Las grandes transnacionales toman precauciones frente a las arenas movedizas en las que se ha convertido el mercado petrolero con sus nuevos actores.
En estos últimos meses la economía mundial ha venido reaccionando serenamente frente al continuo desplome de los precios petroleros, inexplicable en una época de alta tensión política en el mundo, sometido a la zozobra ante las amenazas de los musulmanes radicales que esgrimen su yihad para castigar a Occidente en zonas de importante producción petrolera como es Irak, y los enfrentamientos de los rusos en Ucrania por donde pasan estratégicos gasoductos para Europa Occidental. Se esperaba todo lo contrario: alza de precios.
El Brent del Mar del Norte oscila alrededor de los 86 dólares, cuando durante todo el año se había mantenido imperturbable muy por encima de los 100, y qué decir de otros petróleos de menos calidad dentro de la cesta petrolera, como el que produce Venezuela, que ha caído a los 75 dólares. De todas partes, los países miembros han solicitado una reunión de emergencia en la OPEP, para recortar la producción a fin de evitar el derrumbe continuo de los precios: mal cálculo. Esta vez no se trata del mercado, sino de la entrada en escena de un nuevo y poderoso jugador que ha salido decidido a cortarle a la OPEP la hegemonía que ejercía sobre el aprovisionamiento de energía del mundo.
En Dakota, al norte de Estados Unidos, un fósil descomunal se ha levantado desde las profundidades de las eras geológicas del mesozoico, abriéndose paso entre las especies fosilizadas que dormían en las pizarras geológicas, pulverizándolas para llevar a la superficie la energía que guardaban en sus rocas. Es el shale oil. Arabia Saudí ha intuido el desafío inmediatamente, y decidida a que nadie le arrebate la hegemonía de su fósil en la OPEP, ha abierto las compuertas de sus depósitos de hidrocarburos para ahogar al mundo de petróleo e impedir que el otro fósil se siga levantando de las rocas: “lucha de fósiles”.
Los saudíes, con 750 000 millones de dólares de reservas, no escatiman pérdidas de 10 000 millones por la baja de los precios y el mundo se sigue llenando de petróleo que bombean los pozos por toda la geología terrestre. Los precios se han desplomado y seguirán cayendo hasta el piso de los 70 dólares, más abajo del cual desaparece la rivalidad del shale oil o esquistos por los altísimos costos que requieren su obtención. La consultora Wood Mackenzie calcula que el punto de equilibrio para el shale oil debe estar por los 75 dólares, en cambio Citibank opina que son 50.
En el siglo pasado se calculaba que el mundo contaba con reservas de petróleo para unos 30 años. Hoy los estudios hablan de 50 años, gracias a los nuevos hallazgos de yacimientos. Y el mundo debe alegrarse, seguro de que en adelante los precios no pasarán la barrera de los 90 dólares y con proyecciones hacia la baja, que en cuestión de pocos años, los acuciosos e inteligentes ingenieros estadounidenses habrán rebajado significativamente los costos del esquistos con nuevas tecnologías. Todo lo cual es una excelente noticia para la economía mundial (en Londres acaba de caer en un 20 por ciento la bolsa de valores para artículos de lujo).
Las grandes transnacionales del petróleo como Exxon, Chevron, Shell, BP, toman sus precauciones frente a las arenas movedizas en las que se ha convertido el mercado petrolero con sus nuevos actores. Ante los marcadores actuales tendrán que archivar sus costosos proyectos de extracción en aguas profundas, rentables cuando el petróleo estaba por encima de los 100 dólares, pero no ahora. Esto lo saben muy bien Pemex y Petrobras, que deberán olvidar sus sueños profundos sobre nuestro zócalo continental. Todo está cambiando rápidamente. Venezuela con sus pozos de petróleo ligero, ya casi agotados, todavía cuenta con los bitúmenes de petróleo extrapesado de la Faja del Orinoco, pero cuya extracción y refinamiento resulta muy onerosa. En estos días viaja hacia este país un barco que zarpó del puerto de Bejaia en Argelia, trayendo nafta para poder diluir los petróleos extrapesados de la Faja del Orinoco. Venezuela debe reestructurar su negocio, ya el gobierno adelantó que el presupuesto para el 2015 será con base en un precio de 60 dólares el barril. Lo mismo deberán hacer Colombia, Ecuador y Bolivia, aunque en menor escala.
Sin lugar dudas, los principales yacimientos de fósiles son los que se formaron con los zooplancton y las algas sobre el fondo de los lagos y mares, pero en general todas las especies animales y vegetales en el mesozoico, y arriba en el carbonífero, dejaron su huella energética fosilizada en las cuevas y pliegues de la geología. Fueron los caballos de carne y hueso que corrían por las praderas del mesozoico los que hoy ponen a circular nuestros automóviles con motores de 400 caballos de fuerza por las autopistas de nuestra era moderna.
La entropía no acabó definitivamente con las especies animales y vegetales, sino que parte de su energía quedó guardada, mineralizada en las arenas sedimentarias y en los fangos al fondo del mar, que el hombre moderno desentierra para mover sus motores, energía que al quemarla, él sí la convierte definitivamente en entropía elevando el calentamiento del globo.
De acuerdo con la Selección Natural de Darwin, en la naturaleza las especies compitieron y se seleccionaron frente al medioambiente, quedando las que mejor se adaptaron a él. En el mundo actual, hoy compiten sus fósiles, es decir, la pequeña chispa de carbono que ellas dejaron en los sótanos de la geología, ellos compiten frente al medioambiente que es toda la humanidad necesitada de energía, el que mejor se adapte, el que más abunde, el más accesible y barato, se quedará. “Selección de fósiles”. Veamos entonces qué ofrecen y de dónde provienen estos dos fósiles enfrentados:
1. Hidrocarburos de pozos petroleros. Son fósiles de materia orgánica, formados por diferentes combinaciones moleculares del carbono con el hidrógeno. Ellos constituyen el petróleo crudo que conocemos y cuyo origen es la transformación de la materia orgánica de los zooplancton y algas que quedaron atrapados por capas de arenas sedimentarias y que emergen a la superficie cuando la porosidad geológica lo permite, y cuando no, se forman trampas en las que queda encerrado y es lo que va a constituir un pozo petrolero, en el que puede estar mezclado con gas.
2. Shale oil o rocas de esquistos. Como su nombre lo dice, son formaciones rocosas (o pizarra) que se encuentran a grandes profundidades, contienen abundante petróleo y gas, pero al no ser permeables, impiden que aflore a la superficie, por lo que no se lo puede obtener por los métodos tradicionales, sino que se ha inventado una metodología llamada fracturación hidráulica, mediante la cual se introducen bajo tierra grandes dosis de agua a presión, y elevada temperatura mezclada con solventes e hidrógeno para pulverizar las lutitas, que así se llaman estas rocas. Este es un método que ha sido muy controversial debido a los daños ecológicos que provoca, sobre todo por la contaminación de los vasos subterráneos de agua. En el continente americano los principales yacimientos están en Estados Unidos, Argentina, México y Canadá.
En lo que queda de la década, el mundo seguirá empecinado en el petróleo, presenciando la lucha titánica de dos fósiles, heridos de muerte por el mercado, que jadeando por toda la geología del globo no dejan de producir, por un lado en las torres bombeando lo que todavía queda del oro negro en lo profundo de los pozos, y por el otro la artillería del fracking para fragmentar las lutitas, pero ciertamente el año 2014 marca el umbral del fin de la era petrolera. La historia empieza a moverse rápidamente en torno a la energía. La semana pasada fueron inauguradas en Madrid y Barcelona las primeras flotas de taxis eléctricos. En Nueva York y Los Ángeles, estos carros ya se venden por debajo de los 10 000 dólares. Las grandes automotrices como Toyota Y GM cada año sacan modelos cada vez más sofisticados de automóviles híbridos. Todo esto es el atisbo del adiós al oro negro.
Finalmente el mundo está levantando la cabeza, dejando de ver la geología para orientar su mirada hacia la fuente inagotable de energía limpia y barata: el sol. Por los campos de Europa, a diestra y siniestra de las autopistas se ven paneles solares. Son los primeros trazos de lo que estamos buscando, no son la solución definitiva de la energía, pero apuntan en la dirección correcta, y más temprano que tarde la inteligencia humana dará en el blanco, remontándose a los orígenes de la vida, cuando hace 3500 millones de años las cianobacterias inventaron la manera de robar la luz del sol para transformarla en energía química con la cual romper una molécula de dióxido de carbono en oxígeno y carbono que desencadenaría el proceso de la fotosíntesis: la primera llave de la vida. Y decimos más temprano que tarde porque ya Panasonic acaba de inventar la fotosíntesis artificial mediante la cual la humanidad se abastecerá de energía limpia, barata e inagotable.
Los japoneses requieren 10 años de experimentación “en campo”, y otros 10 años para probar “en mercado”. A lo mejor son menos, pero ya estamos en el camino correcto. Vamos hacia allá, despidiéndonos del petróleo que tanto trauma ha causado en el mercado y en el medioambiente. Esta será una década de sacudones por las movidas de los fósiles, uno de los cuales surge para acelerar la lenta agonía del otro, pero que al cabo de un par de décadas habrán desaparecido los dos. En Dubai y Abu Dhabi quedarán brillando como diamantes, sobre las arenas del desierto, las especies de la era petrolera.