Detrás de la infraestructura para organizar una Copa del Mundo se encuentra uno de los principales ingresos de la FIFA como taquillero, operador turístico y de servicios de hospitalidad.
Economías emergentes, democracias que apenas despiertan y en donde los derechos humanos se ponen en tela de juicio todos los días; regímenes políticos en constante lucha de poder, envueltos por la corrupción y denuncias sociales. Aquí es donde la FIFA encontró un engrasado modelo de negocio, en países donde, a cambio de una sede, parece permitirse todo, y eso garantiza al organismo una total libertad para hacer dinero.
Sin ofender a nadie, podemos decir que ninguno de los gobiernos de Sudáfrica 2010, Brasil 2014, Rusia 2018 y Catar 2022, son precisamente un ejemplo de transparencia y estabilidad. La FIFA, sin embargo, se instala en ellos durante cuatro años y camaleónicamente se tropicaliza, aprende y se supera año con año aprovechando las debilidades políticas locales, frente al orden internacional.
La construcción de estadios, los servicios turísticos y de transporte, son las principales preocupaciones de la FIFA cada año. Entre Sudáfrica y Brasil, estadios, hoteles y aeropuertos han llegado a ser entregados sobre la hora. Y es que detrás de la infraestructura necesaria para organizar una Copa del Mundo se encuentra uno de los principales ingresos de la FIFA como taquillero, operador turístico y de servicios de hospitalidad. Desde el Mundial de México 1986, la empresa Byrom PLC, propiedad de los hermanos Enrique Byrom Aparicio y Jaime Byrom Aparicio, mexicanos afincados en Reino Unido, se convirtió en la exclusivista de servicios de venta de boletos en los mundiales. Fue en México, precisamente bajo el mandato de Joao Havelange (hoy acusado de corrupción por el propio organismo, junto a su yerno Ricardo Teixeira) que nació el exitoso concepto de los turoperadores de FIFA. Los mexicanos Byrom Aparicio, sin que haya podido demostrarse que existió una licitación pública para adjudicarse el contrato, han ido creciendo de la mano de la FIFA mundial a mundial prestando este servicio. Con el avance de los sistemas y las redes, la venta de boletos, reserva de hoteles, aviones y experiencias en las sedes mundialistas ha sido gestionada por la familia Byrom desde su sede en Cheadle, Chesire, Inglaterra, donde se establece como Byrom PLC en 1991, tras operar exitosamente también como turoperadores independientes, el Mundial de Italia 1990. Es hasta el Mundial de Estados Unidos 1994 cuando la compañía es nombrada Proveedor Oficial de la FIFA para ofrecer servicios de acomodación en estadios y, más tarde, logra también convertirse en el turoperador oficial de FIFA para ofrecer servicios de hotelería en las sedes, es decir, la venta del paquete completo de los mundiales hasta la fecha.
Para ello, Byrom PLC logra una joint venture (empresa conjunta) con la empresa Eurotech y juntas fundan Match Services AG, la compañía que se hace cargo de la logística, distribución y soluciones informáticas que gestiona las entradas y servicios que la FIFA ofrece en cada mundial. Asistir a algún partido de la Copa del Mundo no tiene precisamente un precio accesible, mucho menos conseguir una, dos o tres noches de hotel. La tarifa por habitación se eleva en estos casos hasta un 500 por ciento. Pero no son precisamente los hoteles que forman parte del programa de la FIFA quienes salen ganando. Para ellos, ser parte del programa Oficial de la FIFA es, más que una oportunidad de negocio, una oportunidad para construir marca, es decir, para hacer branding.
Es Match Services AG quien más gana en todo esto. La empresa, digámoslo así, se vuelve con la venida de los ministros de turismo del país organizador, es la encargada de fijar precios y políticas comerciales por encima de los hoteleros, que ven pasar en sus establecimientos a los clientes de la FIFA, es decir, a los “turistas futboleros oficiales”. El aficionado mexicano, en este sentido, es uno de los más rentables.
Además de los altos niveles de inflación durante los días del Mundial, la FIFA y la familia Byrom han encontrado otro importante nicho de mercado en los mundiales, particularmente en las zonas vip de los estadios. Maracaná, el gran templo del fútbol brasileño, en donde se levantaron leyendas nacidas del barrio más humilde como el viejo Garrincha, hoy es uno de los estadios con la zona de Hospitality más lujosa del mundo. Al igual que el Maracaná, la mayoría de los estadios cuentan con esa línea de palcos de lujo y gran lujo en donde Match, a través de una nueva compañía denominada Match Hospitality, fundada en 2011, vende las experiencias más excéntricas y afrodisiacas para disfrutar un partido del Mundial. Match Hospitality ofrece todo tipo de paquetes, casi siempre enfocados a grandes empresas y ejecutivos alrededor del mundo para agasajar a sus clientes, directivos o futuros socios. Cerrar negocios millonarios en un palco del Maracaná viendo el partido Brasil vs. México del Mundial 2014 es posible. No solo es posible, sino que además es muy apetitoso. De esta forma el fútbol más allá de la tribuna que funciona como escenografía, acoge también durante 90 minutos a los hombres de negocios más poderosos del mundo que adquieren estos paquetes.
El fútbol no es más ese deporte sencillo que une a todas las clases sociales en torno a una selección nacional, no. Hoy más que nunca el fútbol es un auténtico divisor de clases. Nunca un estadio de fútbol había sido tan discriminatorio, pero ese será otro tema. Los paquetes disponibles en las zonas VIP de la FIFA van desde las lujosas suites que incluyen asientos privados o para grupos, suministro de comidas y bebidas con los chefs de moda, el catalogo de bebidas más emblemático o lounge con vistas al campo y servicios de traductores para varios idiomas. Las experiencias se completan con transportación, incluyen coctel pre y pospartido y acceso a las áreas comunes donde se puede conocer gente de todo el mundo y hacer contacto de negocios.
Los superpaquetes pueden ser adquiridos mediante la web oficial de la FIFA y se dividen en las siguientes categorías dependiendo el nivel de lujo: Match Private Suite, Bossa Nova Studio, Match Business Suite, Match Pavilion, Match Club y Match Premier.
El poder de convocatoria del Mundial se expresa aquí, un partido de fútbol a este nivel es una forma ideal para demostrar influencia, para ser alguien. Nada hay de malo en el nicho que la FIFA y Match Hospitality han encontrado en los estadios. Sin embargo, aparentemente tampoco existió un proceso transparente de licitación por parte de la FIFA para adjudicar el contrato a Match Hospitality, empresa de la familia Byrom, pero que en este caso, no tiene su sede en Inglaterra, sino en Zug, Suiza. El 30 de octubre de 2007 la FIFA anunció que esta empresa se había quedado con los derechos de explotación comercial del programa Hospitality de la FIFA. Match Hospitality está compuesta por los mexicanos Byrom Aparicio a través de su empresa Byrom PLC como principal accionista, pero en el accionariado también aparece otra empresa con la que la FIFA ha cerrado grandes acuerdos en los últimos mundiales: Infront Sport & Media. Esta empresa, al igual que Match Hospitality, tiene su sede en Zug, Suiza. Infront es la encargada de comercializar los derechos y servicios de transmisión de los mundiales de fútbol, y entre sus productos se incluye un extenso portafolio de eventos de la FIFA que se extienden hasta los mundiales de Rusia 2018 y Catar 2022. Esto significa que Infront tiene la licencia del organismo para vender sus derechos a diferentes medios en el mundo.
Hasta aquí, salvo la extraña forma en que la FIFA adjudica estas licencias para empresas comercializadoras de acomodación y derechos, no parece haber algo raro. Pero Infront Sport & Media, que además es socia de Match Hospitality, está dirigida por Philippe Blatter, ni más ni menos que el sobrino del presidente de la FIFA, Joseph Blatter. Philippe Blatter no es accionista de Infront, sino su CEO; de la misma forma, tampoco es accionista de Match Hospitality, aun siendo Infront parte del accionariado. Pero en toda regla este es otro de los conflictos de interés a los que se enfrenta la FIFA, no es un simple nepotismo. Philippe Baltter desde su anterior puesto en la consultora McKinsey dentro de su división Sports, ya había sido capaz de atraer la jugosa cuenta de la FIFA, algo sobre lo que Michel Zen-Ruffinen alertó en 2002 como posible conflicto de intereses siendo todavía secretario general de esta federación, y por lo que fue cesado fulminantemente de su cargo.
La participación de Infront de Philippe Blatter en el negocio de Match Hospitality es algo a lo que los mexicanos Byrom no dan mayor importancia, desde luego que tampoco la FIFA se ha pronunciado en contra de ello. Se limita a decir, a través de sus portavoces, que tanto Byrom PLC con Match Services y ahora Match Hospitality, así como Infront en el sectorde transmisión, son empresas estratégicas para que los mundiales de fútbol garanticen una correcta organización y distribución, con amplia experiencia en ellos desde hace muchos años. Lo cierto es que estas empresas hacen un trabajo comercial por el que la FIFA obtiene buena parte de sus ingresos: taquilla, hospitalidad y derechos de transmisión.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo es periodista, escritor y director de operaciones de Publicidad y Clubes de Fútbol en CANAL+ España.