¿Se puede resolver el ahogo económico argentino? Sin duda, pero despacito, con paciencia, y dando muestras de disciplina.
La temática financiera inició el segundo semestre del año similar al primero: con Argentina en la picota del desastre. Sucede que hay demandantes internacionales que poseen deuda soberana del país, de aquella que no pudo honrar en 2001 cuando cayó en suspensión de pagos, y que ahora exigen por las vías legales ante una instancia estadounidense, la cual les ha dado la razón.
Son los rezagos de esa crisis donde la nación sudamericana incumplió con pasivos por el orden de 100 000 millones de dólares. Con los años, Argentina se reanimó y logró reestructurar las deudas con múltiples acreedores, incluso con quitas de 50 por ciento y a largo plazo. Empero, igual hubo prestamistas que no aceptaron negociar y que hoy reclaman su dinero ante los tribunales.
El tema estalló el 30 de junio, día en que la Argentina debía pagar intereses a los prestamistas renegociados y para lo que tenía listo un depósito en un banco de Nueva York. No obstante, la demanda de los prestadores en conflicto prosperó y un mandato judicial impidió pagar a los primeros hasta que no se cumpliera también con los segundos. Vaya, se les atravesó un juez.
El asunto ya es crisis, pues en lo cuantitativo implica la quiebra técnica del país al demorar el pago de las obligaciones pactadas, con los costos financieros que ello implica, además del nuevo débito que la justicia ordena. En lo cualitativo, el gobierno, ya muy lacerado por los bretes económicos previos, queda débil frente a la contraparte que ahora tiene el poder de negociación en el conflicto.
El gobierno afirma que la orden judicial representa abuso de autoridad y violación a la soberanía, e igual califica a los acreedores en litigio como “fondos buitres” que estuvieron a la caza del momento propicio para perjudicar al país. Cierto que Argentina está resultando dañada, pero también lo fueron los inversionistas que tienen años esperando el retorno de su inversión.
Estos fondos internacionales reciben críticas usuales por beneficiarse de la especulación y operar de manera agresiva, lo que es lógico por los altísimos niveles de riesgo que manejan. Un axioma básico de las finanzas es: “A mayor riesgo, mayor rendimiento”. Así, si invirtieron en bonos de un país en crisis, es natural que hoy busquen recuperar su dinero mediante un litigio estratégico.
La sabiduría popular afirma: “El error es solo uno, lo demás son consecuencias”. Y bueno, Argentina, en la década de 1990, se sobreendeudó y gestionó su economía con irresponsabilidad, lo que la llevó a la crisis de 2001 y a no poder restituir el dinero ajeno que había utilizado. El país ha llevado la economía y las finanzas públicas con demérito, por eso ni pudo, ni puede pagar. Nada más.
Dada la resolución de la justicia estadounidense, la reacción de los participantes de los mercados no se hizo esperar y las agencias calificadoras Moody´s y Standard & Poor´s se pronunciaron sobre la calificación crediticia de Argentina, señalando que la posición era negativa y de alto riesgo. Así, la exposición a una nueva cesantía de pagos ya no solo es financiera, también jurídica.
Las calificaciones vertidas por las agencias resultan aciagas para Argentina, pues los problemas de inflación, cambiario y de mercado interno que estallaron en enero, representan debilidades permanentes y de dilatada solución. A futuro tendrá que buscar ayuda financiera en los mercados internacionales, lo que será aún más cuesta arriba por estas noticias.
¿Se puede resolver el ahogo? Sin duda, pero como todo en educación financiera: despacito, con paciencia, y dando muestras de disciplina.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado le corresponde a usted.
Oscar Armando Herrera Poncees administrador financiero y maestro en Impuestos y en Educación. Ejerce como profesor de Finanzas en posgrado y es columnista en diversos medios. @oscar_ahp