A pesar de que a partir de este 2015 se comenzó a hacer efectivo el cobro del impuesto a las utilidades mineras, los próximos años serán los más complejos para la industria, toda vez que el pago de dicho gravamen dejará a las compañías sin recursos para reinvertir en maquinaria, exploración y otros factores que requiere el sector para sobrevivir.
A través de la reforma hacendaria se aprobó el cobro de 7.5 por ciento a las utilidades mineras, del cual 30 por ciento está dirigido al Fondo General de Participaciones que maneja el gobierno federal, y 70 por ciento restante a estados y municipios.
Carlos Alberto Silva Ramos, presidente de la Federación Mexicana de Minería Sustentable y director general de la compañía Carrizal Mining, con operaciones en Zimapán, anticipó que los efectos de la aplicación del impuesto se verán en los siguientes años a medida que la actividad minera vaya decreciendo.
“Si no se rediseña ese impuesto, los próximos años serán muy complejos para la minería. El problema es que al pagar el impuesto las empresas nos quedamos sin poder invertir en exploración, sin recursos para sostener la empresa y el empleo”, señaló Silva Ramos.
El directivo acotó que la minería requiere grandes y constantes inversiones; en el caso de Carrizal Mining, se necesitan al menos dos millones de dólares anuales, inversión que ahora se complica con la aprobación del impuesto, la caída internacional de los precios de los metales y el nulo acceso al financiamiento para el sector.