Se hablaba de un relevo, desde hace mucho, en la Comisión
Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), incluso desde la víspera de los
XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Veracruz durante el
mes de noviembre del año pasado.
Previo al evento, Jesús Mena solicitó licencia a su cargo de director
general del organismo, y en ese deporte especulativo que practicamos tanto los
mexicanos, dio para pensar que no regresaría al cargo. Si habría un sustituto,
debería conocerse a la brevedad.
Entró Carlos Acra a escena para tomar, en septiembre, días
después de su llegada al organismo, de manera temporal las riendas del máximo
ente deportivo en nuestro país.
Para el 18 de septiembre de 2014 se informó del regreso de
Jesús Mena al cargo, pero al parecer las cosas no estaban del todo bien cuando
el programa de activación física proyectado para su etapa de dirigencia no
estaba haciendo mucho ruido.
El timing podría pasar por lo sucedido a las arqueras en el
mundial de Shangái, el ascenso y colapso del basquetbol, pero lo que quizá fue
más rotundamente reprobado por la sociedad (no solo deportiva) fue el perder la
sede para la Copa Mundial de la Fina (Federación Internacional del Deporte) 2017,
donde vendría la crema y nata de la natación del orbe a la ciudad de
Guadalajara.
No solo era perder la sede, fue el no conseguir los recursos y,
además, tener que pagar una onerosa multa, la cual deja como herencia Mena con
el riesgo de que se pierdan plazas o accesos a mundiales organizados por Fina
como ente rector.
De repente, un buen día, nos anuncian que Alfredo Castillo, el
recientemente conocido como “zar de Michoacán”, sería el nuevo director general
de la Conade.
Un funcionario quien ha pasado por varias dependencias,
incluyendo la Profeco, ahora llega a la silla caliente del deporte, siendo un
calificado jugador de pádel.
Pero no, llegar a la Conade no es como que te hagan una cuasi
reprobable entrevista “a modo” hablando de tenis, no: es un verdadero reto
activar realmente lo establecido por el Reglamento de la Ley General de Cultura
Física y Deporte.
El reto principal, señor Castillo, es activar a la población,
por supuesto. El fantasma de la obesidad, diabetes y demás monstruitos tienen
en ruta de colapso nuestro sistema de salud. Si falló su antecesor, es fecha en
que deberíamos ver un agresivo plan de acción y no fotos con la “institucional”
Paola Espinosa.
Activar es la palabra, el Consejo de Vigilancia Electoral
Deportiva (COVED) urge que verdaderamente funcione, poner en orden a esas
mafias que llegan a ser las federaciones, comenzando por la de beisbol, con la
de remo, y natación muy de cerca.
Por favor, señor exprocurador, excomisionado, ex lo que sea,
necesitamos que se haga un censo verdadero de la infraestructura y un plan de
mantenimiento de las instalaciones deportivas a lo largo y ancho de la república
mexicana, uno que acerque a la población a esas instalaciones, a moverse,
alejarse de las consolas, de las tabletas electrónicas, de los gadgets y
golosinas en general.
No queremos ver una Conade llena de amigos “del grupo de
colaboradores” para que parezca un búnker de miedo y de poca difusión.
Alfredo Castillo, nuevo director general de la Conade, es
cansado tanto rollo con el que nos han vendido que el deporte es “importante”
para el gobierno; no queremos más retórica ni discursos setenteros del
“sistema”. Queremos que la población evapore las lonjas… En verdad ¿podrá
usted hacer del deporte una prioridad?