Berkshire Hathaway, el gigantesco conglomerado dirigido durante casi medio siglo por el venerado inversionista Warren Buffett, está sometido al escrutinio por ser poco claro sobre la forma en que resulta tan rentable.
Las preguntas de los analistas de Wall Street, especialistas en seguros y expertos en gobernanza corporativa, centraron la atención de la sociedad en un monstruo con 517 000 millones de dólares en activos que, en los últimos años, se había vuelto cada vez más opaco en sus declaraciones de estados financieros. Mejor conocido por dar a sus accionistas una sorprendente rentabilidad de más de 693 000 por ciento desde su creación, en 1965, más de setenta veces la de S&P 500, Berkshire Hathaway, una de las compañías más grandes del mundo, es una de las corporaciones menos transparentes de Estados Unidos.
“En realidad, hay mucho que no sabemos acerca de algunas partes de esta compañía”, señala Meyer Shields, analista patrimonial que cubre a la compañía para el banco de inversión Keefe, Bruyette & Woods. “Esto hace que sea increíblemente difícil evaluar la calidad de las ganancias.”
Berkshire Hathaway deberá informar sobre otro año de ganancias sólidas y publicar su ansiosamente esperada carta anual a sus accionistas a principios de marzo, aunque existen crecientes dudas sobre el momento en que Buffett, de 84 años, y cuya fortuna es, de acuerdo con Forbes, de 72 900 millones de dólares, lo que lo convierte en la segunda persona más rica del mundo, habrá de retirarse. Con una desaceleración en el crecimiento de las ganancias, la salida de Buffett podría poner en duda el aura de “confía en mí” y “no se necesitan detalles”, cultivadas durante décadas por el llamado Oracle of Omaha (Oráculo de Omaha).
“Uno pensaría que Warren querría convertirse en un estándar de transparencia, especialmente tras la opacidad de nuestro sistema bancario en el último ciclo y el disimulado secretismo en la proliferación de derivados que casi hizo quebrar al sistema”, afirma Douglas Kass, director de fondos de protección y crítico de Berkshire Hathaway.
Desde hace mucho tiempo, el célebremente populista Buffett ha alimentado una imagen de falsa modestia a través de aforismos sencillos (“Trato de comprar acciones en empresas que sean tan estupendas que hasta un idiota pueda manejarlas. Porque tarde o temprano, uno lo hará”) y una fotografía en el sitio web de la empresa que lo muestra rodeado por tres sonrientes porristas en minifalda con pompones en las manos, mientras él luce una camisa Oxford deportiva de Berkshire Hathaway con un billete de cien dólares bordado en el bolsillo.
Las reuniones anuales de accionistas de la empresa, a las que solo se puede acceder mediante invitación y que se realizan en Omaha, Nebraska, atraen a más de cincuenta mil fervientes accionistas y parecen despertares religiosos, con todo y Buffett tocando Over the Rainbow en su ukulele. Hace dos años, Buffett y su brazo derecho, Charlie Munger, vicepresidente de Berkshire y actualmente de 91 años, bailaron Gangnam Style y protagonizaron una parodia de Breaking Bad sobre cocinar palanquetas de maní en lugar de la droga llamada cristal, que terminó con Munger declarando: “¡Palanquetas, perras!”, de acuerdo con Kass, quien asistió a la reunión.
Como un constructor de imperios del tipo que se vio por última vez durante la época de oro de los magnates industriales, Buffett tiene aproximadamente 98 por ciento de su patrimonio neto inmovilizado en acciones de Berkshire, de acuerdo con documentos presentados por la Comisión Nacional de Valores (SEC, por sus siglas en inglés). Siendo el principal filántropo del mundo, juró donar casi todos sus activos en 2010. Solo el año pasado, donó 2100 millones de dólares en acciones de Berkshire a la Fundación de Bill y Melinda Gates.
La imagen democrática, franca y popular de Buffett (“Compro trajes costosos; lo que pasa es que lucen baratos cuando yo los uso”) oculta la realidad de que es un presidente imperial. Las pruebas de eso no las constituyen las excesivas compensaciones o los extravagantes beneficios, sino la creciente renuencia de Berkshire Hathaway a revelar detalles clave sobre el rendimiento de sus empresas de seguros, que son el núcleo de la empresa. “No es posible ver la economía real de las empresas núcleo”, afirma Jim Shanahan, que cubre la compañía para el banco de inversión Edward Jones. “Se quedan muy atrás del tipo de revelación que hemos llegado a esperar de otras compañías de servicios de gestión financiera, particularmente en el área de seguros.”
En su más reciente informe anual, titulado “La transparencia en la presentación de informes corporativos”, presentado en noviembre pasado, Transparencia Internacional, un grupo guardián global, dio a Berkshire Hathaway una puntuación de 35 de un total de 100, uno de los puntajes más bajos, justo por encima de cuatro bancos chinos y el Sberbank de Rusia.
No es que Buffett, que es director ejecutivo y presidente de la empresa, no hable a favor de la transparencia. En las reuniones anuales de Berkshire, realizadas en mayo en Omaha y conocidas como “el Woodstock de los capitalistas”, se mezcla con accionistas comunes, que este año serán invitados en masa a una cena de filetes en Gorat’s Steak House, un sitio local. Pero también parece tener la conciencia tranquila con respecto a la opacidad. “Preferimos comprar dos dólares de ingresos que no estamos obligados a informar según los principios contables estándar que comprar un dólar de ingresos que sí debemos informar”, escribe en su “Manual del propietario”, un tratado escrito con el estilo de un manifiesto y publicado en el sitio web de Berkshire.
“No sabemos qué riesgos están asumiendo”
Berkshire Hathaway es nominalmente una empresa de servicios de gestión financiera, principalmente a través de sus unidades de seguros para automóviles Geico y Gen Re. Pero, en la práctica, es una creciente mezcolanza de empresas de propiedad absoluta (o casi) que incluye ferrocarriles (Burlington Northern Santa Fe, o BNSF Railway, la segunda empresa de trenes de carga de América del Norte), una empresa de construcción de remolques y casas rodantes prefabricadas (Clayton Homes), un operador de jets privados (NetJets Inc.), ropa interior (Fruit of the Loom), accesorios para cocina (The Pampered Chef) y See’s Candies, entre cinco docenas de empresas más, que van de los servicios públicos de suministro de energía hasta Oriental Trading y Dairy Queen. La compañía, con un valor de mercado del capital emitido de cerca de 366 000 millones de dólares, obtuvo 19 500 millones en ganancias en 2013, y también tiene una importante participación en Coca Cola, Wells Fargo, IBM y American Express.
En el caso de algunas empresas, como BNSF, Berkshire Hathaway revela una buena cantidad de detalles sobre gastos, ingresos, márgenes y asignación de costos. Pero en el de otras empresas, notablemente sus aseguradoras, que son el núcleo del negocio, la compañía es un poco como una caja negra, porque Berkshire Hathaway suma las cifras financieras de sus distintas empresas en un solo informe consolidado, desglosado en amplios “segmentos” que comprenden múltiples filiales.
Como un hecho sin precedentes entre las grandes corporaciones, la compañía no cuenta con un departamento de relaciones con los inversionistas para actuar como enlace con Wall Street, ni realiza ninguna llamada trimestral de ingresos. Su sitio web luce como si hubiera sido diseñado por un alumno de secundaria, y Buffett no permite dispositivos de grabación ni proporciona transcripciones de las reuniones anuales. Las llamadas telefónicas y los correos electrónicos enviados a Carrie Sova, portavoz de Berkshire, para que hablara acerca de este artículo, no fueron respondidos.
Buffett, que posee alrededor de 20 por ciento de las acciones de Berkshire Hathaway, reconoce la falta de detalles concretos. En su “Manual del propietario” dice que “Debido a las limitaciones de la contabilidad convencional, los ingresos consolidados pueden revelar relativamente poco sobre nuestro verdadero desempeño económico”.
Entre las preguntas sin respuesta: ¿a cuánto riesgo están expuestas Gen Re y Geico, cuyo negocio es notoriamente imprevisible? No es una pregunta que los inversionistas o analistas puedan responder fácilmente, porque a diferencia de la mayoría de las grandes aseguradoras, Berkshire Hathaway no desglosa métricas clave como el crecimiento en primas escritas, costos de aseguramiento, primas netas obtenidas y otros elementos semejantes. Según las reglas de la SEC, la empresa no está obligada a hacerlo.
En el caso de Clayton Homes, una riesgosa empresa de crédito al consumidor que atiende a clientes que típicamente tienen bajos ingresos, Berkshire Hathaway no proporciona ninguna revelación sobre el grado en el que permite que los prestatarios asuman pagos grandes sobre casas de valor inferior, que es una métrica clave conocida como relación préstamo-valor, ni tampoco sobre cuántos prestatarios son morosos, ni los puntajes de crédito promedio de los prestatarios, ni acerca de las recuperaciones.
¿Y qué hay sobre la exposición de Berkshire Hathaway ante los derivados, los elaborados contratos financieros que pusieron de cabeza Wall Street durante la catástrofe de las hipotecas y la crisis de crédito de 2008? (En 2002, Buffett las llamó “armas financieras de destrucción masiva”.) Shanahan afirma que “no sabemos qué riesgos están asumiendo y si la compañía debe vender algunas de las empresas o no”.
¿Por qué los accionistas no suplican saber más?
Nadie sugiere que Berkshire Hathaway esté haciendo algo impropio con sus revelaciones o su contabilidad. Pero debido a que las compañías de seguros tienen reglas contables diferentes de las de las empresas de servicios de gestión financiera como Berkshire Hathaway, muchos de sus riesgos relacionados con los seguros no aparecen en los documentos presentados por la SEC.
Jonathan Terrell, un antiguo alto ejecutivo de la aseguradora suiza Zurich Financial Services y fundador y presidente de KCIC, una empresa consultora de gestión de riesgos en Washington, D. C., dice que a través de una serie de complicadas transacciones relacionadas con la transferencia de pérdidas de otras compañías a Berkshire Hathaway, la empresa, desconocida para muchos observadores de Buffett, contiene la mayor concentración de la historia de deudas heredadas de seguros, principalmente relacionadas con el asbesto y reclamos ambientales.
Terrell menciona una revelación anual individual y obligatoria, presentada en 2013 por la National Indemnity Company, una filial de Berkshire Hathaway, conocida como NICO, ante la Asociación Nacional de Comisionados de Seguros (NAIC, por sus siglas en inglés), un regulador de la industria. NICO es la principal filial de Berkshire Hathaway que maneja la transferencia de pérdidas a través de un complicado instrumento financiero conocido como reaseguro retroactivo, un negocio con muchos derivados financieros en el que una aseguradora asume la cobertura de deudas que fueron aseguradas originalmente por otra aseguradora.
En el documento presentado ante NAIC, NICO calculó que necesitaba la sorprendente cantidad de 17 000 millones de dólares en reservas para cubrir los reclamos retroactivos sobre las transferencias de pérdidas relacionadas en gran medida con el asbesto y los riesgos ambientales hasta finales de 2012, la cual es una cantidad que sobrepasa con mucho la de cualquier compañía en la industria. La cifra se añade a los casi 2600 millones de dólares en reservas para reclamos ambientales y relacionados con el asbesto sobre las que Berkshire Hathaway informó en sus documentos presentados ante la SEC.
Esta estratosférica cifra de NAIC está ausente en los informes de Berkshire Hathaway ante la SEC, porque las aseguradoras que cotizan en bolsa no tienen que revelar detalles ante la SEC respecto a las transferencias de pérdidas. El resultado, afirma Terrell, es que una compañía que dice a sus accionistas que ha reservado cerca de 2600 millones de dólares está mostrando que en realidad tiene que reservar más de 19 000 millones de dólares. “No hay nada atroz; solo resulta engañoso” mirar solamente los documentos presentados ante la SEC, declaró Terrell a Newsweek.
Desde principios de 2014, el Departamento del Tesoro ha tenido una preocupación característica sobre el tamaño de la empresa, de acuerdo con un informe emitido por Bloomberg en 2014, citando fuentes anónimas: si Berkshire Hathaway es lo suficientemente “importante desde el punto de vista sistémico” para la economía de Estados Unidos y la del mundo como para requerir una supervisión federal, con controles de capital y requisitos de liquidez potencialmente más rigurosos. Un portavoz del Tesoro declinó hacer comentarios, aduciendo ciertas reglas del organismo que prohíben confirmar o negar las evaluaciones realizadas por el Consejo de Vigilancia de la Estabilidad Financiera, a menos de que la compañía misma salga a la venta pública con ellos.
Berkshire Hathaway ha enfrentado problemas antes. En 2008, un jurado federal emitió condenas penales para cuatro ejecutivos de alto rango de General Re sorprendidos en una investigación contable, pero un tribunal de apelación anuló las condenas en 2011. En enero de 2013, David Sokol, un antiguo lugarteniente de alto rango de Buffett, logró eludir los cargos de tráfico de información confidencial presentados por la SEC tras haber adquirido acciones de Lubrizol unos dos meses antes de que Berkshire Hathaway adquiriera la empresa por 9000 millones de dólares.
Entonces, ¿por qué los accionistas no suplican saber más, particularmente en un ambiente de creciente activismo de los inversionistas y de un mayor enfoque en la transparencia y la gobernanza?
Algo inusual para una compañía de su tamaño es el hecho de que la base de accionistas de Berkshire Hathaway está compuesta por menos inversionistas institucionales de gran tamaño con preguntas difíciles y más accionistas pequeños que, en tanto sus acciones crezcan, no necesitan saber, o no saben que necesitan que saber. “Los accionistas de Berkshire no son accionistas normales; creen ciegamente en Warren”, afirma Kass, presidente de Seabreeze Partners Management. James McRitchie, que dirige CorpGov.Red, un blog que cuenta con una gran audiencia, dice que dudar de Buffett “es como dudar de tu abuelo. Se sale con la suya en cosas en las que otros no podrían”.
Las cosas podrían volverse más claras únicamente cuando Buffett se retire (escogió a un sucesor en 2012, pero no ha revelado su nombre) o si algo sale terriblemente mal. Uno de sus dichos favoritos es: “Solo cuando la marea baja, uno descubre quién ha estado nadando desnudo”.