TERMINÓ la guerra y ahora sigue la reconstrucción. Poco a poco –de hecho, de una
manera excesivamente lenta y para colmo, incierta- Gaza da comienzo a la labor de
reconstruir sus derruidos hogares, tiendas y escuelas tras un verano de guerra
con Israel, pero al aproximarse el invierno y pese a miles de millones de
dólares en donativos y una enorme buena voluntad internacional, los temas
políticos y regionales no resueltos sofocan cualquier esperanza de volver
rápidamente a la vida normal en la Franja.
Luego de dos semanas en que los materiales para
el esfuerzo de reconstrucción permanecieron bajo llave en almacenes de Gaza, la
semana pasada Naciones Unidas anunció, finalmente, que los contratistas locales
recibirían las primeras cargas de cemento, concreto, acero y ladrillo. Y así,
de manera vacilante, parece que al fin dará inicio la tarea de reconstruir los
hogares destruidos en la guerra entre Israel y Hamás. Pero no será cosa fácil
ni rápida, pues con las continuas disputas entre facciones palestinas, el progresivo
deterioro entre Israel y la Autoridad Palestina, y las acciones de Egipto
contra los terroristas islamistas que operan cerca de la frontera de Gaza con
Sinaí, el futuro de los residentes de la Franja luce cada vez más lóbrego.
La dirigencia de Gaza no ayuda. Si bien los
donadores internacionales e Israel insisten en que materiales de construcción
como concreto y acero solo deben usarse para edificar viviendas, representantes
de Hamás amenazan con reconstruir, bajo el suelo judío, los túneles de ataque que
los soldados israelíes destruyeran durante los 50 días de guerra estival.
El domingo, tras el disparo de morteros en Gaza,
cerca de Kerem Shalom –importante cruce fronterizo desde donde se transfieren
bienes hacia la Franja-, funcionarios israelíes anunciaron el cierre temporal
de la zona. Portavoces de Hamás denunciaron la medida como una violación del
acuerdo de cese del fuego aun cuando, supuestamente, trataron de arrestar a los
agresores no identificados.
Y ese no ha sido el único freno para rehacer la
debilitada infraestructura de Gaza. Como el ritmo de la reconstrucción depende
de las negociaciones futuras entre funcionarios palestinos, Israel y Naciones
Unidas actuando como facilitador, las recientes complicaciones políticas en la
región sugieren que es bastante improbable que las charlas lleguen a una
conclusión exitosa.
Gaza no solo ha sido castigada por Israel.
Egipto también respondió duramente al ataque con autobomba de octubre 24, donde
murieron por lo menos 33 soldados egipcios en una población del norte de Sinaí,
cerca de Gaza. Al responsabilizar a radicales gazatíes de cooperar con
yihadistas del Sinaí para perpetrar el ataque, El Cairo ha clausurado el paso
fronterizo de Gaza en Rafah, población palestina que se extiende a ambos lados
de la frontera entre Gaza y Egipto. Las autoridades egipcias dieron a los
residentes de Rafah unas cuantas horas para reunir sus pertenencias y evacuar
sus hogares antes que llegaran las excavadoras y hasta el momento, casi 900
viviendas de Rafah han sido derribadas como parte del proyecto egipcio de crear
una zona de seguridad entre Sinaí y la Franja de Gaza, donde habrá profundas
zanjas inundadas para impedir la construcción de túneles de contrabando bajo la
frontera.
Asimismo, El Cairo canceló un encuentro programado
para la semana pasada –y organizado con mucha antelaciónentre funcionarios
israelíes y palestinos, durante el cual habrían de pactarse acuerdos a largo
plazo para reconstruir y pacificar Gaza. Aún no se ha definido otra fecha para
nuevas negociaciones.
La reunión cairota también prometía resolver
asuntos internos palestinos que interferían con la consecución de un convenio
perdurable con Israel y con el restablecimiento de una paz permanente en la
Franja. El partido palestino Fatah, respaldado por Occidente, causó
controversia formando un “gobierno de consenso nacional” con el grupo
terrorista Hamás, pero hasta ahora, ninguna de las facciones ha ofrecido
detalles sobre su colaboración en esa inestable coalición. De hecho, fuentes
diplomáticas de la ONU afirman que sus incesantes disputas ocasionaron que se
postergara la liberación de los materiales de construcción.
Es improbable que las tensiones en el frente
palestino se disipen. “Aunque se hubiesen llevado a cabo las negociaciones
[canceladas] de El Cairo entre Fatah y Hamás, muy pronto habrían llegado a un impasse.
Tienen opiniones muy distintas en muchos temas”, expresó un funcionario al
tanto de la situación.
Pese a la falta de logros y la continua
agitación en Gaza, la buena voluntad internacional hacia Palestina no ha
menguado. En octubre 15, el secretario de Estado John Kerry, el secretario
General ONU, Ban Ki-moon, y varios ministros del Exterior de países vecinos se
dieron cita en El Cairo, donde reunieron 5 .4 mil millones de dólares para reconstruir
Gaza. Cuando las fuerzas israelíes intentaron degradar y aniquilar la capacidad
militar de Hamás destruyeron, por lo menos, 18 000 casas y edificios de
apartamentos, así como gran cantidad de infraestructura. Muchos de los que
asistieron a la cumbre egipcia enfatizaron la importancia de la rápida
recuperación de Gaza para evitar más sufrimiento humanitario y la reactivación
de la guerra.
Un día antes de la reunión, Israel entregó a
Gaza 200 toneladas de concreto y barras de acero (y otras 150 toneladas hace
una semana). Luego ocurrieron las demoras, cuando la mayor parte de los
materiales de construcción permaneció intacto en almacenes durante dos semanas.
Israel insiste, enérgicamente, en que todos los
materiales de construcción de Gaza sean contabilizados, para que quienes
pretenden utilizar los materiales para renovar sus preparativos para la próxima
guerra no intercepten el esfuerzo de reconstrucción. Exige que cada proyecto
sea asignado a un proveedor de suministros de construcción autorizado y que la
naturaleza civil de cada proyecto sea certificada por funcionarios
de la ONU, palestinos e israelíes.
Antes y durante la guerra de verano en Gaza,
Jerusalén acusó a los donadores internacionales, en repetidas ocasiones, de ser
excesivamente permisivos en la supervisión de esfuerzos de construcción,
situación que permitió que los materiales de construcción apuntalaran y
fortalecieran la capacidad militar de Hamás mediante la construcción de túneles
y centros de comando antibombas.
Según fuentes de Jerusalén y de la ONU, Israel
está deseoso de acelerar la reconstrucción de la infraestructura civil de Gaza,
no solo por consideraciones humanitarias sino por la suposición de que la
estabilidad podría convertir la Franja en un vecino pacífico. “Israel se opondrá,
como debiera hacerlo la comunidad internacional, a todo intento de Hamás y
demás grupos terroristas de rearmar y reconstruir la maquinaria del terror”,
declaró Mark Regev, portavoz del primer ministro Benjamin Netanyahu. Sin
embargo, “tratándose de la población civil, Israel apoya plenamente los
esfuerzos internacionales de ayuda humanitaria y reconstrucción”.
Hasta allí, todo bien. A la fecha, ni el
gobierno judío ni la Autoridad Palestina de Ramallah se han quejado de
violaciones al acuerdo que puso fin a la guerra, dijo Nicole Ganz, vocera del
coordinador especial de la ONU para el proceso de paz en Oriente Medio, cuya
oficina en Jerusalén tiene la responsabilidad de supervisar la implementación
de los acuerdos israelí-palestinos para reconstruir Gaza.
Hay otros indicios del lento regreso a la
normalidad. Funcionarios públicos de Gaza, quienes no recibían su sueldo desde
la primavera, han empezado a cobrarlo. Dos días antes que los almacenes
comenzaran a entregar materiales de construcción, en octubre 28, Stephane
Dujarric (portavoz de Ban) dijo que la ONU había “ayudado hoy a distribuir el
pago de ayuda humanitaria a los servidores públicos de Gaza, excluidos la
Policía y otros servicios de seguridad”, y agradeció a Catar por proporcionar
los fondos. Fuentes diplomáticas comentan que los dos asuntos pudieran estar
vinculados, pues funcionarios de Hamás amenazaban con retener los materiales de
construcción hasta no cobrar sus salarios.
El sueldo de los funcionarios Hamás ha sido,
desde hace tiempo, la manzana de la discordia entre el grupo terrorista y la
Autoridad Palestina, y el tema aún no se zanja permanentemente. Es más, se ha
complicado debido a que los funcionarios de Hamás se jactan de que empezarán a
reconstruir, inmediatamente, sus túneles de ataque por bajo el suelo israelí.
Según un reciente informe de al-Resalah, sitio web vinculado con Hamás, “las
palas de [Izzadin Kassam, ala militar de Hamás] seguirán excavando después de
la guerra”.
El artículo citaba combatientes de Hamás
declarando, orgullosos, que algunos túneles destruidos por Israel en el verano
ya estaban reconstruidos. La semana pasada, durante su visita a Nueva York,
Moshe Yaalon, ministro israelí de Defensa, previno a Ban que, de ser cierto,
Israel interrumpirá de inmediato toda entrega de materiales de construcción a
Gaza.
Digan lo que digan los agentes de Hamás, su
capacidad para redirigir materiales de la edificación de viviendas a la
excavación de túneles está seriamente impedida. La operación antiterrorista de
Egipto en el extremo sur de Gaza amenaza con poner fin al contrabando por
túneles bajo la frontera egipcia con la Franja por donde, anteriormente, Hamás
obtenía buena parte de sus fondos e introducía materiales, bienes y armas no
autorizados en Gaza.
Ahora, “si un contrabandista entra en uno de
esos túneles de Gaza, encontrará que el extremo egipcio ha sido obstruido o
peor, podría verse rodeado… de soldados egipcios”, dijo una fuente de la
región.
Los gazatíes empiezan a comprender que sus
líderes políticos, vecinos y tal vez, hasta sus donadores de países lejanos, no
están en condiciones de proporcionarles cobijo antes que llegue el invierno. De
modo que, mientras persistan esas condiciones de miseria, la frustración y el
resentimiento cundirán y echarán raíces en la población.