La agitación en Irak y Siria podría extenderse a Jordania.
Oriente medio se desintegra: guerra civil en Siria; un ejército islamista a las puertas de Bagdad. Solo una nación árabe se levanta como una isla de relativa calma en ese mar de desesperación: Jordania. Pero, ¿cuánto tiempo podrá permanecer ajena al conflicto?
“El país está en calma”, afirmó, la semana pasada, el embajador jordano ante las Naciones Unidas, príncipe Zeid bin Ra’ad. Nos entrevistamos minutos después que combatientes del Estado Islámico de Irak y Siria (también llamado Estado Islámico de Irak y Levante; EIIL) capturaran un paso clave en Treibel, en el lado iraquí de la frontera con el reino hachemita, y un contingente jordano fuera enviado urgentemente a la zona.
Durante el fin de semana, un vocero de EIIL, Abu Mohammed al-Adnani, declaró que el grupo retiraría la fracción “Irak y al-Sham” de su nombre, dejándolo solo en “Estado Islámico” y en un video, un chileno integrante del grupo proclamó, en inglés, la desaparición de las fronteras existentes. Ahora, la nueva entidad ha puesto la mira en el califato sharia que comprende Jordania, Palestina e Israel, Líbano y regiones de Turquía, pero está por verse si una fuerza de 3000 a 5000 hombres puede alcanzar ese objetivo.
A diferencia de Siria e Irak, donde EIIL tuvo algunos logros recientes, “el ambiente en Jordania no es propicio” para el crecimiento de un grupo islamista, señaló Marwan Muasher, exministro del Exterior jordano, pues el ejército es poderoso y leal al rey, y la monarquía es “una fuerza unificadora” más que una fuente de agitación. Muasher agregó que EIIL y otros islamistas son “una preocupación, mas no una amenaza existencial”.
Por lo pronto, la apreciación de los círculos diplomáticos y de inteligencia en Washington y Oriente Medio es que, igual que pudo evitar grandes turbulencias en años recientes, cuando la agitación social estremeció al mundo árabe, Jordania puede repeler los ataques islamistas de sus vecinos.
EIIL no piensa así y considera que Jordania es clave para su fundación. La entidad surgió de un grupo de combatientes yihadistas extranjeros, el Estado Islámico de Irak, quienes dirigieron la insurgencia suní contra las fuerzas estadounidenses en Irak y cuyo líder fue Abu Musab al-Zarqawi, muerto en 2006. Nacido en un campo para refugiados palestinos en Zarqa, Jordania, Zarqawi recibió entrenamiento militar en un campamento de Al-Qaeda de Afganistán y se convirtió en el ídolo de futuros yihadistas jordanos.
El creciente prestigio de EIIL podría darle la victoria fuera de Jordania. La semana pasada, supuestamente firmó un acuerdo de cooperación con Jabhat al-Nusra, su antiguo rival en el levantamiento popular contra el presidente sirio Bashar Assad. Si los enemigos jurados ponen fin a sus desavenencias, una fuerza unificada podría amenazar otros gobiernos regionales, incluido el de Jordania.
El linaje del rey Abdullah II ha gobernado Jordania desde su establecimiento como parte del acuerdo Sykes-Picot, el cual creó el moderno Oriente Medio a la zaga de la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, Jordania ha mantenido cálidas relaciones con Occidente; tanto que, durante décadas, se le ha considerado el aliado árabe más confiable de Estados Unidos.
Para Israel, que firmó un tratado de paz con Jordania en 1994, las relaciones con el reino tienen gran importancia estratégica, ya que comparten su frontera más larga y siempre le ha servido de amortiguador geográfico frente al caos del mundo árabe. Si Jordania se volviera hostil, todo el frente oriental israelí se vería amenazado, obligando a los judíos a cambiar su postura defensiva estratégica. Durante el fin de semana, el primer ministro Benjamin Netanyahu pidió el apoyo de la “comunidad internacional” para Jordania, como sugiriendo que no vacilaría en intervenir militarmente.
No se ha determinado si habrá una intervención militar estadounidense o israelí para rescatar al reino, pero según diversos informes, conforme los islamistas consolidan su control de Siria y empiezan a ocupar áreas suníes en el oeste de Irak, Jordania e Israel profundizan su cooperación militar y de inteligencia.
Irak afirma que combatientes EIIL están a las puertas de Jordania y amenazan la frontera oriental de 180 kilómetros entre ambos países. Pero según una fuente de inteligencia occidental (al tanto de las actividades del gobierno de Amman), el Ejército jordano está más preocupado por la porosa frontera norte con Siria, ya que la oriental, dijo, tiene cierta protección del desierto y además, las regiones pobladas del norte son difíciles de vigilar y defender.
Con 6.3 millones de nacionales, Jordania es renuente anfitrión de 600 000 asilados que han escapado de los horrores de la guerra civil siria y ahora, cientos de refugiados iraquíes empiezan a introducirse en el país, creando una enorme carga para los limitados recursos del reino.
Nadie sabe cuántos migrantes son radicales que simpatizan con los yihadistas. Además, cientos, quizá miles de ciudadanos jordanos se han unido al levantamiento sirio contra Assad y ellos también volverán a casa radicalizados, tal vez dispuestos a escuchar el llamado de EIIL y deponer a su rey.
En la propia Jordania hay pequeños, aunque persistentes grupos que traman derrocar al gobierno jordano y se han concentrado en reductos como Maan, a unos 180 kilómetros del sur de Amman, la capital, y Zarqa, a 112 kilómetros al noreste de la capital.
Aunque la monarquía hachemita tiene un fuerte y antiguo vínculo con La Meca (cuna del profeta Mahoma) que se remonta a la época en que custodiaba todos los lugares sagrados, algunos islamistas afirman que el rey Abdullah ha traicionado al islam debido a su cooperación con Occidente. En un vídeo YouTube, combatientes EIIL amenazaron con “masacrar” al monarca, a quien llaman “tirano”.
Sin embargo, esas fanfarronadas podrían carecer de sustancia. “EIIL ha sido sobrevalorado”, afirma Yoram Schweitzer, investigador sobre terrorismo internacional en el Instituto Israelí de Estudios para Seguridad Nacional. Si bien el grupo salafista ha conseguido gran cantidad de dinero e Irak ha encauzado la ira suní contra Bagdad, apropiándose de extensos territorios, Schweitzer duda de que sean capaces de nuevas conquistas en Irak o de amenazar naciones estables, como Jordania.
Incluso los informes del acuerdo de EIIL con Jabhat al-Nusra podrían ser exagerados, dice Schweitzer. Dado el antecedente de violetos combates entre ambos, “quiero ver ese acuerdo con mis propios ojos”, dice. Con todo, agrega, la amenaza de los extremistas islámicos existe; y aunque improbable, si los yihadistas tomaran Jordania, “caería una importante ficha del dominó” para Israel y Occidente, asegura Schweitzer.
Muasher, el exministro del Exterior jordano, señala que Amman “colaboró con Estados Unidos contra Al-Qaeda incluso antes de septiembre 11, en la década de 1990”, y Jordania sigue siendo un importante aliado estadounidense en la guerra contra el terrorismo, porque las dos naciones comparten una “relación muy fuerte”.
Actual vicepresidente de estudios en la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, en Washington, Muasher agrega que Jordania no reúne las condiciones que condujeron al éxito de EIIL en Irak, donde los suníes vivían “marginados y frustrados” por el gobierno chiita del primer ministro Nouri al-Maliki. En comparación, prosigue, “la enorme mayoría de [quienes están en contra del gobierno jordano] desean cambios dentro de la monarquía”, en vez de su derrocamiento.
El rey Abdullah ha mostrado su flexibilidad política permitiendo que los Hermanos Musulmanes participen en el sistema político y dando más poder que antes a la mayoría palestina del país. Pero ahora, dice Muasher, “no veo compromiso alguno con EIIL”. En general, agrega, los jordanos rechazan el extremismo y por consiguiente, Jordania podrá resistir, fácilmente, la agitación que le rodea.
Lo mismo opina un diplomático occidental que observa. No obstante, “esa es la situación actual y después de todo, hablamos de Oriente Medio, donde las cosas cambian de la noche a la mañana”.
@bennyavni