Conforme las violaciones de datos y el robo
de identidad se vuelven cada vez más comunes, el mercado de las tecnologías
biométricas (como los escáneres de huellas digitales o del iris) está al alza,
con el objetivo de lograr que personas ajenas se mantengan fuera de nuestros
espacios electrónicos. Sin embargo, estos dispositivos siguen siendo muy costosos
y algunos se oponen a la posibilidad de hacer que estos identificadores
profundamente personales sean tomados y actualizados por un tercero.
Investigadores de Instituto Tecnológico de
Georgia afirman que han creado un dispositivo barato que supera algunos de
estos problemas: un teclado inteligente. Este artilugio mide con precisión la
cadencia con la que uno escribe a máquina y la presión que los dedos aplican a
cada tecla. Estos patrones son únicos para cada persona, señala Jun Chen, un
estudiante de doctorado de ingeniería. Al medir la forma en que alguien escribe
una contraseña, dice, el teclado puede determinar la identidad de las personas,
y por lo tanto, establecer si se les debe dar acceso a la computadora a la que
está conectado, independientemente de si alguien escribe la contraseña
correcta.
El dispositivo no requiere ningún tipo nuevo
de tecnología con la que las personas no estén familiarizadas. “Todo el mundo
usa un teclado”, dice Chen, “y todo el mundo escribe de manera diferente”.
El dispositivo también aprovecha la energía
que se produce cuando los dedos tocan las teclas, energía que podría
utilizarse, por ejemplo, para alimentar un emisor inalámbrico y eliminar la
necesidad de un cable. Las teclas están hechas de capas de polímeros que alojan
una carga ligeramente negativa, mientras que la piel está parcialmente cargada
con energía positiva, explica Chen. Cuando los dedos entran en contacto con las
teclas y las presionan, y se levantan otra vez, transfieren electrones a las
teclas. Esto cierra un circuito eléctrico con el teclado, produciendo una
pequeña corriente.
Este fenómeno, denominado “electrificación
de contacto”, es el mismo proceso que genera la electricidad estática, afirma
Chen: “Es como cuando uno pasa la mano por una manta de lana y ve las ‘chispas’
en la oscuridad”. Solo que en un grado menor e invisible.
Hasta ahora, solo existe un prototipo
funcional del teclado inteligente. Sin embargo, de acuerdo con Chen, debe ser
fácil de comercializar y está construido principalmente de partes baratas y
parecidas al plástico. El equipo espera comenzar a comercializarlo en unos
cinco años.