Los equipos de rescate internacionales empezaron a llegar el lunes a la devastada capital de Nepal para ayudar a los aterrorizados supervivientes del fuerte sismo, que mató a más de 3,200 personas en este empobrecido país del Himalaya.
Los socorristas, acompañados de perros rastreadores, aterrizaron durante todo el día en el único aeropuerto internacional del país, en las afueras de Katmandú, una bulliciosa capital devastada el sábado por este terremoto de magnitud 7.8.
“El balance de muertos alcanzó las 3,218 personas y otras 6,500 resultaron heridas”, dijo Rameshwor Dangal, responsable del servicio de gestión de catástrofes del ministerio de Interior, quien eleva un recuento anterior de 2,430 personas.
En los países vecinos, entre ellos India y China, se registraron 90 fallecimientos más.
El sismo de magnitud 7.8, el más mortal en los últimos 80 años, contó con numerosas réplicas y provocó varios aludes en el monte Everest, donde 18 personas fallecieron en este inicio de temporada de alpinismo.
Las réplicas, una de ellas de magnitud 6.7, provocaron el domingo nuevos aludes, incluso cuando los helicópteros evacuaban a algunas de las personas heridas la víspera en el campo base del monte Everest, donde se congregaban cientos de alpinistas extranjeros.
En un devastado Katmandú, decenas de miles de habitantes pasaron la noche en la calle, donde levantaron tiendas de campaña improvisadas, que de poco sirvieron para protegerlos de las fuertes lluvias nocturnas, e hicieron frente a nuevos temblores de tierra.