Existen decenas de miles de especies de avispas que viven como parásitos de otros insectos, como las mariposas y las polillas. En una situación común, una avispa parasitoide pica a una oruga, inyectando huevos o larvas (dependiendo de la especie) en el pequeño animal durante el proceso. Los huevos se convertirán en larvas, que se alimentarán de la oruga sin matarla de inmediato. Después de un breve periodo, generalmente 10 días, las larvas emergen, hacen un capullo y comienzan a transformarse en una avispa adulta. Y, usualmente, la oruga muere.
La cantidad de avispas que actúan que esta manera pueden hacer que esto parezca banal, pero se trata de un talento extraordinario; no es nada fácil dejar incapacitada a otra criatura al tiempo que se le mantiene viva, mientras tus progenies crecen y se alimentan de ella desde dentro.
La historia de la forma en que las avispas hacen esto se remonta a 100 millones de años atrás, cuando los insectos hicieron algo curioso: unieron fuerzas con un virus, “domesticándolo”, explica Louise Johnson, genetista de la Universidad de Reading. Con el paso del tiempo, este virus simbiótico, denominado bracovirus, desarrolló la capacidad de insertar distintos genes en los genomas de las orugas de las que se alimentan estas avispas. Estos disparos de ADN producen proteínas que modifican y evaden el sistema inmunológico de la oruga, manteniendo a la criatura bajo control mientras los huevos de la avispa se convierten en larvas.
Pero las nuevas investigaciones muestran que los bracovirus también han introducido genes permanentemente en los genomas de distintas especies de mariposas, entre ellas, la icónica mariposa monarca, donde se transmiten de generación en generación, afirma Jean-Michel Drezen, experto en virus de insectos de la Universidad de Tours, en Francia. Y, a largo plazo, estas nuevas partes de ADN también han dado a las mariposas una mayor resistencia ante un tipo de agente patógeno denominado baculovirus. Puede ser que esto haya ayudado originalmente a mantener vivas a las orugas mientras las larvas de avispa se alimentaban con ellas, y posteriormente les haya dado una ventaja selectiva, afirma Drezen.
El hallazgo, descrito enun estudio publicado el 17 de septiembre en la revista PLOS Genetics, muestra que los seres humanos no son los únicos animales capaces de producir organismos genéticamente modificados.
“Me sorprendió tanto encontrar genes de [avispas] en los genomas de mariposas y polillas que no podía creerlo”, afirma Drezen, uno de los autores del estudio. “Al principio, creí que había un error en alguna parte. Pero pudimos verificar experimentalmente su veracidad.”
“Cuando se trata de organismos genéticamente modificados, la naturaleza llegó primero”, afirma Johnson, que no participó en el estudio. “Es asombroso cuán a menudo los seres humanos hacen una innovación tecnológica sólo para descubrir que la evolución [ya] la ha producido.”
Algunas personas podrían ver las implicaciones políticas de todo esto. Pero Drezen y Salvador Herrero, un investigador de la Universidad de Valencia en España y coautor del estudio, insisten en que no están “a favor o en contra de los organismos genéticamente modificados.”
Sin embargo, resulta fascinante descubrir que algunos insectos son capaces de modificar genéticamente a otros, dice. “Por lo tanto, los organismos genéticamente modificados no son una novedad [exclusiva] de los seres humanos”, señala Drezen.
Sin embargo, la investigación también indica que los genes se pueden transferir entre organismos más fácilmente de lo que se creía anteriormente. Esto significa que los organismos genéticamente modificados, y el ADN ajeno que incorporamos en ellos, podrían llegar a otro animal a través de mecanismos que aún no conocemos. Y eso indicaría que es importante tener precaución al trabajar con modificaciones genéticas, añade Drezen.
“La implicación más importante es ser conscientes de que hay muchas cosas que no conocemos y que la biología es una ciencia que todavía está en pañales”, dice. “No sabemos cuál es la magnitud del intercambio de genes entre organismos como los insectos.”
Aunque existen algunos ejemplos conocidos de transferencia de genes entre otros organismos, la función de estos genes transferidos no suele ser clara. Por ejemplo, ocho por ciento del genoma humano está formado por ADN que se origina en virus, dice Johnson. Se piensa que una parte de este material genético ayuda a que nuestro sistema inmune funcione mejor, aunque aún no se sabe exactamente cómo. (Generalmente, los virus insertan su ADN en las células para reproducirse, aunque generalmente,éste no se queda para ser transferido a las futuras generaciones.)
Si las orugas mueren generalmente al ser presas de los parásitos, ¿de qué manera los genes de la avispa entran en sus células reproductoras o germinales y son transferidas a las futuras generaciones? Drezen dice que es posible que las orugas hayan sido picadas e inoculadas con bracovirus antes de luchar contra la avispa y vivir. O, quizás más probablemente, las avispas picaron e inyectaron su ADN en la oruga anfitriona equivocada por error, donde se realizó con éxito la transferencia genética, pero las larvas no se desarrollaron con éxito ni mataron a la oruga.