Un día en enero de 2015, varias parvadas de cuervos negros
empezaron a llenar el cielo gris como pinceladas enloquecidas, por lo que un
grupo de lugareños decidió investigar. Las aves daban vueltas alrededor de
algo, y cuando los lugareños se acercaron, escucharon el gruñido de escuálidos
perros que mostraban los dientes con fiereza, luchando por el último resto de
tendón. Fue entonces que encontraron una fosa común flotante de más de 100
cadáveres en un canal que conecta con el río Ganges.
El macabro suceso se prestó muy bien para el
sensacionalismo; todos los titulares que aparecieron en la prensa durante la
siguiente semana me trasladaron a junio de 2013, cuando Raghvendra
“Nandan” Upadhyay, un periodista local y guía de turistas, me dio la
bienvenida antes de guiarme por su pueblo natal diciendo: “Bienvenido a la
ciudad del aprendizaje y la combustión, de la luz y de la muerte. Bienvenido a Varanasi.”
Situada en el banco occidental del río Ganges, conocido en
hindi como Ma Ganga (Madre Ganga), o simplemente Ganga, en el estado indio de
Uttar Pradesh, Varanasi es la ciudad más añeja de India y se cree que es una de
las ciudades que cuentan con una población constante más antiguas del mundo. Cuando
la visitó en la década de 1890, Mark Twain exclamó que era “¡más vieja que
la historia, más vieja que la tradición, más vieja incluso que la leyenda, y
parece dos veces más vieja que todas estas cosas juntas!”
Varanasi también es la capital religiosa de India y del
hinduismo. “Millones de hindúes desean morir en el Ganges, o al menos que
sus cenizas sean esparcidas en él”, dijo Nandan. “Al hacerlo, creen
que pueden romper el ciclo perpetuo de samsara, de nacer y renacer, y lograr
así la moksha, la eterna liberación.”
A eso se debe que haya cadáveres ardiendo 24 horas al día,
siete días a la semana. “Este mismo fuego ha estado ardiendo durante 3,000
años”, afirmó un trabajador en Manikarnika Ghat, el sitio de cremación en
la ribera más famoso de Varanasi. “Tenemos un promedio de 30 a 100 cuerpos
por día. Cada uno toma aproximadamente tres horas.” Los cadáveres están
cubiertos de ghee (mantequilla clarificada) y son colocados sobre tablas de
madera, se les envuelve en capas de tela ornamentada; se les baja brevemente al
Ganges y luego se les traslada al foso al aire libre y se les prende fuego.
La muerte es un gran negocio aquí. Hay hoteles, como el
Kashi Labh Mukti Bhavan, que sólo aceptan huéspedes que esperan morir en un
lapso de 15 días. Y de acuerdo con los datos oficiales de Uttar Pradesh, el
turismo va en aumento, y miles de personas acuden todos los meses para mirar
este teatro de la muerte a lo largo del río Ganges. Y aunque los trabajadores
de Manikarnika Ghat afirman que las familias pueden pagar “según sus
propios medios”, hay una gran presión para comprar el tipo adecuado de
madera para estas cremaciones (la madera de sándalo, por ejemplo, arde mejor y,
por lo tanto, se piensa que da una mayor oportunidad de lograr la moksha). Al
final, la cremación de un cadáver puede costar 7,000 rupias hindúes (109
dólares) a una familia, más de 15 por ciento del sueldo anual del indio común.
A eso se debe que muchas familias dejen a su familiar
recientemente fallecido directamente en el Ganges o en un canal que desemboque
en él. Liberar el alma de un ser querido bien vale el riesgo de que el cuerpo
termine desmembrado por aves de rapiña y perros salvajes. Sin embargo, el
problema real surge cuando los animales carroñeros no acuden, y los cuerpos se
pudren en el río.
TURISMO DE CONTAMINACIÓN
“Todo esto”, me dijo Nandan mientras mirábamos los
rituales funerarios desde nuestro bote de remos, “la economía, el ritual,
la historia, los cadáveres incinerados o simplemente arrojados, las familias
bañándose ahí para purgar sus pecados, todo esto se debe a la profunda creencia
de mi país en Ganga. El respeto a Ganga es lo que realmente une a India.”
La masa de agua vilmente contaminada comienza en el pueblo
de Devprayag en el Himalaya y serpentea por todo el país a lo largo de más de 2,414
km antes de desembocar en el Golfo de Bengala. La cuenca del río Ganges, de
acuerdo con Ellen Wohl, geocientífico fluvial de la Universidad Estatal de
Colorado, da sustento a un sorprendente 10 por ciento de la población mundial.
Esto incluye todas formas en las que el agua se utiliza para la supervivencia:
cultivar arroz y otros productos, bañarse, beber, servir como criadero de peces
y otros animales como una fuente de alimentación, y más.
La historia mitológica de Ganga, la divinidad en forma de
río que se purifica a sí misma (y que vivía en el cielo pero decidió habitar en
la Tierra para purificar los pecados de todas las personas que entraran en
contacto con ella) alimenta incontables fiestas y días feriados en India. Sin embargo,
trágicamente, el respeto a la diosa Ganga suele tener como consecuencia que se
le pierda el respeto al río Ganges.
Cuando me subí al bote con Nandan aquella mañana, no me
impresionaron tanto los cadáveres en llamas sino la forma en que, a unos
cuantos metros de los cadáveres flotantes, los niños se enjuagaban la boca y
escupían el agua en el aire. Yoguis y meditadores dedicaban sus rituales
matutinos a venerar a Ganga, pero por la tarde lanzaban al río sus envolturas
de golosinas y botellas de plástico.
Miles de personas participan en la fiesta de Ganga Aarti,
una reunión espiritual que se realiza todos los días al anochecer para que los
fieles puedan recibir la bendición de Ganga. Y fue entonces cuando me di cuenta
de lo mal que estaban las cosas realmente: los rituales de celebración que se
usan para alabar a Ganga suponen envenenarla.
Estábamos tan apretujados para mirar los rituales de Ganga
Aarti que yo sólo podía ver unos cuantos centímetros del río en los espacios
que había entre los botes. Ese era el espacio que servía como vertedero: vi
como las personas llenaban esos espacios con cigarrillos y cajetillas, botellas
vacías, notas de compra, cualquier cosa de lo que desearan deshacerse acababa en
el Ganges. Era como si no estuviéramos sobre el agua, sino sobre algún tipo de
tierra movediza formada con basura.
Lo que fluye bajo la superficie es mucho peor: millones de
galones de fluidos industriales y aguas residuales sin tratar desembocan en el
Ganges todos los días. Los resultados son devastadores. La diarrea, a menudo
causada por el contacto con materia fecal, mata a 600,000 indios por año, y las
enfermedades transmisibles a través del agua en toda la cuenca del río Ganges,
muchas de las cuales son resultado de las aguas contaminadas, cuestan a las familias
4 mil millones de dólares al año. Los problemas de saneamiento y contaminación
de agua provocan 80 por ciento de las enfermedades que afligen a los indios
rurales.
La contaminación también ha hecho que algunas áreas del
Ganges que antes fluían libremente hayan disminuido su velocidad o se hayan
estancado. Las aguas estancadas son el sitio perfecto para que los mosquitos se
desarrollen, y con los mosquitos viene la malaria. La forma más mortal de la
malaria, Plasmodium falciparum, está en crecimiento en India, y lo peor podría
estar aún por venir: el Dr. François H. Nosten de la Unidad de Investigación
sobre Malaria de Shoklo en Tailandia piensa que la cepa resistente a los
medicamentos del parásito que causa la malaria y que su equipo lucha por
combatir en Asia Sudoriental “se esparcirá por toda India.” Esta
forma de malaria es quizás el problema de salud más urgente del mundo, y si
India no puede limpiar el Ganges, el país podía podría estar enfilándose hacia una
catástrofe. Y esto sin mencionar al dengue, que es endémico en toda India, y al
chikungunya, una enfermedad viral de la que India ya ha tenido algunos brotes
en los últimos años.
La contaminación se ha vuelto tan grotesca que en mayo de
este año, mi taxista en Delhi mencionó una lista de lugares que yo podía
visitar, y después de mencionar sitios que son patrimonio de la humanidad como
el Fuerte Rojo y la tumba de Humayun, me sugirió ir a ver la “espuma de
Yamuna”, la espuma tóxica de químicos y orina que cubre amplias zonas de
la parte de Delhi del río Yamuna, el tributario más grande del Ganges. Ahora,
los turistas de las grandes ciudades de India acuden en masa para ver el
deterioro de los canales navegables del país, mientras que río abajo y río arriba,
las cosas son aún peores.
CURVAS TÓXICAS
Existe la creencia generalizada de que las personas
indigentes que viven a lo largo del río son quienes más lo destruyen. Pero
Sonali Mittra, de la Observer Research Foundation, un grupo de analistas sin fines
de lucro con sede en Delhi y que participa en el manejo regional y
transfronterizo de recursos acuíferos, dice que los datos no confirman esta
creencia. “Las comunidades pobres o vulnerables cerca del río a menudo son
consideradas como los principales contaminadores”, dice, “Pero una
gran cantidad de investigaciones indican que la mayor responsabilidad la tienen
las industrias y los centros urbanos.”
Si uno sigue al Ganges a lo largo de su tortuosa ruta
desde los Himalayas hasta el Golfo de Bengala, se encontrará con un verdadero
catálogo de estos tipos de contaminación. Haridwar se encuentra a unos 95 km al
sureste de Devprayag. Está considerado como uno de los siete lugares sagrados
para los hindúes, y es aquí donde el Ganges entra en las llanuras del norte de India.
También es el sitio en el que, el 23 de mayo de 2015, la Junta de Control de Contaminación
del Estado (SPCB por sus siglas en inglés) clausuró las instalaciones del hotel
Radisson Blu durante aproximadamente 36 horas por haber sorprendido a sus
trabajadores arrojando al Ganges agua sin tratar de sus desagües.
Para muchas personas, las acciones emprendidas contra el
Radisson fueron una prueba alentadora de la pasión del primer ministro Narendra
Modi por limpiar el Ganges. Tal vez, dijeron, la declaración de su Gabinete del
periodo 2015-2016 como Jal-Kranti Varsh, o Año de la Revolución del Agua, fue más
que sólo un ingenioso movimiento político. Uma Bharti, el “Ministro de
rejuvenecimiento de Ganga” de Modi, incluso ha establecido el objetivo de
que el Ganges estará limpio en un plazo de dos años.
Ankur Kansal, funcionario regional de SPCB, dijo al Times
of India, “Les hemos dejado muy claro no se tolerará que el agua sin
tratar fluya hacia el Ganga.” Pero un director de hotel, que pidió mantenerse
en el animado por temor a perjudicar la relación del Radisson con los
reguladores del gobierno, me dijo que después de tratar con el SPCB durante
cuatro años, confía en que el hotel “no recibirá ninguna multa” ni “recibirá
ninguna sanción.”
Kanpur está a 514 km al sureste de Haridwar. Es una
importante ciudad industrializada en la que, de acuerdo con Murali Prasad Panta
del Instituto Indio de Tecnología de Kanpur, “casi 70 por ciento de las
personas que usan las aguas del Ganga contraerán alguna enfermedad transmisible
a través del agua causada por las aguas residuales arrojadas corriente arriba.”
El sucio secreto de Kanpur es su mercado subterráneo de
matanza de vacas. La reverencia hacia la vaca se encuentra en casi todos los
textos principales del hinduismo. En su mayor parte, las personas las tratan
como mascotas que suministran leche, y en general, la carne de res no se
consume en India. Pero cuando el sol se oculta en Kanpur, comienzan las
silenciosas matanzas. A pesar del respeto que se rinde a las vacas en todo el
país y de que en algunas regiones existen leyes que imponen condenas de hasta
siete años de prisión a las personas que sean sorprendidas matando a uno de
estos animales, India aloja aproximadamente 3,100 mataderos ilegales que
exportan carne de vaca bajo la apariencia de carne de búfalo para esconder el
sacrilegio. El país es también el mayor exportador de cuero del mundo. Kanpur,
conocida como “la capital mundial del cuero”, está en el centro de
esta lucrativa industria.
Existen 700 curtidurías en los bancos del Ganges, muchas
de las cuales arrojan peligrosas concentraciones de ácido sulfúrico, cromo,
arsénico y mercurio en el río. De acuerdo con el Tribunal Ecológico Nacional de
India, estas curtidurías son una de las peores fuentes de contaminación del Ganges;
los índices de cáncer son más altos en estas áreas, y se cree que muchos niños
han quedado ciegos como consecuencia de la industria.
“En Kanpur, el río está realmente muerto”, señala
Rakesh Jaiswal, miembro de Ashoka y activista ecologista. “Nadie creyó
nunca que esto ocurriría. Esta es el agua que consideramos sagrada, pero nos
quedamos callados ante su profanación.”
RETRETES ANTES QUE TEMPLOS
A unos 1,770 km de Kanpur, en el estado de Bengala
Occidental, se encuentra la Isla Sagar, donde el Ganges desagua en el Golfo de
Bengala. Millones de hindúes acuden a este sitio en peregrinación por lo menos
una vez en su vida para presentar sus respetos a Ganga antes de que llegue al océano.
Esto es especialmente cierto durante el Gangasagar Mela, un evento que se
realiza a mediados de enero para celebrar el descenso de Ganga del cielo. Es
una de las reuniones anuales más grandes del mundo, y más de 500,000 hindúes se
sumergen en el agua para purificar sus almas.
Esta es una de las fuentes principales de ganancias del
área. Pero también resulta devastadora para el ambiente. “La carga de
desechos humanos en el Gangasagar Mela es colosal por el número de personas que
defecan y se bañan durante de tres días en un área de cuatro kilómetros cuadrados”,
declaró al Times of India Tuhin Ghosh, un investigador de la Escuela de
Estudios Oceanográficos de la Universidad de Jadavpur. “La capacidad de la
isla Sagar queda excedida varios miles veces durante este breve período, y la
contaminación resultante provoca una degradación ambiental. Cada Mela empuja
los parámetros ambientales más cerca del límite.”
Estos problemas no harán más que empeorar. La población de
India está creciendo. Con ella, las necesidades de agua han alcanzado niveles
estratosféricos: el Instituto Internacional de Gestión del Agua calcula que la demanda
de agua en ese país aumentará 32 por ciento para 2050. Y aunque India está en
el centro de una revolución tecnológica, reforzada por una población que
superará a la de China en 2028 y a pesar de avances como su impresionante
programa espacial, ha habido poca inversión en tecnología para salvar los más
de 8,399 km de agua que, de acuerdo con el periodista ecologista Chetan Chauhan
del diario Hindustan Times, “no es apta para la vida acuática” debido
a la contaminación. El agua es tan mala que, en 2007, la Unión International
para la Protección de la Naturaleza declaró prácticamente extinto al delfín de
río del Ganges, el animal acuático oficial del país.
Hay algunas señales de que las cosas podrían estar
mejorando. Actualmente existen algunos esfuerzos radicales de limpieza a fondo
mediante el uso de máquinas innovadoras como la espumadera para basura
flotante, fabricada por Cleantec Infra. La espumadera se mueve mediante el uso
de dos ruedas de remo básicas, y sus dos compuertas hidráulicas jalan la basura
hacia una cinta transportadora. Namami Gange, una misión para la protección del
agua dirigida por el gobierno, ha usado la máquina durante eventos de
celebración en los que participan millones de indios, y actualmente hay esfuerzos
en marcha para producir más avances en esta tecnología.
El catedrático B.D. Tripathi de la Universidad Hindú de Banaras
promovió iniciativas de investigación sobre la contaminación del Ganga a
comienzos de la década de 1970 y desde entonces ha estudiado la decadencia del
río. Por ello, resulta alentador que él esté lleno de esperanza. “Modi es
el primer Ministro de India que ha mostrado su dedicación hacia la Madre Ganga
y ha creado un ministerio independiente para su rejuvenecimiento”, dice.
“Espero que tenga éxito en sus esfuerzos. Más de 450 millones de personas
dependen del Ganga. Salvar al Ganga es salvar a la humanidad.”
Cuando Modi asumió el cargo en mayo de 2014, pronunció su
famoso agradecimiento a dos madres. En Gandhinagar, capital del estado de Gujarat
en la región occidental de India, agradeció a su madre, Heeraben Modi. Después
de recibir sus bendiciones, viajó casi 1448 km al este hacia Varanasi, y a lo
largo de los bancos donde 96 por ciento considera que el agua no es apta para beber,
agradeció al Ganges por su fuerza. Con ello, afirmó que limpiaría el río para octubre
de 2019, el 150 aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi.
También está aferrándose al manta de “retretes antes
que templos” que ha repetido en el escenario nacional desde su elección.
Hay 600 millones de personas en India que no usan un retrete, y gran parte de
esos desechos humanos terminan en el río; en un informe realizado en 2010 por
NU se reveló que, mientras 45 por ciento de los indios tienen un teléfono
celular, sólo 31 por ciento posee un retrete. Pero en julio de este año, Modi
prometió que habrá retretes en cada escuela de toda India en los siguientes
meses.
CURACIÓN POR LA FE
Sin embargo, por encima de todo lo demás, el país debe aceptar
el hecho de que, como dice Mittra, “La idea mitológica del Ganga es, de
hecho, más valorada que el río mismo.”
Sadhvi “Sadhviji” Bhagawati Saraswati de la
organización Ganga Action Parivar, una organización sin fines de lucro ubicada
en Rishikesh, piensa que la manera de hacerlo es formar “una colaboración
entre el gobierno y los científicos, pero también entre los líderes religiosos que
tienen las redes y la capacidad de formar la perspectiva a través de la
historia en lugar de avergonzar a las personas.” Muchas organizaciones no
gubernamentales y de otro tipo que esperan salvar el Ganges han pasado por alto
la influencia cultural de los mitos de Ganga, y han considerado a la
contaminación como un asunto relacionado con las personas a las que no les
preocupa. Pero es clave comprender el impacto de la religión.
“Las personas pueden pasar hambre. Pueden saltarse comidas
para ahorrar unas rupias y usarlas para comprar flores para ofrecerlas a Ganga”,
dice Sadhviji. “Pero al ofrecer esas flores, también ofrecen la bolsa de
plástico en la que están envueltas.” Por esa razón, para salvar al Ganges no
sólo es necesario convencer a las personas de que se preocupen por él, sino de
que se preocupen de manera diferente. “Durante miles de años, las personas
han creído que Ganga puede lavar toda una vida de pecados. ¿Por qué deberían
creer repentinamente que su basura puede dañarla? Muchas personas se ofenden
cuando alguien les menciona esta idea”, dice Sadhviji. Dice que los
líderes religiosos locales deben participar para convencerlas eficazmente de lo
contrario.
Ganga Action Parivar trata de incorporar mensajes bien
fundados sobre la conservación del medio ambiente entre la religión y sus
mitos. “El hinduismo está unido con el amor a los animales, las plantas y
el mundo natural”, dice Sadhviji. “Cuando se da forma a la
conversación sobre la contaminación de esta manera, las personas se dan cuenta inmediatamente
de cómo sus acciones van en contra de sus valores más profundos. Es entonces cuando
cambian.”
En 2015, visité la ciudad de Rishikesh en las faldas de
los Himalayas, justo a tiempo para celebrar el Ganga Dussehra, un
reconocimiento nacional del día exacto en que Ganga bajó del cielo a tierra.
Rishikesh es conocida por ser “la capital mundial del yoga” y por
alojar a los Beatles en 1968 durante su retiro de meditación trascendental en
el ashram del Maharishi Mahesh Yogi. También es el sitio que muchos indios me
sugirieron visitar si deseaba ver a Ganga en su mejor expresión.
En Rishikesh, el Ganges es sorprendentemente limpio;
mientras estaba sumergido con el agua hasta las rodillas, todavía podía ver mis
pies. Quizás un mejor indicador es que no vi ni un trozo de basura durante los
30 minutos que pasé meditando a lo largo de los bancos. Así que a las 4 de la
mañana del día siguiente, junto con miles de personas más, celebré a Ganga y,
por primera vez, sumergí todo mi cuerpo en sus aguas.
La información de Cameron Conaway sobre el río Ganges está
respaldada por una beca del Centro Pulitzer para el Reporte de Crisis.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek.