En momentos de alta tensión la mayoría de las personas concentra su atención en resolver los problemas impostergables. Esa es, en general, la decisión adecuada. Sin embargo, cuando toda la atención se concentra en resolver esos problemas y se dejan de atender otros igualmente relevantes, se crea un círculo vicioso que genera futuros problemas impostergables. Entonces, lo que naturalmente es un conflicto que hay que dirimir entre lo urgente y lo importante se convierte en una “trampa sin salida”, un eterno triunfo de lo urgente sobre lo importante.
México vive una crisis de seguridad pública y de desconfianza de las instituciones del gobierno generada por las fallas en la construcción de una línea del suburbano en la ciudad de México, la desaparición de estudiantes y trasgresión de los derechos humanos, la cancelación de la licitación del que puede ser el primer tren de alta velocidad en América Latina, por mencionar algunos eventos.
Justo en medio de esta crisis, el gobierno federal de México presentó el proyecto del “Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México” (NAICM), que puede convertirse en el mayor propósito de infraestructura del país en las últimas décadas. El NAICM tiene como propósito aliviar el problema de saturación del actual aeropuerto (AICM) y fomentar la competitividad del país y será construido en terrenos federales contiguos al AICM en dos etapas: la primera con una capacidad de 50 millones de pasajeros al año y tres pistas de operación simultánea; la segunda con una capacidad de 120 millones de pasajeros al año y seis pistas en total. En su primera etapa el NAICM necesitara 169 000 millones de pesos para su desarrollo.
Los valores de la propuesta del NAICM son: ser líder mundial en diseño, construcción y operación sustentable; mejorar la calidad de vida de los habitantes de la zona centro del país; ser una inversión social y financieramente rentable; mejorar la competitividad del país (costos competitivos y valor agregado) y tener apertura y transparencia. La reacción de los agentes de la industria aeronáutica (aerolíneas, proveedores, pasajeros) ante el proyecto ha sido positiva, pues la construcción del NAICM era esperada desde hacía varios años.
A pesar de que surgen muchas dudas acerca de aspectos clave del proyecto como el diseño, la licitación de las obras, el impacto medioambiental, sus efectos en el área urbana donde será construido, el modelo de gestión del aeropuerto y el tipo de regulación, entre otros, es muy probable que la atención de la opinión pública se centre en las licitaciones, la construcción de la obra y el impacto ambiental. En las circunstancias que vive México eso es más que entendible y razonable. Los mexicanos tenemos suficientes razones como para dudar de las promesas del gobierno y exigir que los contratos de obra se asignen de manera imparcial, que la construcción satisfaga estándares internacionales y que el impacto negativo ambiental sea el mínimo. Sin embargo, si la atención de la opinión pública solo se centra en estos temas estaremos perpetuando el triunfo de lo urgente sobre lo importante.
La actual propuesta del gobierno federal considera que el NAICM será un aeropuerto público. ¿Tiene sentido esta idea? Por un lado, la experiencia internacional sugiere que los aeropuertos públicos tienen pocos incentivos para ser eficientes ya que, al no estar sujetos a alguna disciplina de mercado, ya sea a través de inversionistas o concesionarios, tienden a ser más laxos en el control de los costos. Por el otro, no existen en México empresas del sector de servicios de tenencia y operación gubernamental que sean un modelo de éxito para el NAICM. Entonces, en principio un aeropuerto 100 por ciento de propiedad y operación gubernamental no es la mejor idea, pues es incompatible con promover la competitividad del país, ya que aeropuertos ineficientes transfirieren sus ineficiencias a aerolíneas y pasajeros. Esto no quiere decir que, por el contrario, el NAICM tenga que ser 100 por ciento privado, sino más bien lo que sugiere es que es necesario explorar cuál es un modelo de tenencia y operación para el NAICM que sea compatible con los objetivos de la propuesta gubernamental y tome en cuenta las condiciones particulares del país. Es decir, en medio de la crisis y la urgencia de supervisar los procesos de licitación debido a que mucho dinero está en juego, hay una oportunidad para empezar a poner atención en otras cosas igualmente importantes, pero no urgentes. Es una forma de empezar a romper una forma cultural de “hacer las cosas” donde todos saben que eventualmente algo saldrá mal.
Una segunda duda en el terreno de lo importante es cuál va a ser el modelo de gestión del NAICM. Es decir, una forma organizacional que sea capaz de definir objetivos, allegar recursos, ejecutar planes y responder a los cambios en el entorno. En la industria de los aeropuertos donde hay alta incertidumbre es necesario que la gerencia sea capaz de reaccionar ágilmente a los cambios en la demanda, adoptar las mejores prácticas internacionales en operación, adquirir tecnología, mejorar la calidad del servicio, entre otros. En otras palabras, crear un sistema flexible. La evidencia sugiere que la figura actual del AICM, “organismo público descentralizado”, no es una opción al estar sujeto a las leyes de la administración pública federal y estar altamente regulado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SCHP) y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). En este esquema, por ejemplo, las tarifas aeroportuarias son fijadas por la SCHP y los excedentes del AICM son una fuente de recaudación fiscal.
En conclusión, estas y otras dudas como el sistema de asignación de slots, la competencia en servicios aeroportuarios auxiliares, la política de aviación y el fortalecimiento del regulador sectorial merecen atención para que, una vez que se asignen los contratos y se ejecuten las obras de construcción, el NAICM realmente sea un icono de México y pueda ser un líder mundial en diseño, construcción y operación sustentable. Ojalá se aproveche la oportunidad para terminar la tiranía de lo urgente sobre lo importante.