‘La gente dejará de cometer atrocidades cuando deje de creer en absurdos’: Voltaire.
Hace no muchos años resultaba extraño escuchar a algún joven autodeterminarse no creyente. El que se denominaba a sí mismo como ateo casi siempre era visto como un joven rebelde o enojado con la sociedad. Aun así, en México cerca de 5 millones de personas no profesan ninguna creencia religiosa, de acuerdo con el último censo del Inegi. En México —y en todo el mundo— es cada vez más común escuchar a jóvenes decir que no creen en ningún dios.
La religión católica ha jugado una parte importante en la historia de nuestro país: desde la llegada de los españoles a territorio mexicano en 1518 —año en el que se llevó a cabo la primera misa católica en el país— hasta 1527 —año en que la Iglesia católica se estableció en lo que en ese entonces era la Nueva España— México fue un país católico y todo el que no fuera creyente no merecía existir. En 1821 México consiguió su independencia, pero no fue hasta que se aprobaron las Leyes de Reforma (entre 1855 y 1863) que el país se convirtió en un Estado laico, se creó el registro civil, se nacionalizaron los bienes eclesiásticos y se dio la muy necesitada separación de la Iglesia y el Estado.
Siendo la religión una parte tan determinante de nuestro pasado y de nuestras raíces, podemos explicar que el 83.9 por ciento de la población en México se autodenomine católica. Lo que no podemos explicar es que este porcentaje de creyentes vaya disminuyendo con los años, pues en el año 2000 los fieles de la Iglesia eran el 89 por ciento de la población. Como consecuencia de la baja en el catolicismo, podemos notar que otras religiones o creencias han ido ganando creyentes, o mejor dicho, no creyentes.
El ateísmo es la doctrina de los ateos, que son quienes niegan la existencia de Dios. En México el censo de población de 2010 muestra que hubo un notable incremento de personas que no profesan ninguna religión o que se consideran ateos, principalmente los más jóvenes y aquellos que tienen estudios universitarios. Se habla de que 4.9 por ciento de los mexicanos no tiene religión, si lo comparamos con el 3.5 por ciento que se autodenominaron ateos en el 2000 podemos ver que el incremento en el porcentaje de no creyentes ha sido muy rápido.
Puede ser que esta baja de creyentes que se está dando en la Iglesia católica tenga relación con la desconfianza que los sacerdotes han generado en sus fieles. Una encuesta en vivienda realizada por Parametría, refiere que el porcentaje de confianza que los mexicanos tienen en la Iglesia católica pasó de 78 por ciento en el 2002 a 63 por ciento en 2013. No dudaría en pensar que la pérdida de confianza gire en torno a casos como el del pederasta y fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Marciel.
‘Yo no niego a Dios, es solo que no sé si Dios creó al hombre o si el hombre creó a Dios’: Iván Karamazov en Los hermanos Karamazov. Fiodor M. Dostoievski.
Los jóvenes que hoy se autodenominan ateos son casi siempre jóvenes que fueron creyentes en algún momento, jóvenes que fueron educados en el centro de alguna religión. ¿Qué es lo que los lleva a dejar las creencias dentro de las que fueron educados? Las respuestas más obvias me vienen a la mente: la apertura al mundo (globalización), el conocimiento y reconocimiento de otras religiones, internet y la curiosidad. Los jóvenes de hoy nos lo cuestionamos todo, y así ponemos a prueba lo que nuestros antepasados tomaban como verdad absoluta e irrefutable.
El ateísmo no es algo nuevo y no es exclusivo de los jóvenes. En la historia siempre ha habido mujeres y hombres ateos, personas importantes en la ciencia, en la filosofía, en la literatura y en la historia como Carl Sagan, Mark Twain, Karl Marx, Federico Engels, Stephen Hawkings, René Descartes, Bertrand Russell, Thomas Edison, Epicuro, Voltaire, Bill Gates, Steve Jobs y George Bernard Shaw. También artistas como Charles Chaplin, Brad Pitt, Angelina Jolie, Woody Allen y Rowan Atkinson son, o fueron, ateos.
No pretendo decir que el ser ateo sea una cualidad necesaria de ser inteligente o exitoso. Muchísimos científicos, historiadores y literatos han creído en un dios a la hora de crear sus obras. Sin embargo, no descarto la teoría de Voltaire en la que Dios representa un límite para el hombre. Creer en un ser omnipotente y creador de todo genera grandes conflictos internos a la hora de estudiar o interpretar alguna ciencia. Parece que son quienes han logrado romper con ese límite (o al menos separarlo de sus obras) quienes han generado cambios en la sociedad.
El astrónomo estadounidense Carl Sagan decía: “Si quieres salvar a tu hijo de la polio puedes rezar o puedes vacunarlo… Aplica la ciencia”. Sagan tiene un punto que ha hecho que muchos jóvenes se sientan incluso frustrados con quienes ciegamente entregan todo al juicio de Dios: si el hombre ha inventado la vacuna contra la polio, si puede salvar una vida, ¿es humano dejar al niño morir solamente porque ‘así lo quiere Dios’?
En Europa, países como Suecia, Finlandia, España e Inglaterra tienen grandes poblaciones de ateos. Incluso, la Asociación Humanista Británica (BHA, por sus siglas en inglés) distribuye en las escuelas secundarias de Inglaterra y Gales un libro llamado Manual del joven ateo, escrito por Alom Shaha y que pretende dar a los adolescentes una lección de cómo vivir una buena vida sin necesidad de recurrir a una religión.
Los jóvenes mexicanos —y de todo el mundo— comienzan a sentir que la religión les aprieta. La vida pasa y los países se vuelven uno solo por medio de internet y las redes sociales. Hoy podemos tener amigos judíos, católicos, cristianos, musulmanes, protestantes y de miles de religiones más, y podemos discutir con ellos. Hoy puedo poner en tela de juicio lo que mi religión me ha enseñado y compararlo con lo que les han enseñado a otros. Hoy yo puedo decidir en lo que quiero creer.
Para un joven es extremadamente fuerte ver a hombres que se matan o que matan a otras personas ‘en el nombre de Dios’. Para un joven puede ser muy impresionante escuchar que en Nuevo León un sacerdote fue acusado de abusar sexualmente de 13 niños de quinto de primaria. Para un adolescente confundido puede ser determinante escuchar que los musulmanes obligan a las mujeres a utilizar burkas para que ningún hombre pueda verlas. Para alguien que se está formando puede ser muy difícil entender que dos hombres o mujeres que se aman no se pueden casar en la Iglesia de Dios.
Así, en un mundo que cada vez es más abierto, en una sociedad mundial que ha aprendido a aceptar al otro tal y como quiere ser, es muy difícil creer y entregarnos a las normas que dicta la Iglesia. Cada vez son más los jóvenes que se autodenominan ateos, y eso no es algo malo. Significa que nuestros jóvenes se están cuestionando, significa que están estudiando y que están dispuestos a seguir su propio camino. Significa que estamos creciendo.