Oriundo de la ciudad de México y criado en Coahuila, Andrés Monroy Hernández comenzó su carrera como desarrollador de software, pero su investigación ahora se dirige a las posibilidades, casi infinitas, que provee la conjunción de los problemas sociales con su experiencia en el desarrollo de tecnología.
Su vida profesional tomó una nueva dirección cuando se topó con el Media Lab del MIT. “Me dí cuentade que había gente dedicada a la intersección de la tecnología y las ciencias sociales, así que mientras hacía la maestría y después el doctorado [ambos en Media Arts & Sciences en el MIT] comencé a trabajar en ello.”
En ese tiempo se dedicó a la tecnología educativa y desarrolló un comunidad cuyo éxito continúa hasta hoy: “Se llama Scratch y es una plataforma en donde niños y jóvenes crean animaciones, videojuegos y arte interactivo, a la vez que aprenden programación y lo comparten con una comunidad en línea. Comenzamos desde cero y ahora tiene más de cinco millones de usuarios”.
Andrés dice a Newsweek en Español que “estos proyectos no solo eran interesantes desde el punto de vista educativo, sino también desde lo sociológico. Es decir, por qué la gente actúa como lo hace, por qué realiza actividades altruistas, por qué hacen trolling o bullying en internet”.
Se percató entonces de algo que la sociología llama deviant behaviour (desviación de la conducta social). En línea sucede cuando “la comunidad no está diseñada para ciertas cosas y la gente empieza a hacer cosas que no debe”.
Entonces decidió enfocar su investigación en cómo operan en redes sociales las personas afectadas por el narcotráfico, el gobierno y hasta los mismos narcotraficantes. Su trabajo en los laboratorios de investigación de Microsoft (a los que pertenece desde 2011) lo llevó a descubrir el perfil de las personas que publicaban, para su comunidad en línea, información alterna sobre la violencia y el crimen organizado en México.
“Descubrimos un grupo de personas que llamamos ‘curadores’, que básicamente habían asumido el rol de periodistas, de tal manera que la gente le reportaba a ellos lo que pasaba en las calles y retuiteaban la información. Y, a pesar de ser anónimos, mantenían cierto nivel de confiabilidad entre la población.”
Este proyecto influyó en la investigación a la que Andrés dedica su esfuerzo actualmente: desentrañar cómo las redes sociales han ido reemplazando el rol de los medios tradicionales en ciertas emergencias políticas y sociales, así como la generación de tecnologías para aprovecharlo.
También está inmerso en la investigación de remix culture: la idea de que el progreso intelectual está ligado a las ideas que derivan, mejoran, integran y remodelan sobre obras y modelos anteriores. Esto, dice Andrés, “es algo que comúnmente está estigmatizado, cuando en lugar de ello debería ser celebrado. No hay idea que venga de la nada. Todo proviene de algo anterior y se debe mejorar y trabajar sobre de ello. El concepto no es el de copiar, sino el de remezclar. Sucede en la música, en la literatura, en el cine, en la tecnología y en casi todos los ámbitos que puedas nombrar”.
A la par de estos proyectos, es profesor afiliado de la Universidad de Washington y miembro del Berkman Center for Internet & Society de la Universidad de Harvard. Participa como conferencista en simposios internacionales, y publica ensayos y artículos en muchos de los medios más influyentes de EE. UU., México, España y más países.