Las Grandes Ligas del béisbol tienen una medida para evitar el
acercamiento por parte de las organizaciones que le constituyen, hacia
peloteros, o mánagers, o coaches, incluso hasta a directivos, quienes tengan un
contrato vigente con alguna de las otras franquicias del sistema.
Por algo le llaman “béisbol organizado”, precisamente por la
protección que se le da a los actos de voluntad plasmados en la firma de los
contratos entre peloteros y sus respectivos equipos.
Lo anterior, sin dejar de lado la presencia del Sindicato de
peloteros (MLBPA), el cual vela por los intereses de sus agremiados en cuanto a
salario mínimo, montos garantizados, observancia y cumplimiento de los bonos
estipulados, et al.
El precedente más añejo que se recuerde en cuanto a la
aplicación del tampering, se dio cuando, entre 1976-77, Ted Turner buscaba
afanosamente a Gary Matthews, el jardinero de los Gigantes de San Francisco,
para llevarlo a sus Bravos de Atlanta. De nada sirvió la advertencia del
Comisionado Bowie Kuhn, quien terminaría suspendiéndolo por un año.
Durante 1979 el mismo comisionado Kuhn multó al dueño de los
Padres de San Diego, Ray Kroc, por acercarse a Craig Nettles, quien se
encontraba con un contrato vigente ante los Yankees de Nueva York. La multa fue
de 100 000 dólares, lo cual era una fuerte suma para esas épocas.
Desde suspensiones, fuertes cantidades, hasta la posibilidad
de quitar la franquicia al infractor, el tampering ha sido una medida con la
cual se busca preservar la certeza para las mismas franquicias que conforman el
béisbol organizado, de que la protección a los contratos vigentes existe.
Por supuesto, la habilidad e ingenio de los empresarios que
ingresan al mundo del deporte, o quienes ya estaban inmersos, siempre provoca
que haya escarceos, intentos, versiones, rumores y hasta visibles acercamientos
no registrados como “de ofrecimiento”, entre directivos de otros equipos y el
jugador de interés, en este mundo del deporte.
Vaya, es un poco como las medidas imperantes en la NCAA con
cero obsequios, dádivas, pagas, en un medio —solamente en el papel— catalogado
como amateur.
Lo que recién sucedió en la Liga MX, máxima competencia
futbolera de nuestro país, es un verdadero descaro y se tiene que evitar.
Si bien no es exactamente el mismo supuesto, lo que recién
sucedió para el caso concreto del banquillo de las Águilas del América, bien
merece un sesudo análisis por parte de la Femexfut.
Si bien “lo no prohibido está permitido”, el negociar la
llegada de un técnico, cuando el actual está aún en competencia, da lugar a
especulaciones y a un espíritu bastante lejano a lo deportivo.
De ahí a que si Gustavo Matosas ya no tenía un contrato
vigente, debería considerarse una época “de veda” cuando el campeonato siga en
curso, para evitar injerencias o aspectos distractores.
No es defender a Antonio Mohamed si actuaba de tal o cual
forma, simplemente el técnico dirigía bajo un contrato avalado precisamente por
la Femexfut, y eso se debe preservar ante todo.