En la entrega del Premio Nacional de la Juventud 2015, el
presidente Enrique Pena Nieto afirmó que la actitud revolucionaria, contestataria
y desafiante de ese sector de la población ha permitido a las sociedades
cambiar y evolucionar. En la imagen, con Luis Raúl González Pérez, titular de
la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, y Abner Jairo Ortiz, uno de los
16 galardonados.
“La juventud debe retar los estatus. Su actitud
rebelde, contestataria, retadora y desafiante es la semilla del cambio y la
transformación, aunque los adultos deseamos siempre, a veces, que se amolden a
las normas y principios que tenemos. Pero nada más equivocado que ello”,
aseguró el presidente Enrique Peña Nieto.
Ayer, en ceremonia realizada en Palacio Nacional, el
mandatario entregó el Premio Nacional de la Juventud 2015. Hizo a un lado el
texto escrito para la ocasión y casi al inicio refirió cómo uno de los
ganadores le regaló una Biblia y le pidió leerla, no hacer caso a críticas y
encontrar en ese libro una razón para siempre servir.
Sin embargo, a contrapelo de la exaltación del mandatario a
la natural rebeldía de la juventud, el Estado Mayor Presidencial decomisó todo
objeto de papel –libretas, libros, hojas– que llevara cualquier invitado a la
ceremonia.
No hubo explicación oficial sobre esa medida, pero no es la
primera ocasión que cuando se trata de auditorios donde la mayoría son
muchachos se adopta la misma decisión.
Para el mandatario, lo que ha permitido a las sociedades
cambiar y evolucionar ha sido la actitud revolucionaria, contestataria y
desafiante de la juventud.
Él mismo admitió pertenecer a un sector mayor de edad, donde
se rechaza el comportamiento inconforme de los jóvenes cuando es éste, en el
tiempo, lo que ha permitido la evolución.
Y añadió: lo que realmente se siembra en cada época y en
cada era, esta constante de cambio y de mejora en una sociedad, es precisamente
el impulso que le imprime nuestra juventud, a partir de esta actitud
revolucionaria, contestataria, desafiante y de transformación.
Esta fue la edición número 40 del premio. Se otorga en las
categorías de logro académico, expresiones artísticas y artes populares, compromiso
social, fortalecimiento de la cultura indígena y protección del medio ambiente.
Ayer se anunció la puesta en marcha de un programa piloto
creado por el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos y el
Instituto Mexicano de la Juventud para la participación de integrantes de este
sector de la sociedad en programas de alfabetización y, de manera específica,
para atender a los 30 millones de mexicanos –la cuarta parte de la población–
en rezago educativo.
Luego de escuchar los discursos del titular del Imjuve, José
Manuel Romero; la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, y del joven
ganador Tito Quiroz, que apoyaron las reformas estructurales impulsadas por el
jefe del Ejecutivo federal y le solicitaron apoyar los proyectos juveniles,
Peña Nieto les pidió soñar de forma intensa y creer en esos anhelos, porque eso
aumenta “la probabilidad de que realmente éstos se materialicen’’.
Con la misma retórica de aliento a las ilusiones juveniles,
el mandatario continuó: “de alguien escuché alguna vez una leyenda azteca de El
Gran Flechador Ilhuicamina, que soñaba con que sus flechas pudieran alcanzar
los cielos y flechar una estrella. Y todos los días trataba, se esmeraba y se
esforzaba porque sus flechas llegaran realmente a alcanzar una estrella. Y lo
que ocurrió es que ninguna de sus flechas logró ese objetivo. Pero lo que sí
fue cierto es que nunca nadie, como Ilhuicamina, logró hacer llegar sus flechas
tan lejos como él’’.
Por eso instó a la juventud a tener objetivos, propósitos,
anhelos y a retar los estatus.
Peña Nieto habló de los diferentes programas, reformas y
políticas públicas para apoyar a la población de menor edad. Destacó la reforma
educativa. Podrá haber resistencias, pero ésta va, insistió, porque además de
ser mandato constitucional es una aspiración de los padres de familia para
asegurar a sus hijos no un futuro de frustración y de limitaciones, sino de
realización plena.
(Con información de La Jornada)