En la primaverade 2013, después de una exitosa operación para retirar una sección del intestino grueso de Jeff Moroso, invadida por el cáncer, el oncólogo se sentó con su paciente para prepararlo para lo que vendría: doce rondas de extenuante quimioterapia, una vez cada dos semanas durante seis meses. El oncólogo de Moroso dedicó la mayor parte de esa cita a escribir recetas de medicamentos para minimizar los debilitantes efectos secundarios de la quimioterapia. Dio a Moroso recetas de ondansetron y proclorperazina para la náusea, y lorazepam para la ansiedad y el insomnio. Dado que se sabe que las drogas para la náusea provocan problemas gastrointestinales y dolores de cabeza, también recomendó tres medicamentos sin receta para el estreñimiento y uno para la diarrea, así como ibuprofeno para el dolor.
Moroso dice que las primeras tres rondas del tratamiento fueron más terribles de lo que pudo haber imaginado. Después de la quimioterapia se sentía tan enfermo que apenas podía permanecer de pie. Los medicamentos de venta con receta lo hicieron sentirse peor. “Me sentía realmente enfermo, incapaz de hacer algo más que estar acostado y tratar de esperar”, señala Moroso, quien actualmente tiene setenta años y está libre de cáncer.
Moroso supo por sus amigos y leyó en el periódico que la cannabis puede aliviar a los pacientes sometidos a quimioterapia, por lo que consiguió una carta de su oncólogo que le permitía obtener mariguana con fines terapéuticos. Escogió granos de café remojados en 5 miligramos de cannabis, una dosis baja. “Esa cosa me ponía ebrio y me hacía sentir feliz como una lombriz, sin problemas”, dice. En la séptima ronda de quimioterapia, Moroso había abandonado por completo sus medicamentos.
Un número cada vez mayor de pacientes con cáncer y oncólogos consideran esta droga como una alternativa viable para manejar los efectos de la quimioterapia, así como algunas de las consecuencias de salud físicas y emocionales del cáncer, como el dolor de huesos, la ansiedad y la depresión. Las legislaturas estatales están haciendo lo mismo; la cannabis terapéutica es legal en veintitrés estados y en Washington D. C., y más de una docena de otros estados permiten que algunos pacientes tengan acceso a ciertos niveles de potencia de la droga si un médico documenta que es médicamente necesario, o si la persona enferma ha agotado otras opciones.
Muchos de estos pacientes padecen cáncer, y muchos de los que adquieren acceso a la mariguana terapéutica afirman que sí funciona. En un metaanálisis publicado recientemente en JAMAse analizaron 79 estudios sobre los cannabinoides y se descubrió que la mayoría de las personas que usaban estas drogas informaron haber experimentado mejoras en sus síntomas, en comparación con los pacientes que tomaban placebos. “No pasa un solo día sin que vea a un paciente de cáncer que tiene náusea, vómito, pérdida de apetito, dolor, depresión e insomnio”, dice el Dr. Donald Abrams, jefe de hematología-oncología en el Hospital General de San Francisco. La mariguana “es el único medicamento antináusea que incrementa el apetito”.
También ayuda a los pacientes a dormir y mejora su estado de ánimo, lo cual no es fácil cuando alguien enfrenta una enfermedad que pone en riesgo su vida. “Podría escribir seis recetas diferentes, todas las cuales podrían interactuar entre sí o con la quimioterapia que le ha sido recetada al paciente. O podría recomendar probar sólo con un medicamento”, dice Abrams. En una encuesta realizada en 2014 y efectuada por Medscape y WebMD se encontró que más de tres cuartas partes de los médicos en Estados Unidos pensaba que la cannabis proporciona beneficios terapéuticos reales. Quienes trabajaban con pacientes con cáncer fueron los partidarios más entusiastas: 82 por ciento de los oncólogos estaban de acuerdo en que la cannabis debía ser ofrecida como una alternativa de tratamiento. Sin embargo, ha sido difícil cuantificar sus efectos positivos. Es posible que los pacientes tengan opiniones sesgadas respecto a la efectividad de esta droga, quizá no documenten con precisión su uso, o podrían confundir los efectos con los del tratamiento contra el cáncer. Además, síntomas como el dolor son subjetivos y difíciles de medir.
Sin embargo, quizás el mayor desafío provenga del hecho de que la mariguana no es una droga a la medida, diseñada para actuar en una forma específica sobre el cuerpo. La cannabis sativa es una planta compleja que contiene más de 85 cannabinoides, una gran variedad de compuestos químicos que también existen en el cuerpo. Así como las pastillas de opioides activan los receptores de opioides (y limitan la percepción que una persona tiene del dolor), los cannabinoides de la mariguana activan los receptores de cannabinoides, ubicados en todo el cuerpo, incluido el cerebro, el hígado y el sistema inmunológico.
Hasta la fecha, sólo conocemos realmente dos de estos cannabinoides: el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD). Las investigaciones realizadas con el THC y el CBD han llevado al desarrollo de medicamentos como el dronabinol, un cannabinoide sintético aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para su uso en casos de náusea y vómito derivados de la quimioterapia y como un medicamento estimulante del apetito, antináusea y antidolor para pacientes con sida. El nabiximols es una combinación de THC y CBD que se obtiene de la planta y se aplica como un espray bucal. Está disponible en Europa para tratar el dolor neurálgico y los espasmos de los pacientes con esclerosis múltiple, pero no ha sido aprobado todavía por la FDA. En un estudio sobre el nabiximols para el tratamiento del dolor relacionado con el cáncer se obtuvieron resultados decepcionantes. Pronto habrán de realizarse más estudios.
Aún es un misterio la forma en que funcionan en conjunto otros cannabinoides, dice el Dr. David Casarett, catedrático de la Facultad de Medicina de Perelman de la Universidad de Pennsylvania y autor de Stoned: A Doctor’s Case for Medical Marijuana(Drogados: argumentos de un médico a favor del uso médico de la mariguana). Esto significa que los investigadores no están completamente seguros de por qué la planta podría ayudar a las personas a manejar los síntomas como la náusea y el dolor. “La mariguana no es una ciencia como debería ser”, dice. En gran medida, afirma Casarett, esto se debe a que la mariguana terapéutica ha demostrado ser más eficaz en los cuidados paliativos, que son la especialidad médica que se encarga de manejar los síntomas de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes, y hay muy poca financiación para los cuidados paliativos en Estados Unidos. “Eso está cambiando poco a poco”, dice.
Estamos empezando a tener alguna idea del poder paliativo de la cannabis, dice Abrams. “La razón por la que creemos que tenemos todo este camino de receptores y endocannabinoides es hacer que olvidemos cosas y, particularmente, hacer que olvidemos el dolor”, dice. Los cannabinoides alivian los síntomas de la náusea porque es una reacción fisiológica que proviene del sistema nervioso central.
Las barreras para estudiar el potencial medicinal de la planta también están empezando a caer. A principios de esta primavera, el gobierno de Obama anunció que retiraría algunas de las restricciones a la investigación de la mariguana terapéutica. Sin embargo, mientras tanto, ha quedado claro que la mariguana tiene una función única e importante en el cuidado de los enfermos con cáncer.
“Las personas se están dando cuenta de que, aun cuando los pacientes tienen un buen desempeño en relación con la supervivencia, hay mucho sufrimiento en el camino, el cual debe ser abordado”, dice Casarett. “Para muchos pacientes, [la mariguana] es una oportunidad de tomar el control sobre su enfermedad y el manejo de sus síntomas cuando el sistema de salud no puede darles el alivio que necesitan.”