Al vasto catálogo de historias sobre viajes, entre ellas las roadmovies, se ha unido recientemente Güeros, una película mexicana que retrata la ciudad de México con gran oficio cinematográfico, pero sobre todo, con un ameno sentido del humor.
Aunque el universo de narrativas viajeras es gigantesco hay algo que la mayoría comparte: una travesía emocional paralela a la física. Desde el Odiseo de Homero hasta las aventuras de Thelma & Louise, los personajes en los roadtrips experimentan un viaje interior que pocas veces se había logrado tan bien en el cine mexicano.
Güeros, ópera prima del director mexicano Alonso Ruizpalacios, adopta influencias de diversos estilos de hacer cine como Temporada de Patos (Fernando Eimbcke), Y tu mamá también (Alfonso Cuarón), Los Caifanes (Juan Ibáñez), y por otro lado, alusiones claras a la Nueva Ola francesa e incluso al cinecoming of age norteamericano. Sin embargo, a pesar de que la historia parece familiar a simple vista, Ruizpalacios entrega una cinta fresca, atemporal y por demás disfrutable.
La historia en corto.
Dos estudiantes de la UNAM,Fede (Tenoch Huerta) y Santos (Leonardo Ortizgris) se encuentran en una pausa provocada por la huelga de 1999. Mientras están “en huelga de la huelga”, su amiga Ana (Ilse Salas) participa activamente dirigiendo las protestas. Sin embargo, este estado de quietud se ve perturbado con la llegada del hermano menor de Fede, Tomás, a la ciudad de México. Tomás cataliza esta entrañable aventura por la capital y los cuatro se embarcan en la búsqueda de un cantante mexicano que alguna vez tuvo gloria y fama.
En entrevista para Newsweek en Español, el elenco de Güeros detalla cómo se van transformando sus personajes, sus lugares favoritos visitados en la película y por otro lado intercambian su percepción de la juventud en la actualidad.
“Es una roadmovie, así está estructurada. Es un viaje físico que hace espejo con un viaje espiritual, puesta en un tono que a mí me gusta llamar comedia seria”, afirma el director, y agrega: “lo importante para mí también es que el espectador experimentara un viaje como lo experimentan los protagonistas, pero sobre todo el niño; que viene desde Veracruz y se adentra en este laberinto que es la ciudad de México y sale diferente de como entró”.
“¿Para qué salimos si vamos a volver?”, contesta Santos a Tomás en una de las conversaciones más memorables de la película.
“La llegada del hermano es un catalizador para la relación de estos dos amigos, y a partir de esto toman el auto y empiezan a recorrer la ciudad”, dice Leonardo Ortizgris, quien funciona como una suerte de sidekick de Fede. “En ese recorrido, Santos, mi personaje, empieza a reconocer de otra manera a su gran amigo. No solo es reconocer la ciudad. Es un doble viaje”, comenta.
Para el personaje de Ilse Salas, Ana, el roadtrip más bien sirve para poner de manifiesto que “siempre estuvo enamorada de su mejor amigo”, dice la actriz. Además, empuja de cierta forma a que Fede salga de su coma existencial: “Le van ocurriendo muchas cosas a Sombra (como se hace llamar Federico) que le dicen ‘si te quedas aquí como estás, te va a llevar el payaso’. Lo estamos obligando, sin querer, entre todos los demás y las cosas que ocurren en su aventura, a salir de su estaticidad”.
¿Jóvenes inadaptados?
A raíz de las recientes protestas en México que han hecho eco de los movimientos estudiantiles retratados explícitamente en la cinta, preguntamos a los protagonistas y director de Güeros, ¿que opinan sobre la juventud actual?, ¿Ha evolucionado, está estática, o sigue tocando la misma canción del 99?
Ilse Salas: “yo creo que el no hacer nada—como les sucede a los protagonistas de la película— es un lujo o tener todo en tu contra. Y también vivir en un país que no te permite. No hay trabajo para todos, y por más que tu quieras la estaticidad es una imposición de donde vives.”
Alonso Ruizpalacios: “entrevistamos a una de la líderes del movimiento del Poli, y me sorprendió que tenía 19 años y hablaba con una claridad y contundencia. También te encontrabas con gente como ella en este movimiento (de 1999). Gente muy inteligente, con mucha voluntad. Tal vez me equivoco, pero estas últimas protestas me han llenado de una esperanza de que es algo mas generalizado, también fruto de lo insostenible del estado actual de las cosas en México, del hartazgo. Yo lo he percibido como algo más general, más allá de los jóvenes, y muy esperanzador en términos de un hambre de cambio y de acción”.
Leonardo Ortizgris: “creo que aparte de eso, es que no es un problema local. Y esto es parte del éxito de la película. Es esa juventud que está pidiendo participar, y ser parte de la historia del mundo. En cada país se refleja diferente. Por eso creo que no solo es una película que habla de México. Por eso es que en otros países en los festivales la gente también la ha recibido también y han dicho que se pueden identificar en cierto nivel”.
Tenoch Huerta: “tampoco es que todos los jóvenes sean inadaptados. Creo que más bien es que la sociedad no está adaptada para la vida del ser humano. Más bien, nos quedamos fuera. Y digo nos quedamos porque nos quedamos todos.Esto funciona para que un pequeño grupo de privilegiados puedan tener cierta comodidades y el resto no entra en este plan. No tienes mucha participación en el juego. Y esto no solo está sucediendo en México”.
Si bien la huelga de 1999 es una pieza importante en la película de Alonso Ruizpalacios, no es la temática medular de Güeros, ni debe leerse como una película sobre la UNAM. El director procura, a través de la estética, mantener una historia atemporal y juvenil, con la que más de uno se puede identificar sin saber de qué movimiento se habla (y bien valdría la pena hacer una lectura irónica sobre si en verdad han evolucionado los métodos de protesta en México).
La metrópoli mexicana.
Güeros es un homenaje a la ciudad de México; con todos su aciertos y complicaciones. Retrata con nostálgica fotografía en blanco y negro su caos inherente pero su belleza escondida también. En ocasiones los personajes conducen por calles en las que ya habían estado antes y visitan -casi por azar- distintos puntos de la capital: el pueblo de Santa Fe, el Centro Histórico, Ciudad Universitaria, el Zoológico de Aragón y más sitios que no aparecieron en la película.
Sobre su zona favorita de la ciudad vista a través de Güeros, esto fue lo que el elenco nos dijo:
El amanecer del centro.
Alfonso Ruizpalacios: “Yo soy fan de CU. Hay una cosa mágica de ese espacio: cómo está hecho, lo que representa para los mexicanos. Eso por un lado, pero fuera de CU, lugares que me sorprendieron creo que me quedaría con el centro en la noche. Sí es peligroso, pero es muy atractivo. Ver el amanecer, ver cómo cambiaba la vida de la noche a la mañana.
“Por ejemplo, algo que yo nunca había visto es como se arma la Lagunilla. Uno siempre llega y ya está. Toda la ciudad está configurada así, es una microorganización. A veces la vemos como una ciudad hostil, caótica, sin ley. Y sin embargo cuando la ves de cerca ves que la ley y el orden la han dado las pequeñas comunidades que la componen. Y la Lagunilla es un lugar así”.
Un huerto urbano.
“A mí me sorprendió el huertito. El huertito en una cañada”. Estos huertos urbanos, ubicados en la zona poniente de la ciudad, sirvieron como locación para una de las escenas más divertidas del largometraje en donde los protagonistas roban una que otra zanahoria. “Justo son las partes que nos terminaron de la ciudad. Eran una cosa, cañadas habitadas de casitas de cartón que querían hacer otros proyectos y se quedaron a medias. Son como fetos, cosa que no terminaron de ser y ahí se quedaron y ahora son parte de la geografía de la ciudad. Escondidas por ahí pero existen”.
“Ahora son huertos urbanos que gestiona la ciudad de México y la producción se las regala a la gente de la comunidad. Un huerto en medio del caos,” asegura el actor que encarna a Sombra.
Un óvalo perfecto
“Filmamos mucha más ciudad de la que sale”, comenta Ortizgris, refiriéndose en específico al Lago Nabor Carrillo: “Solo sobrevivió un pedacito en la película; al final cuando vienen saliendo de la pulquería y que el niño viene asomado. Es el que vemos cuando vamos aterrizando a la ciudad de México, que se ve un óvalo perfecto. Es increíble. Yo nunca había estado ahí antes”.
Nostalgia universitaria.
Ilse Salas responde, sin pensarlo dos veces: “A mi la UNAM. Todo el personaje y lo que le ocurre es lo que en mi vida personal siempre deseé, hace diez años, y nunca lo hice”.
Preguntamos a la actriz… ¿de que les sirve este viaje a un grupo de jóvenes, de alguna forma, faltos de rumbo? “Lo que ocurre normalmente en los mejores viajes es que nada de lo que planeaste salió. Y creo que eso es un poco lo que nos pasa a nosotros como personajes y a través de la ciudad. Perderse es lo mejor que te puede ocurrir si te quieres encontrar”, afirma Salas.
Jack Kerouac solo acertó parcialmente cuando en su famosa novela En el camino dijo que “el camino debe eventualmente conducir al mundo entero”.
En Güeros, el camino eventualmente conduce a la ciudad de México. A toda ella. Al final, la ciudad induce el inevitable coming of age de unos jóvenes que en las entrañas de la capital se pierden y se encuentran.