, todo fue puesto en marcha generando gastos fiscales y profesionales, y que el provocador, Brogeland, haya exigido ser despojado de cualesquier “masterpoints” que hubiera “ganado” (el entrecomillado es suyo) como antiguo compañero de equipo antiguo de Fisher y Schwartz. Y que continuó con la frente en alto después de que Fisher, uno de los hombres a quienes culpó, hubiera publicado estas palabras en Facebook: “Los celos te han enfermado. Prepárate para reunirte con el diablo”.
“Mi única motivación es tratar de limpiar el juego y hacer lo correcto”, afirma Brogeland, cuyos abuelos le enseñaron a jugar al bridge cuando tenía ocho años. “No me preocupan las consecuencias. Esto es lo que mi madre habría hecho. Esto es lo que mi padre habría hecho. Espero que esto sea lo que mis hijos habrían hecho”.
“Boye [la ha] convertido en su campaña personal para limpiar el juego”, afirma Jeff Meckstroth, un estadounidense clasificado en octavo lugar por la WBF y que ha ganado cinco veces el Tazón de Bermuda.
Esta es la historia de un bridgegate que es totalmente distinto al relacionado con cierto gobernador de Nueva Jersey y el pueblo de Fort Lee (es decir, con excepción de los rasgos compartidos de artimañas, denuncias anónimas y amenazas personales). Esta es la historia, en palabras de Brogeland, “de una rebelión preparada por los mismos jugadores de bridge a través de internet para salvar el juego”.
PERROS VIEJOS CON HÁBITOS DESAGRADABLES
“¿Ahora cómo quieres jugar? ¿Limpio?” (Chico Marx, preparándose para repartir una mano de bridge en la película Animal Crackers,1935).
En 1925, Harold Stirling Vanderbilt, el magnate de los ferrocarriles y deportista al estilo del Gran Gatsby, navegaba a bordo de su yate de Los Ángeles a Nueva York atravesando el Canal de Panamá. Durante el viaje, Vanderbilt decidió añadir interés al juego del bridge de subasta, que había evolucionado a partir del whist de los ingleses. “Vanderbilt desarrolló un sistema en el que una pareja podía ganar puntos adicionales con base en lo ambiciosa que fuera su oferta”, relata Dave Anderson, periodista jubilado y ávido jugador de bridge que vive en Florida. “Él inventó el bridge de contrato”.
Pasaron tan sólo diez años, un periodo durante el cual los torneos de bridge florecieron en los eventos internacionales que a menudo eran noticias de primera plana en el New York Times, para que los Hermanos Marx satirizaran el defecto principal del juego. “El bridge es el juego donde hacer trampa es lo más fácil del mundo”, señala Kit Woolsey, un talentoso jugador de bridge y backgammon que ha escrito exhaustivamente sobre ambos juegos, “porque uno tiene una pareja y puede hacerle señas”.
Si no estás familiarizado con los conceptos básicos del bridge, no temas: no estás a punto de aprenderlos aquí. “Se requieren al menos doce horas de estudio antes de que una persona pueda siquiera sentarse en una mesa”, afirma Chris Willenken, un profesional residente de Nueva York que actualmente da clases para principiantes en un fondo de protección. “Hay cuatrillones de manos posibles que puedes tener”.
La Liga Estadounidense de Bridge de Contrato (ACBL, por sus siglas en inglés), el cuerpo directivo del bridge en América del Norte, cuenta con 168 000 miembros y, efectivamente, una abrumadora mayoría de ellos podría ser tu abuela o tener una cuenta de correo electrónico en AOL. “Nuestro típico nuevo inscrito es una mujer de 65 años, y la edad promedio de nuestros miembros es de 71 años”, suspira Darbi Padbury, portavoz de ACBL. Y con todo, el juego sigue atrayendo a algunos de los hombres más innovadores (y ricos) del mundo. Warren Buffett y Bill Gates no sólo juegan, sino que también compiten periódicamente como pareja. Ninguna reunión de accionistas de Berkshire Hathaway está completa sin un juego de bridge diario a las 13 horas que incluye una aparición de Hamman, que es como si Dan Marino se presentara en tu juego de fútbol americano callejero. Apenas el mes pasado, Facebook, una compañía cuyos padres del fundador son ávidos jugadores, se postuló con la ACBL para organizar un juego de bridge registrado en su campus de Menlo Park, California.
Jimmy Cayne, exdirector ejecutivo de Bear Stearns, está obsesionado con el bridge. Cuando el banco de inversión estaba a punto de caer en la insolvencia entre 2007 y 2008, Cayne, que actualmente tiene 81 años, se encontró incomunicado en más de una ocasión, aislado del resto de la civilización en un torneo de bridge. “He conocido a Jimmy Cayne desde que los mamuts lanudos vagaban por las llanuras”, dice Hamman. “Es un perro viejo, y los perros viejos pueden tener algunas malas costumbres”. Y también pésimos compañeros de equipo.
LOS TEMIDOS MÉDICOS ALEMANES
Para simplificar el juego del bridge: dos parejas se sientan frente a frente en una mesa (norte y sur) e intentan ganar más bazas (manos) que sus oponentes (este y oeste). La dificultad consiste en no saber cuáles son las cartas que tiene tu pareja, y ni siquiera de qué palo (el conjunto de cartas de un solo color y figura) podría tener más cartas. Por otra parte, si uno de los miembros de la pareja cuenta con esa información…
“Sería como saber cuál es la señal que está haciendo el entrenador de tercera base del equipo contrario”, señala Willenken, una criatura irrefrenablemente lógica que dice que su edad es de “treinta y nueve y siete octavos”.
Fue Mae West quien comparó célebremente al buen bridge con el buen sexo: “Es mejor que tengas una buena pareja, o que tengas una buena mano”. O puedes hacer trampa. En el Tazón de Bermuda de 1965 en Buenos Aires, Argentina, el dúo británico de Terence Reese y Boris Schapiro fue descalificado cuando el antiguo bicampeón B. Jay Becker observó que sujetaban sus cartas con cierto número de dedos apoyados en la parte posterior durante la subasta para indicar cuántos corazones tenían. Para desalentar esta práctica y el uso de otras señales visuales, las mesas de los principales torneos ahora están equipadas con una pantalla colocada en diagonal, de manera que los miembros de las parejas no puedan verse unos a otros.
Así, en el Tazón de Bermuda de 1975, una pareja de italianos se comunicó moviendo los pies bajo la mesa. Como consecuencia de su travesura, ahora hay tablas debajo de la mesa. Es así como surge un patrón: cada transgresión obliga a usar un nuevo factor disuasivo, que a su vez, inspira una manera más creativa de hacer trampa. El resultado, en los niveles selectos del bridge, es la diferencia entre una conversación corriente y Clarice Starling entrevistando a Hannibal Lecter. “Creo realmente que la mayoría de los jugadores de bridge son buenos, llenos de integridad”, afirma Meckstroth, que ha jugado con la misma pareja de bridge durante 41 años. “Pero hay un pequeño porcentaje en los niveles más altos que nos obligan a estar alertas”.
Hace dos años, en el Tazón Mundial Senior de d’Orsi en Bali, Michael Elinescu y Entscho Wladow, ambos de Alemania, fueron encontrados culpables de usar un sistema de tosidos para comunicarse sus manos. Ambos hombres, a quienes se les ha prohibido jugar juntos de por vida, son médicos. “Históricamente, la frase ‘médicos alemanes’ ha implicado [hechos] mucho peores”, señala The Guardian. “Pero aun así, se trataba de las finales del campeonato mundial”.
Hamman, que ha ganado más torneos importantes que cualquier estadounidense y que probablemente ha perdido otros tantos por culpa de los tramposos, es capaz de mantener su optimismo. “Es la naturaleza humana; es la forma en que estamos diseñados”, dice. “Jugué contra el famoso Equipo Azul italiano. En un momento dado, ganaron diecisiete de diecinueve campeonatos mundiales, y el hecho es que hicieron trampa. Todo el mundo lo sabe. Hay problemas en todo lo que haces; así es la vida”.
DESCIFRAR EL CÓDIGO TRAMPOSO
Chicago, a mediados de agosto. El prestigioso campeonato de Spingold, que atrae a un campo internacional de jugadores de élite, se desarrolla en el Hilton. Durante un juego de cuartos de final, Brogeland y su pareja, Espen Lindqvist, pierden por un punto ante el dúo israelí de Fisher y Schwartz. “Fui despojado”, dice Brogeland. “El bridge es un juego tan lógico, y ellos realizaban acciones tan ilógicas. Una acción ilógica tras otra, y tienen éxito todo el tiempo.
“Después, me reuní con Jimmy Cayne en el bar”, dice Brogeland. “Jimmy había jugado realmente bien. Le dije: ‘Tienes que deshacerte de estos tipos'”.
Si alguna parte de esta cita no te dice nada, esta es la revelación final acerca del bridge de élite: aunque en cada juego participan parejas formadas por dos jugadores, un equipo registrado tiene tres parejas, o seis jugadores en total. En los niveles de talla mundial, ese sexteto suele estar compuesto por cinco jugadores muy bien pagados y un patrocinador, un aficionado al bridge muy adinerado que juega el mínimo indispensable de manos para ser considerado parte del equipo.
“La única forma posible de tener jugadores profesionales es permitir que los patrocinadores jueguen”, reconoce Brogeland. “No quieren mirar; quieren jugar. Y de otra manera, no habría suficiente interés en el bridge para tener profesionales”.
“Sí, el bridge lo juegan los ricos”, señala Padbury de ADBL. “Y hay mucho dinero de por medio. Pero no lo damos [como premio en efectivo]”.
Hamman, quien fue parte del primer equipo estadounidense patrocinado, los legendarios Ases de Dallas, afirma que los mejores jugadores pueden ganar hasta 500 000 dólares. “Tienes un patrocinador que ha acumulado bastante dinero, y es un muy buen jugador de bridge”, dice Hamman. “Quiere al equipo que desea, y puede permitirse conseguirlo”.
Para las personas ajenas al juego, esto podría parecer como si un propietario de la NBA se pusiera el uniforme, jugara un cuarto con los Spurs, y luego afirmara que él y Tim Duncan ganaron juntos el título de la NBA. Los profesionales del bridge no son tan, eh, cínicos. “Se consideran campeones”, dice Woolsey. “¿Y por qué no habrían de serlo?”
En teoría, la dinámica está más allá de todo reproche. En la práctica, sin embargo, dicha dinámica alienta a los tramposos. “Hay más incentivos de los que uno puede ver”, señala Padbury. Así que Brogeland, que había pasado los dos últimos años como compañero de equipo de Fisher y Schwartz, los había visto saltar a una propuesta más lucrativa de jugar para Cayne. Y luego había perdido frente a ellos en las que consideraba circunstancias extrañas. De hecho, Brogeland y Lindqvist en realidad habían ganado la partida por un solo punto. Pero el bridge tiene un proceso de apelaciones, y después de la apelación, a Fisher y Schwartz se les otorgó una victoria por un punto.
Cuando Brogeland había sido compañero de equipo con Fisher y Schwartz en 2014, una vez les preguntó sobre un movimiento sospechoso que les había dado ventaja. “¿Por qué lanzaste un trébol?”, le preguntó a Schwartz, quien respondió: “Debía dirigir el palo largo de mi pareja”.
En ese momento del juego, no había manera de que Schwartz supiera cuál era el palo largo de Fisher. Entonces, ¿cómo sabía que debía lanzar un trébol?
Brogeland regresó a Flekkefjord, donde él y su esposa, Tonje, emprendieron la pesada pero fascinante tarea de observar en YouTube cómo Fisher y Schwartz ganaron los campeonatos europeos del año anterior (el ACBL, que supervisó el torneo de Spingold, no publica sus videos en línea). “Mi promedio de horas del sueño durante una toda semana fue de tres “, dice. “Mi adrenalina estaba a tope”.
Gracias a un sistema llamado VuGraphs, los fanáticos y los perros guardianes del bridge pueden ver una tabla con las manos completas que los cuatro jugadores tienen en cualquier mano determinada (una vez que la partida ha terminado). Si un estudioso experimentado del juego compara esas tablas con los videos de las manos, podría encontrar una señal recurrente entre las parejas, la cual se correlaciona con una jugada específica. “El bridge es un juego despiadadamente lógico”, afirma Willenken, que forma parte de un círculo de jugadores de alto nivel a quienes Brogeland enroló para ayudarle a estudiar el juego de Fisher y Schwartz. “Existe un proceso de tres pasos para descifrar el código: analizar los movimientos que son ilógicos, encontrar una cantidad desproporcionada de manos ganadoras precedidas por movimientos ilógicos, y analizar lo que ocurre en esas manos”.
Tras acusar públicamente a Fisher y Schwartz de hacer trampa en un sitio llamado BridgeWinners.com en los últimos días de agosto, Brogeland recibió una carta amenazadora del abogado de aquellos. Lo acusó de difamación y decía, en parte: “Mis clientes estarán de acuerdo en recibir una compensación por un total de un millón dólares… Una pequeña indemnización por los daños y perjuicios y la angustia mental que se les ha provocado”.
Fue entonces que Per-Ola Cullin, un jugador sueco a quien Brogeland había pedido ayuda, logró un avance. Cullin, clasificado en el número 67 por la WBF, observó que la tabla en la que los jugadores pasaban sus cartas (una puerta secreta en la parte baja de la pantalla que se abre lo suficiente para que los jugadores lleven a cabo los ritos esenciales del juego) era colocada en ciertos lugares de la mesa para indicar las preferencias de apertura (por ejemplo, si Fisher o Schwartz deseaban que su pareja abriera con diamantes, la tabla se colocaba en la mitad de la mesa).
“Per-Ola fue quien descifró el código”, dice Brogeland. “Esta ha sido una rebelión organizada por los mismos jugadores de bridge, quienes desean limpiar el juego”.
Para el 5 de septiembre, Israel se había retirado del Tazón de Bermuda, aunque la WBF aún no había sancionado oficialmente a Fisher y Schwartz (ni lo ha hecho hasta ahora). Fantoni y Nunes no han dicho mucho públicamente sobre su predicamento. En el que afirma ser el sitio web oficial de Fantoni, se colocó el siguiente mensaje a mediados de septiembre: “No comentaremos sobre las acusaciones en este momento, reservaremos nuestro derecho de réplica a un entorno más apropiado”.
El 6 de septiembre, Maaijke Mevius, una mujer de 43 años casada y madre de dos hijos que vive en Groningen, Holanda, decidió enviar un correo electrónico a Brogeland. Mevius, jugadora de bridge recreativo, había dado seguimiento al escándalo de Fisher-Schwartz, y había notado que en las finales del Campeonato Europeo 2014, sus oponentes habían sido Fulvio Fantoni y Claudio Nunes.
Al día siguiente, Cayne, que no había sido acusado de ninguna falta, publicó lo siguiente en BridgeWinners.com: “Hago esta declaración con pesar en el corazón. En las últimas semanas, me he enterado de los cargos formulados contra Lotan Fisher y Ron Schwartz… las manos publicadas más recientemente me llevan a concluir que Fisher-Schwartz no pueden continuar jugando en mi equipo a menos de que sean absueltos de todos los cargos que puedan ser presentados contra ellos. Estoy totalmente comprometido y renuncio a mi título, a mis “masterpoints” y mis “seeding points” para el Spingold 2015 si la ACBL me permite hacerlo”.
Mevius aún no terminaba. Si Fisher y Schwartz usaron señales, se preguntaba, ¿por qué no mirar los mismos videos y ver si Fantoni y Nunes también lo habían hecho? “Soy investigadora de profesión”, señala Mevius, física cuyo campo es la astronomía. “Me interesa saber cómo funciona el mundo. Asimismo, me gusta la resolución de problemas. Jugar al bridge no es más que resolver problemas”.
Tras analizar horas de videos y tomar notas meticulosamente, Mevius descubrió un patrón. Se lo dijo a su marido, quien le aconsejó enviar un correo electrónico a Brogeland, a quien no conoce. “Pienso que este podría ser un código”, escribió Mevius, “Pero no tengo la pericia para juzgarlo. La carta vertical puede ser un as, un rey o una reina”.
En pocos minutos, Brogeland respondió: “¡Vaya!, Es posible que haya descifrado el código”.
El bridge de alto nivel tiene tres torneos principales, ninguno de los cuales se realiza anualmente: el Tazón de Bermuda (que se realiza en años nones), el Olympiad (que se efectúa cada cuatro años, el mismo año que los Juegos Olímpicos) y el Abierto Mundial de Parejas (que se realiza cada cuatro años, en los años pares donde no hay Juegos Olímpicos). Ganar los tres significa capturar la “Triple Corona del Bridge”, y sólo diez hombres lo han logrado. Dos de ellos son Hamman y Meckstroth, quienes lograron este triple triunfo como compañeros de equipo en 1988.
Sólo dos hombres han capturado la Triple Corona en los últimos veinticinco años: Fantoni y Nunes, un hecho que duele a no pocos veteranos. “En mi opinión, Fantoni era obviamente un farsante”, dice Meckstroth. ¿Y Nunes? “Pensé que no era más que un idiota”, señala Meckstroth.
Cuando Brogeland recibió el correo electrónico de Mevius, envió la información a jugadores de alto nivel como Meckstroth, Willenken, Woolsey y otros para que verificaran la información. Al final, Ishmael DelMonte, un jugador australiano, logró comprobarla. “Ishmael me escribió doce horas después y lo verificó”, dice Brogeland sonriendo radiantemente.
Meckstroth conducía desde las oficinas centrales de ACBL en Horn Lake, Misisipi, hacia su casa en Clearwater, Florida, la mañana del 10 de septiembre, cuando recibió la llamada telefónica de un emocionado DelMonte. “Ish había pasado 36 horas seguidas mirando el video de Fantoni y Nunes”, dice Meckstroth. “Le dije que durmiera un poco y que yo me encargaría de comunicarlo”. Meckstroth telefoneó a Woolsey, que a la mañana siguiente publicó una nota en BridgeWinners.com, divulgando al mundo la noticia de que los dos jugadores de bridge más exitosos del último cuarto de siglo eran unos tramposos. En poco más de un día, el mensaje había generado 1173 comentarios. “Las pruebas de que Fantoni y Nunes lanzaron sus cartas horizontal o verticalmente de acuerdo con el tipo de cartas que tenían son indiscutibles”, dice Willenken. “Lo único que está bajo cuestión es la interpretación de lo que eso significa. Pero las probabilidades de que no sea un sistema para hacer trampa son infinitesimales”.
Mientras tanto, Brogeland recibió una amenaza encubierta. Un conocido común transmitió un mensaje, supuestamente de Fantoni y Nunes: “Dile a tu amigo Boye que tenemos una silla de ruedas que le quedará muy bien”.
“Este es uno de los mayores escándalos de trampas en la historia del bridge”, dice Woolsey. “Fantoni y Nunes eran los mejores jugadores; estaban ganando la mayor cantidad de campeonatos”.
Dror Arad-Ayalon, un abogado residente en Tel Aviv que representa a Fisher y Schwartz, envió una carta a Brogeland acusándolo de “difamación que no está respaldada por un ápice de verdad”. El 17 de septiembre, Arad-Ayalon declaró a CNBC que una vez que la investigación realizada por la Federación de Bridge de Israel respecto a los cargos contra sus clientes haya sido resuelta, los jugadores pensaban demandar a Brogeland por difamación.
Tras la exposición de los principales equipos de Israel y Mónaco por parte de Brogeland, la pareja más importante de Alemania, Alexander Smirnov y Josef Piekarek, ha confesado haber hecho trampa. Con ello, ya son tres de los seis equipos calificados de Europa los que han quedado fuera del Tazón de Bermuda. “La gente me ha dicho: ‘Si puedes hacer que caiga una o dos naciones más, entonces Noruega podría ganar’”, señala Brogeland, que ha acumulado facturas telefónicas por miles de dólares durante el mes anterior. “Esa nunca ha sido mi motivación. Amo el bridge”.
Entre todas las horas perdidas que ha pasado aislado y analizando detenidamente las escenas de las partidas de bridge anteriores, Brogeland aún tuvo tiempo de enviar una respuesta a los abogados de Fisher y Schwartz. Escribió: “Por favor, demándenme”.
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in
cooperation with Newsweek