El inicio de sexenio de Enrique Peña Nieto vislumbraba un camino terso tanto en la política interna donde se había alcanzado un histórico pacto entre gobierno y los partidos de oposición, así como en el ámbito internacional donde las reformas estructurales impulsadas y aprobadas en “fast track” llevaron a Peña Nieto y su gabinete a las portadas de los principales medios internacionales.
Giro de 180 grados.
Entre el temor del papa Francisco a una
“mexicanización” de Argentina y las críticas del gran triunfador de
los Óscar, Alejandro González Iñárritu, sobre los “insoportables”
problemas de corrupción e impunidad en su país, la imagen internacional de
México atraviesa por un momento delicado.
Un año después de ser ensalzado en el mundo
por sus reformas económicas estructurales, lo que se bautizó como el
“Mexican Moment” (Momento Mexicano), el país vive horas bajas en la
opinión internacional, que sigue conmocionada por la desaparición de 43
estudiantes en septiembre de 2014.
Este jueves, a cinco meses del crimen,
Ciudad de México vivirá una nueva manifestación multitudinaria que reclama
justicia para los estudiantes de Ayotzinapa, capturados por policías corruptos,
entregados a narcotraficantes y luego masacrados, según las autoridades.
Los efectos que esta barbarie tiene sobre
la percepción de México en el extranjero parecen lejos de borrarse con el
paso del tiempo.
Dolido por este crimen en el que se
emplearon armas alemanas, el responsable de derechos humanos de ese gobierno,
Christoph Strässer, visitó el miércoles la escuela rural de Ayotzinapa y pidió
perdón a los padres de las víctimas, asegurándoles que dejarán de vender armas
a México hasta que se aclare cómo llegaron los fusiles a manos de
narcotraficantes.
“La enfermedad mexicana es esta Santa
Trinidad profana de corrupción, violencia e impunidad”, sentenció esta
semana el canadiense John Ralston Saul, presidente de la destacada organización
mundial de escritores PEN Internacional.
Y el papa Francisco parecía no estar
diciendo algo muy distinto al escribirle en una carta privada a Gustavo Vera,
su amigo argentino y director de una fundación que lucha contra el tráfico de
drogas, que “ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización (de
Argentina). Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de
terror”.
La frase del pontífice, que se conoció
porque Vera difundió públicamente la carta, indignó al gobierno de Enrique Peña
Nieto (2012-2018) que protestó oficialmente ante el Vaticano. El canciller José
Antonio Meade convocó al nuncio apostólico en México para trasladarle la
“tristeza y preocupación” de su país por el señalamiento.
Meade reprochó al Vaticano que tratara de
“estigmatizar su país” a pesar de los “enormes esfuerzos”
hechos para combatir el tráfico de drogas.
La Santa Sede salió al paso del roce
diplomático asegurando que “el término ‘mexicanización’ de ninguna manera
tendría una intención estigmatizante hacia el pueblo de México” y
reconoció el “esfuerzo serio” que está haciendo el país por
“erradicar la violencia”.
Pero para Eduardo Rosales, experto en
relaciones internacionales de la pública Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), “ya el término colombianización, debemos tenerlo muy claro,
ha sido sustituido por el de mexicanización, aunque nos duela”.
Para Rosales, el “Mexican
Moment”, que debía marcar el lanzamiento económico y político de la potencia
latinoamericana, “ya pasó, fue eso, un momento nada más y ahora estamos de
cara a la realidad”.
El gobierno tampoco tuvo tiempo de saborear
el histórico éxito en Hollywood del mexicano González Iñárritu por su cinta
“Birdman”. En su discurso de agradecimiento por el Óscar a la
Mejor Película, transmitido el domingo al mundo entero, el cineasta hizo votos
para que México tenga un día “el gobierno que merece”.
González Iñárritu sostuvo después que
“el nivel de insatisfacción, de injusticia, de corrupción, de impunidad ha
llegado a niveles insoportables” en México.
En un país donde la llamada “guerra
contra el narcotráfico” lanzada en 2006 ya causó más de 80.000 muertos y
20.000 desaparecidos, también organizaciones internacionales de derechos
humanos levantan cada vez más su voz.
Human Rights Watch (HRW) y Amnistía
Internacional han puesto en duda, como ya hicieron los familiares de las
víctimas, la “certeza” de la fiscalía general de que los 43
estudiantes fueron asesinados, a pesar de que únicamente se ha podido
identificar a uno de ellos.
El director para las Américas de HRW, José
Miguel Vivanco, afirmó que las conclusiones de la investigación oficial generan
“mucho escepticismo y muchas dudas fundadas” porque se basan en
“confesiones, hipótesis y en extrapolar los resultados de un peritaje de
laboratorio”.
Un escepticismo expresado también este mes
por el Comité contra la desaparición forzada de la ONU, que aseguró que
“el gobierno ha dado informaciones extremadamente dispares a lo largo de
los años” sobre estos crímenes.
Ha habido miles de desapariciones forzadas
en México pero sólo seis casos han encontrado justicia, destacó el comité.
(Con información de AFP).