Enrique es funcionario público, profesor universitario y padre de tres hijas, a su cuidado desde hace años.
Con el agua hasta los hombros. No hasta el cuello, ni tampoco en la nariz; pero sí en los hombros. Así es como Enrique Z. describe la situación económica que ha vivido junto con su familia en años recientes.
Atrás quedaron los días en que la familia viajaba en una camioneta Cherokee, hacía las compras en supermercados de primer nivel, e incluso pagaba el mariachi para los cumpleaños del abuelo. Un año muy malo combinó la pérdida del empleo de Enrique como funcionario, con un divorcio tan tormentoso que Enrique se califica hoy como un “viudo” dedicado a sus tres hijas, pues las menores (una de 14 años, y un par de gemelas de 12) se quedaron a vivir con el papá y su tía soltera.
Ahora Enrique y sus tres hijas viajan en un modesto Volkswagen Sedán del año 1994, compran sus alimentos al día en los mercados de Pachuca, y dedican el domingo a pasear por las mañanas en la capital hidalguense, para en la tarde ver televisión todos juntos.
Enrique tiene 52 años y no se queja; o por lo menos no lo deja ver. Hace un par de años logró reincorporarse al servicio público en una dependencia estatal. Es encargado de departamento, nivel 9, y percibe un sueldo mensual de 15 184 pesos. Además de sus horas de oficina, Enrique busca acomodar el mayor número de horas a la semana como profesor universitario, lo que complementa el ingreso. Hace apenas una semana “amarró” siete horas semanales en un centro de estudios local, por lo cual recibirá 2240 pesos extra al mes. Las vacaciones universitarias, por supuesto, son el gran “enemigo” de sus ingresos.
Cuando puede, este funcionario público usa su red de relaciones personales para lograr una conferencia o un taller en materia de derechos humanos, historia regional o derecho. Si algún conocido suyo o un compañero de trabajo necesita apoyo para una tesis o un trabajo académico, Enrique está listo para ofrecer sus servicios gracias a una maestría de la que recientemente se tituló.
De riguroso traje diario, Enrique aprendió a no gastar más de lo necesario. Incluso, se volvió más que escrupuloso a la hora de hacer cuentas. Con una mezcla de certeza y orgullo ofrece mostrar los recibos y reportes de todo lo que ha gastado en los primeros seis meses del año. “Son casi 100 000 pesos”, asegura.
Cuando vivía con su entonces esposa compró una casa usada de cinco habitaciones en el primer cuadro de Pachuca. Usó para ello un crédito de Infonavit por el cual paga 1635 pesos al mes. La vivienda cuenta con servicios básicos y su único lujo es que existen cuatro televisores con servicio de cable. Hay una sola computadora para la familia; una laptop que deben de compartir papá y tres hijas que cursan la secundaria.
Personaje fundamental en la familia es la hermana mayor de Enrique. Ella se cambió a vivir con la familia luego del divorcio. Tiene un trabajo por las mañanas, pero buena parte del día lo dedica a estar al pendiente del hogar y de las niñas. Ella las despierta y viste para que Enrique las deje en la escuela a las 7:00 a. m. El papá entonces se va a la universidad a dar una o dos horas de clases antes de entrar a su otro trabajo. Por la tarde, después de comer, regresa a las aulas por algunas horas más.
El ingreso de Enrique mantiene a toda la familia. El dinero que recibe su hermana no se suma al fondo salvo en caso de necesidad. Para las comidas se destinan 1100 pesos a la semana que sirven para lo básico. Enrique dispone, además, de 700 pesos por semana para comprar leche, pan, queso y crema en un ejercicio diario que él mismo se impuso como parte de su tarea. Todo es en efectivo. Tarjetas de crédito ya no hay.
El regreso a clases de las tres hijas supone el gasto más fuerte del año. Las chicas acuden a una secundaria pública y por lo mismo reciben uniformes y útiles escolares como parte de un programa de gobierno, pero Enrique sabe que esa dotación no es suficiente para un ciclo escolar completo. Es entonces cuando los pocos ahorros sufren una merma. Tres juegos de pants, de vestidos escolares, medias, tenis y zapatos de marca hacen que el padre de familia desembolse casi 4000 pesos en una sola sesión de compras. Antes la opción eran tenis y zapatos de bajo precio, dice Enrique, “pero un día descubrí que la plantilla de los tenis de una de las niñas se había ‘hecho bolas’, y ella no me decía nada”. Desde entonces decidió pagar por calzado de marca para tener la seguridad de que duren más.
Las niñas reciben una mesada desde el año pasado. 300 pesos para la mayor, y 200 pesos para cada una de las hijas menores. De allí deben salir copias y artículos escolares menores, además de las recargas de los teléfonos celulares; uno que usa la mayor, y otro que comparten sus hermanas.
Cine hay una vez al mes, en familia. En otros fines de semana las caminatas se rematan con helados o frituras.
La salud es ahora la principal preocupación de Enrique. Descubrieron su condición de diabético hace algunos años, y desde entonces se ha puesto a régimen. Sin embargo, su condición se ha agravado y pronto tendrá que someterse a tratamientos más intensos.
En medicinas Enrique gasta 1000 pesos por mes. Por ser funcionario, él, sus hijas y su hermana están asegurados por el ISSSTE, pero en su caso no siempre hay medicinas para la diabetes y debe cubrirlas por su cuenta para no arriesgar su salud. Cada pastilla, dice, cuesta 10 pesos, y debe tomar tres al día. Pero ahora hay la posibilidad de que deba sustituir las pastillas por inyecciones.
Por un momento, en su más reciente conversación con Newsweek en Español, Enrique luce muy triste. Pero es solo por un momento. El padre de familia alza la cabeza y explica cómo se ha sentido en estos años. Con el agua hasta los hombros; no en el cuello, ni en la nariz…
De un vistazo
Enrique, su hermana y sus tres hijas viven de un ingreso de 15 184 pesos que recibe por su trabajo en el gobierno de Hidalgo, y los poco más de 2000 pesos extra que percibe por dar clases en universidades privadas. No pagan renta, pero sí una aportación de 1635 pesos mensuales al Infonavit. Alimentos, servicios y mantenimiento de su VW Sedán son el principal gasto de la familia. Para la gasolina se destinan 700 pesos al mes. No más. Afinación y otros gastos menores suman 1250 pesos trimestrales. No se ha hecho el pago de refrendo ni el cambio de placas.
Cubrir los pagos de dos préstamos contratados hace tiempo es parte del manejo de la economía familiar. Por uno se pagan 2850 pesos mensuales, y por el otro 1850. Enrique ha sacado la calculadora y estima que con el dinero del aguinaldo que reciba este 2014 podrá saldar la deuda. Si lo hace, su situación económica se desahogará un poco.
Los gastos de servicio de la casa representan 1710 pesos mensuales, de los cuales los más fuertes son el cable (960 pesos) que incluye televisión, internet y teléfono; y el gas LP, con 500 pesos al mes.
La atención dental de una de las hijas de Enrique representará un gasto inusual en los próximos meses. El desembolso para la ortodoncia se reparte en dos pagos de 2500 pesos al dentista (el primero ya lo realizó), y luego pagos mensuales de 500 pesos hasta que el tratamiento haya concluido. Al cine se va una vez al mes. Para ello pagan 400 pesos entre boletos y refrescos.
@baezamanuel