Oskar Gröning admitió
su responsabilidad moral en la muerte de los judíos que fueron deportados al
campo de exterminio de Auschwitz y pidió perdón a sus familias y afectados, durante
el juicio celebrado hoy en Lüneburg, Alemania.
“Para mí está fuera de toda duda que soy moralmente
cómplice”, dijo Gröning, de 93 años, acusado de complicidad en el asesinato de
300 mil personas muertas en las cámaras de gas de Auschwitz en la llamada
Operación Hungría (1944).
El llamado “contador de Auschwitz”, cuyo juicio es
considerado uno de los últimos grandes por crímenes nazis, admitió hoy que
desde su llegada supo que los judíos eran sometidos a la cámara de gas.
Este hombre nonagenario, que llegó al juicio apoyado de una
andadera y acompañado por sus abogados, tiene más de 60 acusaciones
particulares presentes en el caso, en las cuales, los supervivientes del
Holocausto y familiares de las víctimas han puestos sus últimas esperanzas en
una justicia tardía.
De acuerdo con la agencia Reuters, la fiscalía sostiene que
Gröning, encargado de incautarse de las pertenencias de los prisioneros que
llegaban a Auschwitz y de enviar el dinero a las SS en Berlín, facilitó apoyo
económico al régimen nacionalsocialista y respaldó así su maquinaria de la
muerte.
La acusación, en particular, evoca al verano de 1944, cuando
en el marco de la Operación Hungría llegaron al campo de concentración 425 mil deportados
de ese país y al menos 300 mil fueron ejecutados en las cámaras de gas.
Al contrario de otros acusados, el perfil de Groening es
atípico, pues él no está negado a hablar de lo que sucedió en los campos de
exterminio.
Soldado de familia
De acuerdo con el historiador británico Laurence Rees,
Groening se formó como contador al emplearse en un banco a los 17 años; al
declararse la guerra, decidió que quería seguir los pasos de sus abuelos y
unirse a una unidad de élite del ejército alemán.
Él se incorporó a las Waffen SS y llegó a Auschwitz en 1942,
a los 21 años.
Sin embargo, no habló, inclusive cuando la guerra terminó y
tras ser liberado de una prisión británica decidió emprender una vida normal y trabajar como empleado en una
fábrica de vidrio hasta jubilarse.
Décadas después, hasta que algunos decían que el Holocausto
nunca había sucedido, sintió la necesidad de hablar.
“Vi las cámaras de gas. Los crematorios”, dijo a
la BBC en el documental “Auschwitz: la ‘solución final’ de los
nazis”.
“Estaba allí cuando las selecciones (para las cámaras
de gas” se llevaban a cabo”.
También contó que fue testigo de cómo un soldado de la SS
mataba a un bebé, y que se sintió horrorizado por el trato a los prisioneros.
Presume inocencia
Aunque admite responsabilidad moral, el contador dice no ser
culpable de las muertes.
“Si se puede describir esto como culpa, yo soy
culpable, pero no voluntariamente. Legalmente hablando, yo soy inocente”,
afirmó en 2005.
Expertos han opinado sobre su caso, pero al final, será la
justicia la que emita el veredicto.
“Él se mantuvo trabajando en Auschwitz no solo porque
se lo ordenaban, sino porque pensaba que el programa de exterminio era
correcto” ha dicho Laurence Rees.
Con información de Reuters y AFP