En las pocas ocasiones en las que Abu Bakr al-Baghdadi, el líder del Estado Islámico (EI), es visto en público, su séquito parece una combinación del de un presidente y el de un mafioso. “En cuanto entró, la cobertura de la señal de telefonía móvil desapareció”, señala un residente de 29 años de Raqqa en Siria, quien pidió ser identificado solamente como Abu Ali, al recordar la perfecta seguridad en una ocasión en la que al-Baghdadi entró en una mezquita. “Sus guardaespaldas armados cerraron el área. Las mujeres fueron enviadas a la sección femenina a orar. Se advirtió a todo el mundo que no tomara fotos o videos. Fue una atmósfera de lo más estresante.
“Lo que hizo [que fuera aún más estresante] fue que cuando Baghdadi finalmente apareció, vistiendo de negro de pies a cabeza, los guardias empezaron a gritar, ‘¡Allah akbar! ¡Allah akbar!’[Dios es grande]. Esto nos asustó aún más”, dice Ali. “Los guardias nos obligaron entonces a jurar lealtad. Incluso después de que Baghdadi se fue, se nos impidió salir de la mezquita durante 30 minutos.
“Tiene la mentalidad básica de un mafioso”, dice Ali. “Espera que sus soldados sean muy disciplinados. Es un gran planificador de guerra; es muy ordenado”.
En su ciudad natal de Samarra, en el triángulo suní en el norte de Bagdad, al-Baghdadi, cuyo verdadero nombre es Ibrahim Awwad Ibrahim Ali al-Badri y en ocasiones también es conocido como Abu Awad o Abu Dua (Dua es el nombre de su hija mayor), es recordado de manera un tanto diferente. Siempre fue conocido “por ser tan callado que apenas podía escucharse su voz”, de acuerdo con Tareeq Hameed, un antiguo vecino. “Era tranquilo. No le gustaba charlar mucho.”
Quienes conocen a la mente detrás del EI, que actualmente controla un califato autoproclamado en distintas partes de Irak y Siria, dicen que creció siendo un joven estudioso, piadoso y tranquilo. Era introvertido y no tenía muchos amigos.
Hameed lo recuerda como un niño que montaba en bicicleta, vistiendo una dishdasha, que es la túnica masculina tradicional iraquí, con un pequeño gorro blanco sobre su cabeza. “Siempre tenía libros religiosos o de otros temas atados a la parte trasera de su bicicleta, y nunca lo vi en pantalones y camisa, como la mayoría de los otros chicos de Samarra. Tenía una barba incipiente, y nunca pasaba el rato en los cafés. Tenía su pequeño círculo de amistades en su mezquita.”
Al-Baghdadi, quien, según informaciones, nació en 1971 en Samarra (su nombre es una artificio, ya que no es originario de Bagdad). proviene del distrito de Al-Jibriya, un vecindario de clase media baja, dominado por las tribus Albu Badri y Albu Baz. También era un área que resultó muy afectada por el bombardeo estadounidense durante invasión de Irak en 2003, en un intento de erradicar las células insurgentes y terroristas.
La familia de Al-Baghdadi no era rica, pero dos de sus tíos trabajaban para las fuerzas de seguridad de Sadam Hussein. Esto significa que pudieron haber tenido cierto estatus y relaciones, que habrían inspirado cierta reverencia o miedo en la comunidad. “Él provenía de una familia pobre pero bien educada”, señala Hashem, un traductor de la zona que conocía la familia. “Era alguien muy introvertido… iba a la mezquita, estudiaba, leía libros, y eso era todo.”
Al-Baghdadi creció a tan solo un kilómetro y medio de distancia del santuario del siglo X de Imam Hassan al-Askari, uno de los sitios más sagrados para los fieles chiíes, pero también un lugar importante para los suníes de Samarra. De acuerdo con la máquina propagandística del EI, la fe tuvo una función muy importante en los primeros años de vida de al-Baghdadi, y Yessir Fahmi, otro residente de Samarra, dice que al-Baghdadi dedicó su infancia principalmente a estudiar cursos religiosos. “Ibrahim era, al igual que la mayor parte de su familia, un fiel musulmán”, afirma Fahmi.
Sin embargo, Sajad Jiyad, un analista iraquí radicado en Londres y perteneciente al Instituto Iraquí para la Reforma Económica, dice que nunca ha visto ninguna prueba convincente de tal fervor religioso temprano. “Me sorprendería que fuera una persona religiosa, ya que la mayoría de los iraquíes que se integraron a los grupos jihadistas eran baathistas seculares antes de 2003”, dice Jiyad.
Además de su religión, dicen quienes lo conocieron, a al-Baghdadi le gustaban los deportes, principalmente el fútbol, el cual jugaba en un campo cerca de su casa. “Pocas veces se disgustaba durante un partido, incluso si uno lo golpeaba o si se comportaba mal con él”, recuerda Hameed. “Era un buen defensa. Era difícil pasarlo y anotar un gol contra su equipo.”
En los sitios web del EI se indica que en aquellos años tempranos, al-Baghdadi estudió el Corán en las mezquitas de Samarra y tomó cursos sobre ciencia islámica y el Hadith, es decir, las costumbres, las escrituras y los dichos del profeta Mahoma. Un vecino afirma que al-Baghdadi fue supervisado por dos ilustres clérigos (ya fallecidos): el jeque Subhi al-Saarai y el jeque Adnan al-Ameen.
Existen desacuerdos sobre los primeros años de la carrera de al-Baghdadi como predicador. Algunas fuentes dicen que predicó en la mezquita Ahmad ibn Hanbal en Samarra, así como en la Gran Mezquita de Bagdad, en las oraciones del viernes. Pero Jiyad y otros creen que esto es solo una tradición cuestionable del EI, diseñada para mostrar su gran devoción.
Lo más probable es que, después de la escuela secundaria, siendo un hombre joven que alcanzó la mayoría de edad bajo el gobierno de Sadam, al-Baghdadi hubiera tenido que hacer el servicio militar obligatorio en el ejército iraquí. Sin duda, habría aprendido a usar un arma de fuego en ese tiempo y estaría adiestrado en tácticas militares básicas.
Alrededor de los 18 años de edad, al-Baghdadi fue a Bagdad por primera vez para estudiar, estableciéndose en el distrito de Adhamiya. La profundidad de su educación también es discutible. Algunas personas, como Hameed, dicen que adquirió un doctorado en estudios religiosos. No queda ningún miembro de su familia a quien se pueda contactar para confirmar esto. “La mayoría de sus familiares han huido de Samarra por temor a ser relacionados con él”, dice Fahmi. “Ibrahim se fue en 2003 para estudiar en Bagdad. Su joven sobrino fue arrestado el año pasado por las fuerzas iraquíes de seguridad. Cuando los últimos miembros de su familia fueron a Bagdad para negociar su liberación, también fueron arrestados.”
Hasta donde Fahmi sabe, al-Baghdadi no ha vuelto a Samarra desde desde 2003.
LinkedIn para terroristas
Los orígenes de la crueldad de al-Baghdadi se encuentran en la carnicería que se desató después de la invasión de EE. UU. para derrocar a Sadam. El ejército estadounidense llegó hasta el corazón de Bagdad el 9 de abril de 2003. Después de eso, el país cayó en la anarquía. Sadam y sus secuaces se escondieron de inmediato en pueblos cercanos al Triángulo Suní, mientras que otros cruzaron a Siria. Los insurgentes suníes que se quedaron comenzaron a lanzar sus ataques mortales, teniendo inicialmente como objetivos a las fuerzas dirigidas por Estados Unidos.
Se piensa que al-Baghdadi ayudó a fundar el grupo terrorista Jam Jaish Ahl al-Sunnah wal Jamaa. En 2004 o 2005 (al igual que la mayoría de las cosas sobre al-Baghdadi, las fechas son poco claras), fue capturado en Fallujah por las fuerzas estadounidenses, aparentemente como parte de una amplia operación para capturar a un socio del terrorista jordano Abu Musab al-Zarqawi. Al-Zarqawi, el cerebro de Al-Qaeda en Irak que fue responsable de numerosos bombardeos y asesinatos, fue muerto en 2006 por fuerzas dirigidas por Estados Unidos.
Después de su arresto, al-Baghdadi fue detenido en Camp Bucca, una instalación ubicada en el sur de Irak, cerca de Um Qasr, donde también estaban detenidos muchos expresidiarios de Abu Ghraib. Su estado era el de un “prisionero civil”, lo que significaba que estaba ligado a un grupo terrorista, pero no había sido atrapado participando activamente en ocupaciones terroristas.
No está claro cuánto tiempo pasó al-Baghdadi en Camp Bucca. Algunos oficiales militares de Estados Unidos que trabajaron en la prisión recuerdan que al-Baghdadi estuvo ahí entre 2006 y 2007; otros dicen que estuvo ahí entre 2006 y 2009. Abu Ibrahim al-Raqqawi, un activista sirio, declaró a Newsweekque al-Baghdadi estuvo detenido entre enero de 2004 y diciembre de 2006. Aymenn Jawad al-Tamimi, investigador del Foro de Oriente Medio dice que las actividades de al-Baghdadi en 2005 indican que debió haber sido liberado a finales de 2004.
Independientemente de si pasó uno o dos años allí, aquella fue una época productiva para él. Camp Bucca fue como un campamento de verano para los terroristas ambiciosos. Bajo la mirada de los estadounidenses, los internos interactuaban, intercambiaban información y tácticas de combate y establecían contactos importantes para el futuro. Estaban inspirados por los abusos en Abu Ghraib, el éxito de al-Zarqawi y el descontento entre los suníes. El historiador Jeremi Suri dice que la prisión era una “universidad virtual para terroristas”.
“Camp Bucca era un lugar donde muchos jihadistas se conocieron y muchos exbaathistas se radicalizaron y se relacionaron con grupos islámicos”, afirma Aron Lund, editor del sitio web Syria in Crisis. “Muchos líderes del Estado Islámico pasaron por aquí”.
Jiyad dice que es improbable que al-Baghdadi fuera un militante antes de la invasión estadounidense, y cree que Camp Bucca fue un punto decisivo para al-Baghdadi. “Habría sido una oportunidad para construir su nueva carrera como insurgente”, dice. Uno de los contactos que al-Baghdadi estableció en el tiempo que pasó en Camp Bucca fue Taha Sobhi Falaha, también conocido como Abu Muhammad al-Adnani, el portavoz del EI.
Tras ser liberado de Camp Bucca, al-Baghdadi reanudó sus actividades militantes. En 2006, un grupo amplio de facciones terroristas, entre las que estaba Al-Qaeda, formó el Estado Islámico de Irak, al que se unió al-Baghdadi. Fue nombrado líder de la organización en mayo de 2010.
Desde el inicio, el Estado Islámico de Irak tenía grandes ambiciones y un programa diferente del de Al-Qaeda. Abandonó la bandera de Al-Qaeda, eligiendo una nueva.
El sitio de medios de comunicación al-Monitor ha determinado la fecha de su separación gradual de los líderes de Al-Qaeda en Afganistán y su búsqueda de fuentes de financiación distintas. “Entonces, a mediados de 2013, Abu Bakr al-Baghdadi anunció el establecimiento del Estado Islámico de Irak y al-Sham [conocido comunmente como ISIS, por sus siglas en inglés] y se rebeló contra las órdenes de Ayman al-Zawahri, el líder de la organización internacional de Al-Qaeda. Al-Zawahri quería que el EI solo estuviera activo en Irak y que Jabhat al-Nusra fuera el representante de Al-Qaeda en Siria”.
Un desertor del EI, que habló con Newsweek usando solo el nombre de “Hussein”, dice que estuvo con al-Baghdadi en la tensa época el rompimiento con al-Nusra, la filial de Al-Qaeda que trabajaba en Siria. Recuerda la paranoia y la desconfianza de esas reuniones, las cuales se realizaban en alguna parte de la difusa línea fronteriza entre Siria y Turquía. “Al-Baghdadi se reunía con [estos] hombres en una habitación separada, en un remolque cerca de la frontera turca”, dice. “Solo se presentaba ante los comandantes de alto rango. No se presentaba ante los de menor jerarquía. Pero lo interesante era que en un grupo grande, nadie estaba seguro de cuál de las personas en la habitación era realmente él. Quería pasar inadvertido.”
Hussein dice que al-Baghdadi confiaba plenamente en la asesoría del difunto Haji Bakr, un líder de alto rango del EI y exoficial del ejército iraquí, quien fue muerto en enero de 2014. De acuerdo con Hussein, su muerte fue un golpe muy duro para al-Baghdadi. “Haji Bakr pulió la imagen de al-Baghdadi; lo estaba preparando para convertirse en príncipe del Estado Islámico. Sin embargo, honestamente, Haji Bakr era el verdadero príncipe en la sombra”. Al-Baghdadi todavía confía en un leal círculo interno compuesto por expertos militares y en seguridad operativa. Muchos de ellos son personas a quienes conoció en Camp Bucca.
Silencioso y paranoico
Se sabe poco acerca de la vida privada de al-Baghdadi, excepto que es “despiadado en sus negocios y silencioso en persona”, dice Jiyad. “La paranoia determina su comportamiento y su rutina”.
Las menciones de al-Baghdadi en las redes sociales son escasas y no dicen mucho sobre sus hazañas o su personalidad. Los relatos de las redes sociales asociadas con el EI se refieren principalmente a al-Baghdadi cuando tratan de convencer a los nuevos usuarios de que juren bay’ah (lealtad) al khalifa (califa).
Al-Baghdadi cambia a menudo de residencia, muy probablemente cruzando la porosa frontera entre Irak y Siria y probablemente permaneciendo en o cerca de Raqqa. Jiyad dice que quizás vivió en Bagdad y Mosul antes huir a Siria con el EI alrededor de 2010. “Pero pocas personas lo conocieron en aquellos días, y quienes lo hicieron, lo vieron llevando una máscara”, dice Jiyad. “Sus predecesores y colegas fueron muertos mediante delaciones e inteligencia. Pero pienso que también usó el período entre 2010 y 2014 para fortalecer sus conocimientos religiosos y construir un aura de misterio alrededor de su personaje.”
Funcionarios libaneses afirmaron haber arrestado a la hija y la exesposa de al-Baghdadi a principios de diciembre, aunque aún hay cierta confusión sobre su relación exacta con él. CNN informa que el Ministerio Iraquí del Interior, citando una fuente en una célula de inteligencia bajo su autoridad, dice que al-Baghdadi tiene dos esposas, Asma Fawzi Mohammed al-Dulaimi e Israa Rajab Mahal al-Quaisi.
Cuando se presenta a sí mismo ante otras personas, al-Baghdadi se cubre la cara con una bufanda y no permite que se hagan circular fotografías ni que se distribuyan vídeos de él, al igual que otros líderes terroristas, incluidos los de Al-Qaeda. Esto también es algo calculado. Jiyad afirma que sus primeras fotografías, una de ellas tomada cuando estaba en prisión en 2004 y otra dada a conocer por el Ministerio Iraquí del Interior, “muestran a un terrorista ambicioso, no a un califa”.
Jiyad, que ha analizado grabaciones de audio de al-Baghdadi, dice que estas muestran que sus acuerdos con otros grupos terroristas, como Jabhat al-Nusra y Al-Qaeda, “indican que se ve a sí mismo como alguien superior y muestran cierto desdén hacia los no iraquíes”.
Sobre todo, dice Jiyad, al-Baghdadi parece ser un hombre que se deleita en su posición “como el máximo terrorista del mundo, que se ve a sí mismo como el sucesor de Osama bin Laden”.
“Una vez que se retira el aura de misterio y la grandiosidad, el ‘califa’ resulta ser un hombre bastante común y corriente que vio su oportunidad y la aprovechó”, dice Jiyad. “No es diferente de los cientos de iraquíes que intentaron destruir el nuevo Irak. Pudo haber terminado como un terrorista anónimo o como un criminal violento. Y ahora se encuentra en el centro de la atención mundial.”